miércoles, 25 de diciembre de 2013

¿DESPUÉS DE LA RESACA NAVIDEÑA QUE? NOS ENCONTRAMOS CON MAS NIÑOS POBRES

NIÑOS QUE SON EL CONTRAPUNTO DE LOS NIÑOS HIJOS DE LOS POLÍTICOS  Y AUTORIDADES
En navidad, la inocencia de los niños hacen de nuestro mundo un lugar maravilloso. Habría  que ser niño para vivir la magia de la Navidad, habría que ser pobre  para vivir la profunda decepción. Es muy fácil ser bondadosos en campañas electorales para demostrar ser buenos. Pensar que es suficiente. Olvidando que la solidaridad debe ser  una practica diaria, ...........lo demás es grosera hipocresía.
 Después de la resaca navideña en la que todo fue ilusión e hipocresía con los mejores deseos, volvemos a la cruda realidad,  volvemos a encontrar niños pobres para quienes la navidad es un día más de su penosa existencia.
A diferencia de otros años, el 2013 fue un año de miércoles, un año con más niños deambulando por las calles que al final terminaran sumándose a las pandillas, otros,  dedicándose  a la venta de caramelos o haciendo acrobacias aprovechando la luz roja de los semáforos.
Si los candidatos convertidos hoy en autoridades hubieran cumplido con sus  promesas electorales, con toda seguridad tendríamos menos niños desamparados.
Nos florean que la navidad es amor, pero por lo visto en esta navidad de miércoles estuvo ausente, fue tan solo una hipócrita pose entre esteras y plásticos de AA HH, sin paneton ni pavo que saborear a diferencia de los hijos de los políticos y/o pastores que todo lo tienen.
El Papa Benedicto XVI escribia:
«La Navidad es el encuentro con un recién nacido que llora en una cueva miserable. Contemplándolo en el pesebre, ¿cómo no pensar en tantos niños que también hoy, en muchas regiones del mundo, nacen en una gran pobreza? ¿Cómo no pensar en los recién nacidos que no son acogidos sino rechazados, en los que no logran sobrevivir por falta de cuidados y atenciones? ¿Cómo no pensar también en las familias que quisieran tener la alegría de un hijo y no ven cumplida esta esperanza? Por desgracia, por el impulso de un consumismo hedonista, la Navidad corre el riesgo de perder su significado espiritual para reducirse a una mera ocasión comercial de compras e intercambio de regalos».

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