domingo, 27 de octubre de 2013

LA SUCIA POLÍTICA Y LOS VERGONZOSOS ACTOS DE SUS ACTORES

EN POLÍTICA SUCIA  SI VALE TODO, PERO EN DEMOCRACIA NO
Leí  un artículo publicado por el Diario la Primera  que considero de obligatoria lectura por su alto contenido reflexivo porque como lo sostiene el autor, estamos frente a la caída de los “DIOSES” como resultado de que muchos políticos han convertido a la política  en un laburo sin importarles  la gravedad de sus fechorías como lo da a entender la nota que adjuntamos.
¿Quién no ha oído la estúpida monserga,  roba pero hace obra o  esa frase asquerosa de que "en política vale todo"? Aunque nuestros políticos crean en LA FRASE  "el fin justifica los medios" no deberíamos estar dispuestos a soportarla.
 AHÍ VA LA NOTA
LA CAÍDA DE LOS “DIOSES” (POLÍTICOS)
LA PRIMERA Publicado: Domingo 27 de octubre del 2013 
Por Alberto Adrianzén M.Parlamentario Andino
Don Alberto Adrianzén escribía: Siempre he pensado que la política tiene mucho que ver con el teatro. El surgimiento de la representación política se produce cuando se deja de lado la imagen teológica del príncipe cristiano que gobierna para derrotar al mal y se pasa a otra idea que afirma que la política es el arte de gobernar.
Hoy, guardando distancias y empleando esta suerte de metáfora, podemos decir que estamos en el país frente a la caída de los dioses políticos. El anuncio de Roque Benavides de que está interesado en entrar a la política, como ha dicho Francisco Durand, pondría punto final al sistema de dominio indirecto y de “captura del Estado” a que nos tienen acostumbrados los dueños del Perú.
La política, que debería ser el espacio para crear “seres virtuosos”, está llevando a crear políticos que utilizan prácticas cercanas a la delincuencia y a las mafias. La política, que tiene como fin liberar a los hombres y mujeres, se ha convertido en un mecanismo de dominación de unos “dioses” que “juegan” con los hombres y mujeres y que, además, hacen el “mal”.
DisonanciasParlamentario Andino
También está asociada a la tragedia. No en el sentido de melodrama, más bien, como dice el politólogo argentino Eduardo Rinisi, porque la política no solo vive en medio del conflicto sino también porque el conflicto constituye el núcleo básico de la política. Esta es “un modo de tratar con el conflicto, con la dimensión de contradicción y de antagonismo que presentan siempre las vidas de los hombres y las relaciones entre ellos…”.
Incluso esa otra dimensión trágica se evidencia cuando las decisiones tomadas algunas veces van en contra de las propias ideas de la persona que hace política. La película de Steve Spielberg, Lincoln, nos muestra cómo con los “peores métodos políticos” se pueden lograr resultados beneficiosos como fue la abolición de la esclavitud en EEUU.
Por eso, también, la política tiene otra dimensión, el sentido de “virtud”. En el siglo XIX los ingleses pensaban que la función principal de la política era crear seres humanos “virtuosos”, seres “civilizados” capaces de convivir pacíficamente.
ABURREN, INDIGNAN
Si hoy analizamos la política peruana podemos concluir que ella no tiene ninguna de estas características. En el “teatro político” hoy actúan malos actores, por no decir pésimos y con papeles ya gastados y conocidos que aburren y hasta indignan.
La tragedia se ha convertido en un sainete de baja calidad. La “virtud” en su contrario: maldad, corrupción, perversión, etc. La “utilización de los peores métodos”, para emplear el ejemplo de Lincoln, a lo único que conduce es a peores situaciones y soluciones.
La política, que debería ser el espacio para crear “seres virtuosos”, está llevando a crear políticos que utilizan prácticas cercanas a la delincuencia y a las mafias.
La política, que tiene como fin liberar a los hombres y mujeres, se ha convertido en un mecanismo de dominación de unos “dioses” que “juegan” con los hombres y mujeres y que, además, hacen el “mal”.
Las investigaciones a los expresidentes Alberto Fujimori, Alan García y Alejandro Toledo, por actos de corrupción y otros delitos, así como el viraje político, aún sin explicación, del actual presidente Humala, nos muestran, acaso, el fin de estos “dioses”; es decir, de los políticos y de las políticas tradicionales.
NEOLIBERALISMO Y MALA POLÍTICA
El show mediático de un Fujimori “deprimido y desconsolado” en el juicio; el trabajo “mafioso” de Alan García y de los apristas por “defender” al propio García como lo demostraría la “compra de testigos”; la nueva estrategia de defensa de Alejandro Toledo que, como bien dice este diario, “copia a García”; como el silencio de Humala frente a su viraje, son evidencias suficientes de que estos “dioses” hoy nada tienen que decir como tampoco sus propuestas políticas.
Sin embargo, sería un error pensar, como afirman los neoliberales, que la economía anda bien y que la política anda mal o, dicho de otra manera, que la política es un obstáculo para que la economía ande mejor.
Mi hipótesis es que si la política anda mal es porque la propuesta neoliberal separa o divorcia tajantemente la economía de la política y porque estos dos espacios están gobernados por una elite que no está interesada en que se articulen en propuestas nacionales y sí a favor de mayores privilegios para una minoría como hoy sucede.
SOCIEDAD SIN RUMBO
La idea de que el mercado es el “árbol de la vida” y savia de los vínculos sociales nos conduce a una política sin poder y fuente de desorden social que produce una sociedad a la deriva y una elite que termina por “romper” con las masas, salvo en momentos electorales.
Esta sociedad sin rumbo y este “mundo popular”, llenos de conflictos, violencia y desesperación, acaba de ser retratada en la excelente película de Eduardo Mendoza Echave, El evangelio de la carne, en la que a los hombres y mujeres solo les queda una relación ambigua con la fe porque el mundo real no funciona. Es un mundo en el que las elites están ausentes. No hay dioses. Es un mundo a la deriva en el cual cada uno vive como puede.
La caída de los dioses es una película del cineasta italiano Luchino Visconti en la que muestra la decadencia y posterior subordinación de un sector de la elite alemana, acaso el más tradicional y aristocrático, al nazismo, lo que conlleva a su perdición.
Hoy, guardando distancias y empleando esta suerte de metáfora podemos decir que estamos en el país frente a la caída de los dioses políticos. El anuncio de Roque Benavides de que está interesado en entrar a la política, como ha dicho Francisco Durand, pondría punto final al sistema de dominio indirecto y de “captura del Estado” a que nos tienen acostumbrados los dueños del Perú.
Es el fin de un ciclo político y el inicio de otro, una democracia directa de los grupos patronales, salvo que se busque un vientre de alquiler. Este pasaje de los dioses de la política a los dioses del dinero, es el reconocimiento del fracaso del proyecto neoliberal y la apertura de un nuevo ciclo oligárquico en el Perú. Es la incapacidad de transitar hacia una democracia de ciudadanos. Eso también estará en juego en el 2016.
(*) Parlamentario Andino
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