lunes, 17 de abril de 2017

UN CASO INSOLITO: CUATRO AÑOS DE PRISIÓN CONDICIONAL PARA MIINISTRO GOLPISTAS

PARA EL GENERAL (R) JUAN BRIONES PENA DE CÁRCEL EFECTIVA DE DIEZ AÑOS.
Para la Fiscalía Suprema en lo Penal todos los ex ministros tienen la condición de co autores del delito de rebelión, ya que no es cierto que tuvieran conocimiento del golpe de Estado después que este se materializó, participación de los ex ministros fue intenso y decisivo y no fueron meros cómplices. Por estos fundamentos había solicitado entre 12 y 20 años de pena privativa de libertad. Pero…..
A continuación la nota periodística  publicada por Cesar Levano.

GOLPE A LA JUSTICIA

 Diario UNO 
En esta columna publiqué, el 29 de noviembre de 2007, el siguiente texto. Lo reproduzco porque conserva, creo, actualidad y se aparta de las interpretaciones meramente jurídicas o políticas.
La Sala Penal Especial de la Corte Suprema acaba de confirmar su inclinación polí­tica: ha dictado una sentencia demasiado benigna contra los ministros que acompañaron a Fujimori en el golpe de Estado del 5 de abril de 1992.
Sólo contra el general (r) Juan Briones se ha producido una pena que corresponde a todos los ministros: pena de cárcel efectiva de diez años. Sus colegas golpistas sólo reciben cuatro años de prisión condicional.
La sentencia castiga la rebelión contra el Estado y la ruptura del orden constitucional. Los ministros enjuiciados convalidaron el golpe con un decreto supremo que, entre otras cosas, disolvió el Congreso elegido por los ciudadanos.
En su momento y aún hoy muchos ven en el autogolpe de 1992 sólo un atentado contra las instituciones de la democracia formal. En realidad, fue un pronunciamiento con más alcances que ése.
Puedo jactarme de que en el momento mismo del crimen precisé los propósitos de éste. Trabajaba yo en esa época en Antena Uno Radio (que es hoy CPN) y acababa de retirarme a dormir, aburrido con los programas de TV, cuando Cecilia Lacca, directora de ese medio, me llamó por teléfono para informarme de lo que acababa de ocurrir y pedirme un juicio inmediato.
Dije sin vacilar: “Éste es un golpe militar que lleva como mascarón de proa a un presidente civil. Es un golpe de los militares genocidas comprometidos en la violación de los derechos humanos y con el narcotráfico”.
Esa misma noche, clausuraron la radio.
Creo que mi reflexión fue acertada. Mi percepción me permitió mantener una posición firme basada en el criterio de que, puesto que no estaban en juego sólo las formalidades democráticas, la lucha contra la dictadura debía acompañarse de la defensa de los derechos humanos y sociales, en particular de los trabajadores.
Lo acertado de mi opinión se vio refrendado por los hechos. Pocas horas después del golpe, las fuerzas del orden asaltaron oficinas del Poder Judicial donde se conservaban expedientes contra narcotraficantes. Hay fotos e imágenes televisuales de cómo los documentos eran lanzados desde un balcón del Palacio de Justicia a una camioneta descapotable.
Eran las huellas digitales de Vladimiro Montesinos.
Enseguida empezó la mayor ofensiva que se haya librado contra los derechos sociales. Fujimori anuló la jornada de ocho horas, el derecho a la seguridad social, al pago de horas extras, a las vacaciones; introdujo la precariedad laboral (contratos a plazo fijo).

La faena antisocial, aplaudida por los grandes empresarios, ha sido proseguida por Alejandro Toledo y Alan García. Los oligarcas siguen aplaudiendo.

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