jueves, 7 de julio de 2016

EL CONGRESO QUE SE NOS VIENE. ¡DIOS NO AMPARE!

CON 73 CONGRESISTAS FUJIMORISTAS, LA CORRUPCIÓN SEGUIRÁ HACIENDO ESTRAGOS LA MORAL DEL PERÚ.

Por su alto contenido reflexivo, reposteamos la nota publicada por LAMULA. PELA MULA. PE el 2015-11-06
Con reiterada frecuencia escuchamos decir: ¿Por qué no se exige que los representantes al Congreso sean los mejores, la gente más preparada y honesta? Deberían ser evaluados antes. Bien, por razones profesionales - en clases o conferencias - nos la han planteado muchas veces, la misma pregunta con distintas variantes. Les contestábamos ¿cómo cree que se podría hacer? ¿Habría que nombrar un Jurado que evalúe el Currículum de cada candidato? ¿Quién nombraría ese Jurado? ¿Cómo estaría conformado? Silencio era la respuesta.
Lo cierto – para abreviar – que de acuerdo a la Constitución (art.90) “Para ser elegido congresista se requiere ser peruano de nacimiento, haber cumplido veinticinco años y gozar de derecho de sufragio”. Nada más. El art. 30 señala: “Son ciudadanos los peruanos mayores de dieciocho años. Para el ejercicio de la ciudadanía se requiere la inscripción electoral”. Y en el siguiente artículo se indica que los ciudadanos tienen “el derecho de ser elegidos y elegir libremente a sus representantes”. Y punto. A esto hay que agregar el principio de “Igualdad ante la ley” y a la no discriminación por cualquier índole. Siendo esto así ¿cómo se puede poner limitaciones a un ciudadano que postula al parlamento por razones de cultura, profesión u otra? ¿Con qué fundamento constitucional o legal? No lo hay.
Entonces nos decían: ¿qué hacer? Les decíamos, miren. Para llegar al Congreso solo se llega por la vía POLÍTICA. Podemos tener grandes abogados, constitucionalistas, politólogos, economistas, ingenieros, urbanistas - que tanta falta hacen - dirigentes campesinos u obreros de mucha experiencia, educadores, empresarios, etc., pero si ellos no están en un Partido político y este no los coloca en su lista, se quedan fuera de campo. Así de simple. En conclusión: depende de los Partidos que escojan a la mejor gente que les sea posible. Entonces tendríamos un Congreso respetable. Pero en los hechos ¿qué ocurre? Lo que todos lo sabemos: existe una subasta de curules en las que participan los que pueden pagar o tienen padrinos. Consecuencia: tenemos lo que tenemos, un Congreso hasta hoy con más del 80% de desaprobación. Una desgracia. Casi sin figuras descollantes como en otros países o aquí mismo en otros tiempos. Lamentablemente, estimamos, difícil que esta situación cambie.
Las cosas se agravan puesto que, al parecer, el voto preferencial que el JNE había pedido sea derogado para evitar la competencia entre los miembros de un mismo partido, de modo que ganaba el que poseía más plata o el apoyo de quien tenía la sartén por el mango, continuará. Algunos han olvidado que esta medida se implantó, precisamente, frente al hecho nada democrático, en el que los Jefes de Partido hacían y deshacían con el orden en la elaboración de las listas. En partidos organizados como el Apra, se hacían elecciones internas que luego no servían para nada, porque el Sr. Haya de la Torre primero, y el “Doctor” Alan, después, acomodaban según sus preferencias personales a quien les daba la reverenda gana. ¿Quién iba protestar? Los mal llamados “búfalos” los molían a patadas. Siempre me ha parecido una falta de respeto llamar “búfalos” a esos vulgares matones extraídos de los barracones del Callao - como se demostró en el proceso contra el atentado a Luis de la Puente - apropiándose del apelativo de quien fuera un héroe de la Revolución de 1932 en Trujillo: Manuel Barreto, dirigente obrero inteligente y valiente quien murió cuando encabezaba la toma del Cuartel O’ Donovan.
Entonces, no sin razón, se pensó que la democracia debería comenzar por los partidos y que sus representantes, incluido presidente – como en EE.UU – deberían ser fruto de previas elecciones internas. Justo para evitar la manipulación despótica e inapelable del Patrón o Jefe, se propuso que ella fuera supervisada por la ONPE para garantizar el respeto de la voluntad partidaria. Una forma de hacer democracia en serio. Pero eso sería para el futuro. Ahora creo que Frente Amplio es el único que, voluntariamente, ha cumplido con el requisito.
Mientras tanto, lo más probable es que en el afán de ganar curules a fin de poder mejor negociar, se usen otros criterios para constituir listas parlamentarias como buscar a algunas personas conocidas o “populares” por alguna razón - que nada tiene que ver con una buena función parlamentaria – que posean “jale” y puedan hacerse de una curul que estará obviamente al servicio de quien lo lleva. La disposición constitucional que prescribe que los congresistas: “No están sujetos a mandato imperativo” (art.93), es letra muerta, pues lo vemos todos los días están sometidos a recibir órdenes cómo deben votar aun de gente extraña a sus bancadas (Heredia dixit, y se acabó) A los rebeldes se los expulsa del partido o tienen que renunciar.
Así las cosas – según se escuchan voces, lo que no es nada nuevo – se buscará gente de la TV basura como “Esto es Guerra”, pero que tiene admiradores del sector, y si no se llevan a futbolistas famosos, es porque lo que ganan estos a nivel de extremidades inferiores es una fortuna en relación a lo que ganan otros con su cabeza llena de brillantes ideas. Otros partidos, de acuerdo con su antigüedad, llenarán sus listas con venerables ancianos que aportarán “nuevos aires” a la política. ¡Que viva nuestra democracia!

En conclusión: congresista puede ser cualquiera si lo ubican en una lista partidaria con las condiciones anotadas. No hay como evitarlo. Nuestro cometario puede parecer a muchos descarnado, pero lo hacemos como profesores que somos. Decir la verdad puede herir a algunos, pero la misión de quien cultiva la Ciencia es decirla. André Malraux, célebre literato y político francés, decía: “A los científicos les interesa la Verdad; a los políticos, ganar”. Si a un político le creen que dos más dos son siete, buena suerte. Pido disculpas anticipadas si me equivoco en la cita, pues la memoria es infiel y, por desgracia, la única infiel a la que uno no puede ahorcarla. . . Hasta la otra semana.

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