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Informativo Virtual Nº 1451
LOS QUE GOBIERNAN SON CAPACES DE VENDER A SU PROGENITORA
Por: Herbert Mujica Rojas.
¿Cuántas veces (y quien diga que no, es un farsante e insincero) no ha comentado usted, amable lector, sobre nuestro atribulado país: ¡esto no lo arregla nadie!? Los políticos son caricaturas especializadas en hacer el ridículo. Su ignorancia es monumental, su honestidad cambia con las horas del día, su estulticia parece hasta congénita. Hombre llegado al gobierno, ser humano capaz de negociar a su progenitora y de montar una corte de serviles dispuestos a matar con tal de no perder la pitanza. La conclusión es la de siempre, común, cotidiana y aterradora: ¡esto no lo arregla nadie!
Sin partidos políticos, apenas llegan a la muy discutible condición de logias electorales o usinas de puestos públicos; carentes de líderes con recia y rica formación intelectual (aquí los que se llaman intelectuales, analistas, politólogos, estrategas o internacionalistas crecen debajo de cada piedra del ancho universo nacional) y sentido práctico, nacional y nacionalista de las cosas; desprovistos de una concepción unificadora y disciplinada del Perú, este país es una especie de diáspora múltiple en que 26 ó 28 millones de peruanos hacen cada cual lo que les parece. Por tanto, si antes teníamos el gravísimo problema de la desintegración regional, geográfica, cultural o histórica, ahora también poseemos millones de vertientes divorciadas entre sí, egoístas y absolutamente individualistas. El resultado está a ojos vista: un país pasto de otras naciones que tienen, por lo menos, una idea más coherente de qué hacer con sus vecinos. Y la historia no es nueva. Se repite recurrentemente aunque sea tautológico insistir y subrayarlo.
Si se leyera a Manuel González Prada pero no se dijera que es él, pareciera que alguien está haciendo el análisis de lo ocurrido 48 horas atrás en el Establo. ¿Tenía o no razón don Manuel cuando afirmó que hasta el caballo de Calígula sentiría vergüenza de formar parte de semejante corporación? Y da risa “leer” que hay quienes pretenden sepultar al prócer cuando la vigencia lacerante de sus escritos y mandobles permanece sangrientamente en todo el panorama contemporáneo de la nación.
¿Qué clase de burocracia tenemos? ¡Una dedicada a esquilmar al gobierno, a todas las administraciones! ¡Capaz de vender un kilómetro de carretera que cuesta promedio US$ 150 mil en la astronómica cifra de US$ 825 mil! ¡Una empresita como la concesionaria del Aeropuerto Jorge Chávez, Lima Airport Partners, LAP, pasa, con el bueno visto de los pobres inútiles de Ositran, mangas que valen US$ 600 mil, por otro precio: US$ 900 mil y hay que multiplicar por 7! Y cuando la ministra de Transportes, Verónica Zavala, es preguntada en el Establo por “supuestas irregularidades”, ella sostiene que “no estaba en el cargo cuando eso ocurrió”. Sólo la proverbial e intocable ignorancia de los parlamentarios puede pasar por alto esta monserga. Y el premio se lo lleva esta señorita vividora de todos los gobiernos, Zavala Lombardi, que, y por eso la Contraloría General afirma que hay mérito penal para acusarla, depositó cuando era funcionaria de Fonafe, US$ 5 millones de dólares en un banco que después quebró y a nadie parece preocuparle la “picardía” de la susodicha. Y los malos ejemplos se repiten todo el tiempo. Y en todos los sectores.
¿No va siendo hora de comprender que esta generación que desde hace casi 30 años mantiene el imperio monopólico del gobierno político, económico, burocrático, periodístíco, ya canceló, y con desverguenza aberrante, su ciclo? ¿qué esperan los talentos para salir de sus cómodas cuevas y mullidos bufetes de generales de escritorio? Si esto ocurre es porque la bestiocracia está arriba y los inteligentes abajo. El problema reside en saber si los que tienen algo de cerebro tienen la mínima dignidad para emprender el ascenso o siguen pusilánimes y egoístas como hasta hoy.
Hacer y organizar son palabras claves. Ningún país puede salir de su postración que más que económica es de miseria moral y orfandad de perspectiva nacional, si no se plantea el aniquilamiento de las rémoras y los escollos que perturban su camino de liberación revolucionaria. Y para eso no se necesita ¡de ningún modo! de dólares corruptores esquilmados a gringos idiotas con cuentos mil. ¡Allá los sinverguenzas que viven de esos embustes! El pueblo es más sabio que todos los sabios. Por algo no les da la confianza en las urnas y apenas si son una minúscula pandilla de gritones asalariados.
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