martes, 13 de agosto de 2013

“POLÍTICOS” MISERABLES QUE SE ZURRAN EN LA POBREZA

NUESTRO PAÍS POR SUPUESTO NO ES AJENO A ESTA REALIDAD
Escribia @wagnerbenavides: No es difícil comprender que los políticos por esta parte del mundo suelen ser vistos como payasos. y salvo algunas pequeñas excepciones, los “lideres” latinos tienden a ser extremadamente ridículos. Nuestro país por supuesto no es ajeno a esta realidad, en los últimos tiempos nos ha gobernado el compadrazgo, la apología a la miseria, la mentira hecha verbo, la depredación hecha doctrina y recientemente la inconsecuencia y la traición. Somos la flor de la canela podrida y meada por las apariencias, por la fotito bien, por el maquillaje nice. Porque lo que tenemos como “partidos políticos” es caudillismo puro, que se promociona como cosa seria y de serio no tiene casi nada.
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LOS MISERABLES
El pobre puede salir caminando de su condición. Hay que darle las herramientas, pero que puede, puede. Los miserables no, su condición física o sicológica se los impide.
Al pobre no hay que anularlo, si uno quiere ayudarlo hay que darle capacidad de acción. El miserable está anulado y su atención demanda soporte y mucho afecto.
El Estado no debe reemplazar al padre ni a la madre pobre en sus obligaciones de crianza, porque cuando lo hace le quita dignidad, confianza en sí mismo e iniciativa. Debe sí, ayudarlos a que puedan ser responsables de sí mismos y su progenie. Lamentablemente, existe gran cantidad de políticas implementadas por el Estado que miserabilizan al pobre.
El nuevo Ministerio de Inclusión Social y, sobre todo, la elección de la ministra a cargo, abren una puerta al cambio en todo el diseño de la política social del Estado. Espero – esperanzado – que se inicie el gran debate sobre las políticas sociales.
¿Qué hacemos por los pobres? y ¿Qué hacemos por los miserables?
Debemos ponerle fin a la época de emergencia social y dar paso a políticas enfocadas a hacer que el pobre salga de la pobreza. Si algo podría simbolizar el éxito de un Ministerio de Inclusión Social es la entrega de un “Certificado de No Pobreza”, es decir, un acto simbólico que le diga a una persona, a una familia: “felicitaciones, ustedes han dejado de ser pobres, ustedes ya pueden andar por sí solos por el mundo”.
Pero, claro, mejor sería que le digamos algo positivo. ¿Sabes tú como denominar a una persona que ha dejado de ser pobre? Las ciencias sociales deberían generar un nuevo sustantivo que los acoja de manera más positiva. En la lógica del nacionalismo sería “incluido”, pero eso no sería correcto. Ser un incluido no da cuenta del esfuerzo individual de las personas.
Muchos peruanos ya salieron de la pobreza, pero se sienten pobres: piensan como pobres, hablan como pobres, se lamentan como pobres. Viven conectados con sus frustraciones pasadas y no con las oportunidades del Perú de hoy.
Los científicos sociales en el Perú deberíamos estar concentrados en generar un nuevo sentido común colectivo para las poblaciones que emergieron de una situación de pobreza. Los discursos de los setentas ya no caben en nuestro país, pero aún están instalados en la mente de los peruanos. No somos eso que fuimos, pero no tenemos nuevos nombres para esto que somos.
Ni nombres ni retos. Ni sistema que nos ayude a alcanzarlos. El nuevo ministerio debe comenzar planteando un gran debate y exigirles a los muy flojos sociólogos que se pongan a pensar ¡Ya basta de tanta flojera intelectual!
Pero así como no tenemos una política social para ayudar a las personas a dejar rápidamente la pobreza por sus propios medios, tampoco tenemos políticas que ayuden al miserable a volver a ser feliz, a sentir amor, a estar cuidado o a sentir armonía en su inevitable camino a la muerte. Los ancianos abandonados, las personas con larguísimas enfermedades, los enfermos mentales, los delincuentes y desadaptados sociales no reciben nada. Los miserables también necesitan del Estado.
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