sábado, 5 de mayo de 2012

PIDEN A OLLANTA QUE BOTEN A MINISTROS

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 Informativo Virtual Nº 1486

Mayo 5, 2012
¡Repudio general!
Quizá César Vilca haya estado presente -como decían sus familiares al inicio de la ceremonia del entierro- y fuera testigo de los gritos al unísono: ¡Justicia!, que se emitían en su nombre. Si realmente estuviera se lamentaría de la vergonzosa huída del ministro del Interior, Daniel Lozada, cuando la situación de tornó incómoda y los asistentes le increpaban sin reparos: “¡El Ministro a su casa!”, “¡Que se vaya por haberlo abandonado”, “¡Ollanta, escucha, bota al Ministro!”. O la intervención de una indignada ciudadana que lo encaró con esta pregunta: “¡¿A su hijo de 22 años lo mandaría a que lo maten?!”.
Camino al camposanto ‘Santa Rosa de Lima’, los puentes de la Vía Expresa y Panamericana Sur mostraban la fotografía de un joven de mirada serena y boina negra en la cabeza. La foto era del póstumamente ascendido a suboficial de segunda, César Vilca, y mensajes como “Tu sacrificio no será en vano” se leían a un lado del retrato. Sus compañeros se solidarizaban con él, y exigían, discretamente, justicia.
Cuando los familiares ingresaron en compañía del director general de la PNP Raúl Salazar Salazar y del titular de la cartera del Interior, Daniel Lozada, un silencio profundo se adueñó del lugar, pero sentidos aplausos que acompañaban el ingreso del féretro irrumpieron en la solemnidad. Sillas rojas y un remedo de trono fueron los asientos ocupados por Lozada y compañía. ¿Los familiares? Apenas cuatro sillas de plástico.
La flor blanca que los Vilca Vega sujetaban durante la liturgia fue reemplazada por la bandera peruana, el kepí (o prenda de cabeza) y la boina que usó César, y que luego se entregaron a su padre, madre y hermana, respectivamente. “La bandera que él defendió y la prenda de cabeza que simboliza al caballero de la ley”, puntualizaron sus compañeros.
Un colega del fallecido joven brindó su testimonio en el que calificó a Vilca de “un ser humano íntegro, con una conducta ejemplar, fraternal y solidario”, “descansa en paz”, finalizó. El sol que acompañó el entierro del suboficial contrastaba terriblemente con los rostros acongojados de su madre, padre y hermana, quien se apretaba al pecho, directo al corazón, la boina de su hermano, el héroe.
“Porque soy solidario del que sufre”, reza el himno de la institución que entonaban sus apesadumbrados compañeros frente al féretro de César. “Yo soy la fuerza especial, yo soy Dinoes”, ante las lágrimas y el desconsuelo de sus familiares. “Quiero a mi patria y le ofrezco mi juventud”. El momento fue interrumpido por los que esperaban alguna palabra de aliento, o una manifestación del Ministro Lozada, quien optó por no decir nada. Su inexpresivo rostro y actuar terminó por indignar a los presentes.
A pesar de la seguridad que lo rodeaba, los asistentes le increparon al Ministro su actuar durante todo el proceso, exigiéndole directamente su renuncia. “¡Lozada a su casa!”, fue la arenga más escuchada. El sacerdote intentó ayudar al Ministro invitando a un toque de silencio; al momento que empezaban a sonar las trompetas y el cuerpo del veinteañero descendía, la indignación se acrecentó y esta vez las exigencias iban directamente al Premier: “¡Fuera Valdés!” “¡Fuera los dos!”.
HUÍDAS Y CENSURAS
Pocos minutos después, Lozada se retiró bajo un fuerte contingente policial sin responder ningún cuestionamiento. Tan solo volvió el rostro ante la pregunta de una dama respecto a si arriesgaría la vida de un hijo suyo como lo hizo con la vida de Vilca. Volteó a mirarla, intentó articular alguna palabra, pero al final sus ojos respondieron por él. En tanto, el director general de la Policía, Raúl Salazar Salazar, huyó al mismo estilo de Lozada a los pocos minutos que este ya había abordado su movilidad. Quienes tampoco hablaron fueron los familiares directos, pues un fuerte contingente policial rodeó sus pasos hasta el ingreso a una camioneta.
Abandono, error, negligencia o injusticia. El hecho es que César Vilca, el héroe nacional, no está presente para contarnos qué fue lo que sucedió, cuál fue la responsabilidad que debió afrontar, ni qué orden fatal debió cumplir a sus inexpertos 22 años.
MILAGROS OLIVERA: molivera@diario16.com.pe

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