sábado, 25 de enero de 2014

¿QUÉ DEBERÍA HACER PERÚ SI CHILE NO ACEPTARA EL FALLO DE LA HAYA?

CUIDADO CON EL TRIUNFALISMO
El lunes 27 de enero, la Corte Internacional de Justicia de La Haya emitirá el fallo sobre el diferendo marítimo territorial que mantiene Perú y Chile. De ser favorable el fallo como parece, el Perú habrá anotado un golazo de media cancha pero no con ánimo celebratorio. Sino con preocupación, convencidos que  no contamos con  planes  para el caso de que Chile no aceptara el fallo de la haya. 
Chile ha reiterado varias veces que respetará la decisión que se tome en La Haya pero también ha señalado  que defenderá su soberanía.  Por lo visto, los argumentos de los chilenos no son poca cosa.  En este marco contexto, hacerle creer a los peruanos que el partido la hemos ganado y solo queda celebrarlo, ¿realmente sirve de algo? 
Don César Hildebrandt  escribía ¡Cuánto quisiéramos que Chile y Perú se pareciera a la Europa reconciliada  después de sus guerras!”. “No habrá  amistad posible ni sinceridad en el trato con un país que habla de hermandad pero que se arma hasta los dientes y hace gruñir, de vez en cuando, a su generales” 
La pelota está en la cancha, Chile sabe  cómo jugarla, podría acatar el fallo, pero dilataría  su cumplimiento, en eso son expertos los chilenos, además de contar con sólidos argumentos militares.  Chile no se armó para jugar a la guerrita. Allá aquellos que están armando el circo patriotero para celebrar.
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Ahora que ya sabemos que la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el contencioso Perú-Chile será el 27 de enero del 2014, hay que admitir que ninguno de los dos países está preparado emocionalmente para aceptar la decisión imparcial del máximo órgano de justicia internacional, cualquiera que ella sea. Mientras que en el Perú hay más optimismo que cautela, lo cual podría ser contraproducente, en Chile hay un pesimismo desafiante que resulta absurdo.
Nos referimos, obviamente, a las conductas de las sociedades chilena y peruana en sus conjuntos, conductas colectivas que muchas caen en lo patriotero y lo chauvinista. Al fin y al cabo, uno más que otro pero somos dos países en vías de desarrollo a los que les falta mucho para alcanzar, igualmente, el desarrollo emocional.
Sin embargo, es bueno que conozcamos la fecha y que, a partir de ese elemento, trabajemos contra el reloj en una carrera contra los malos humos elevados. A nadie le va a gustar perder en esta demanda como nadie tiene por qué dejar de celebrar si gana. Hay que advertir, empero, que nadie ganará ni perderá al ciento por ciento. El fallo no va a hacer que Chile tenga una mejor cualidad marítima de la que ya goza; el Perú no verá reducida aún más la porción de mar que reclama y reivindica. Eso es imposible.
 Tampoco habrá, como aspira Chile, una sentencia inmóvil, que deje todo como está para que se repartan los puntos como en un empate sin goles. Eso será también imposible. Lo que La Haya hará es no traicionarse a sí misma y volteará la mirada a la jurisprudencia reciente en materia de resolución de conflictos.
El fallo que favorece a Nicaragua sobre Colombia en el mar Atlántico es un buen ejemplo de ello. Pero no descartemos, tampoco, la forma como se ha conducido Bogotá. El gobierno de Santos se resiste a acatar el veredicto y disfraza de mil formas su resistencia. Una de ellas es una consulta para que el tribunal explique cómo ejecutar el fallo.
¿Chile puede hacer lo mismo? ¿Perú también? Resulta difícil especular frente a un asunto no dilucidado pero que los jueces internacionales ya tienen listo en la capital holandesa. No es que ellos tendrán listo el fallo para el 27 de enero. Ya lo tienen y están a la espera de una coyuntura política más propicia en Chile.
Atrás pueden quedar las insolencias del jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas chilenas como las que aquí también se profieren. Lo importante es seguir trabajando en un escenario de mutua confianza en el que ambos países han profundizado en los últimos tiempos (o, al menos, han intentado hacerlo), para pasar a un escenario de mutua necesidad y mutua complementariedad.

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