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Informativo Virtual Nº 1046
Grau, el héroe acusador
Hoy se cumplen 130 años del sacrificio de Miguel Grau, el héroe que murió peleando por una patria que no estaba preparada para la guerra. Grau había alertado sobre la endeblez de nuestra Marina. Cuando la guerra del Pacífico estalló, se demostró el acierto de sus previsiones. Al iniciarse la contienda, nuestra escuadra estaba desmantelada en el Callao. Las calderas de la “Independencia”, nuestra nave más poderosa, estaban en tierra. En las memorias de un marino estadounidense que estaba a bordo de una nave chilena se refiere que mientras la flota de Chile había realizado numerosos ejercicios de tiro, la del Perú no estaba entrenada y padecía escasez de municiones. Grau sabía que el Perú enfrentaba lo que hoy podría llamarse una guerra asimétrica. Eso no hace más que engrandecerlo a él, así como a Andrés Avelino Cáceres. Reproduzco aquí palabras de dos grandes: Manuel González Prada y Jorge Basadre Grohmann. Escribió Don Manuel en Pájinas libres (actualizo luego su original ortografía):“Hoy mismo, al recordar la saña implacable del chileno vencedor, deploramos la exagerada clemencia de Grau en la noche de Iquique. Para comprenderlo y disculparle, se necesita realizar un esfuerzo, acallar las punzadas de la herida entreabierta, ver los acontecimientos desde mayor altura. Entonces se reconoce que no merecen llamarse grandes los tigres que matan por matar o hieren por herir, sino los hombres que hasta en el vértigo de la lucha saben economizar vidas y ahorrar dolores”.“Siendo sinceramente religioso, no conocía la codicia –esa vitalidad de los hombres yertos–, ni la cólera violenta –ese momentáneo valor de los cobardes–, ni la soberbia –ese calor maldito que sólo engendra víboras en el pecho–. A tanto llega la humildad de su carácter que, hostigado un día por las alabanzas de los necios que asedian a los hombres de mérito, exclamó: ‘Vamos, yo no soy más que un pobre marinero que trata de servir a su patria’”. “Hasta en el porte familiar se manifestaba sobrio de palabras: lejos de él la verbosidad que falsifica la elocuencia y remeda el talento”.“Si a los admiradores de Grau se les hubiera preguntado qué exigían del Comandante del Huáscar el 8 de octubre, todos hubieran respondido con el Horacio de Corneille: ¡Que muriera!... Necesitábamos el sacrificio de los buenos y humildes para borrar el oprobio de malos y soberbios. Sin Grau en la Punta de Angamos, sin Bolognesi en el Morro de Arica ¿tendríamos derecho de llamarnos nación?”.Y Basadre, en su Historia de la República del Perú, sintetiza al héroe y la realidad que enfrentó: “Al estudiar lo que hizo, es preciso recordar con qué elementos trabajó y cabe preguntar qué hubiera sido del Perú con Grau en un barco como el Cochrane o el Blanco Encalada”.
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