CODECI-CN
Martes 09, de junio de 2009
LIMA NORTE PERU
HABLEMOS CLARO SEÑORA CABANILLAS:
¿Quién es el cobarde?
ANALICEMOS
1. La ministra del Interior, Mercedes Cabanillas calificó de cobarde a Pizango dizque por utilizar a su gente en diversos crímenes y huir como un criminal sin ponerse a disposición de la justicia.
2. La ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, pidió cadena perpetua para Alberto Pizango, por incitar a los nativos amazónicos de Bagua a rebelarse contra el Gobierno.
3. La ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, manifiesta que los sucesos ocurridos en la Amazonía responden a una sed de política de algunos partidos que quieren derrocar el gobierno de Alan García.
CONCLUYAMOS
2. La ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, pidió cadena perpetua para Alberto Pizango, por incitar a los nativos amazónicos de Bagua a rebelarse contra el Gobierno.
3. La ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, manifiesta que los sucesos ocurridos en la Amazonía responden a una sed de política de algunos partidos que quieren derrocar el gobierno de Alan García.
CONCLUYAMOS
¿Pizango cobarde?
Alberto Pizango se asiló en la Embajada de Nicaragua. Inmediatamente los apristas señalaron que era un cobarde.
Alberto Pizango se asiló en la Embajada de Nicaragua. Inmediatamente los apristas señalaron que era un cobarde.
LA PREGUNTA:
“¿Acaso el presidente García no pidió asilo en Colombia?”
EL COMENTARIO
Resulta sencillamente indígnate que uno de los responsables del genocidio contra los nativos acuse de cobarde al señor Alberto Pizango por refugiarse en la Embajada de Nicaragua.
Al parecer, la llamada Dama de Hierro, olvida que a diferencia del líder nativo, García fugo como un cobarde cuando las papas quemaban para refugiarse en la embajada de Colombia, dejando abandonada a su esposa e hijos.
Pero, la diferencia es que Pizango ha manifestado que pronto se pondrá a derecho por que considera que es inocente de los delitos que se le imputa, en cambio García espero muchos años para ponerse a derecho, cuando sus crímenes ya habían prescrito.
Entonces, ¿Quién es el cobarde señora Cabanillas?
PARA UNA MAYOR COMPRENSION DEL TEMA ADJUNTAMOS NOTA PERIODISTICA
Un gobierno que miente para salvarse
La primera 9-6-98
Por Raúl Wiener
Hoy, más que nunca, somos varios países. En el oriente peruano no hay persona que dude que lo que pasó el viernes 5 de junio fue un ataque policial que por su contundencia inicial debía haber quebrado el bloqueo en la Curva del Diablo y doblegado la protesta indígena. Pero fracasaron. Se les fue la operación de las manos y perdieron hombres, armas y hasta un helicóptero. Y ya para entonces habían herido en el alma a los nativos y a los pobladores de las dos Bagua, de Jaén y otras ciudades selváticas, por lo que estalló el caos y aumentaron los muertos.
¿Qué hacer ante este resultado?
Resulta sencillamente indígnate que uno de los responsables del genocidio contra los nativos acuse de cobarde al señor Alberto Pizango por refugiarse en la Embajada de Nicaragua.
Al parecer, la llamada Dama de Hierro, olvida que a diferencia del líder nativo, García fugo como un cobarde cuando las papas quemaban para refugiarse en la embajada de Colombia, dejando abandonada a su esposa e hijos.
Pero, la diferencia es que Pizango ha manifestado que pronto se pondrá a derecho por que considera que es inocente de los delitos que se le imputa, en cambio García espero muchos años para ponerse a derecho, cuando sus crímenes ya habían prescrito.
Entonces, ¿Quién es el cobarde señora Cabanillas?
PARA UNA MAYOR COMPRENSION DEL TEMA ADJUNTAMOS NOTA PERIODISTICA
Un gobierno que miente para salvarse
La primera 9-6-98
Por Raúl Wiener
Hoy, más que nunca, somos varios países. En el oriente peruano no hay persona que dude que lo que pasó el viernes 5 de junio fue un ataque policial que por su contundencia inicial debía haber quebrado el bloqueo en la Curva del Diablo y doblegado la protesta indígena. Pero fracasaron. Se les fue la operación de las manos y perdieron hombres, armas y hasta un helicóptero. Y ya para entonces habían herido en el alma a los nativos y a los pobladores de las dos Bagua, de Jaén y otras ciudades selváticas, por lo que estalló el caos y aumentaron los muertos.
¿Qué hacer ante este resultado?
El gobierno tenía que dar la cara y explicar demasiadas cosas:
(1) ¿por qué decidió usar la fuerza luego de 55 días, justo después de votar en el Congreso derivar el tema del DL 1090 a la mesa de diálogo que no estaba funcionando?;
(2) ¿por qué lo hizo con tropa nueva, sin conocimiento del terreno y de la idiosincrasia indígena, teniendo fuerzas locales y con experiencia de trato con las comunidades las últimas semanas?; (3) ¿por qué ordenó disparar antes de negociar la apertura de las vías?;
(4) ¿por qué no previó la resistencia y los desmanes posteriores?;
(5) ¿adónde quería llevar las cosas un gobierno para el cual la huelga de los amazónicos se debía a que estaban desinformados o engañados; había un complot chavista contra el gobierno tras las protestas; todo no era sino manipulación política; la derogatoria de los decretos dejaba la selva sin ley; etc.?, ¿en otras palabras, de qué se podía dialogar bajo esas premisas?
Los muertos del 5 de junio hacían dramáticas, una a una, estas preguntas y descubrían adonde habían llegado sucesivas intervenciones presidenciales, tanto las contenidas en el “Perro del Hortelano” que desconocían los derechos indígenas, calificándolos de arcaicos; como las que exigían de la policía el uso de sus armas contra las protestas. ¿Cuántas veces dijo que las carreteras se desalojaban con la fuerza de las armas?, ¿no afirmó acaso que había que disparar y después preguntar, y que el presidente sacaría la cara por los policías que causan muertes o lesiones?, ¿no fue el propio presidente el que se burló de la cobardía física del general que se rindió en Moquegua? Pero lo que es verdad es que llegado el momento de la realidad de la sangre, García y su gobierno tampoco pueden asumir su responsabilidad, como ocurrió con los muertos del paro agrario de febrero de 2008, que Alva Castro imputó a que los campesinos se habían matado entre ellos.
Con la masacre de Bagua se repite el caso, pero de manera ampliada. El gobierno hace demostración de fuerza, pero retrocede a la tragedia y se victimiza. Proclama su victoria por la apertura de la carretera y el “restablecimiento del orden” (toque de queda), pero al mismo tiempo se esfuerza en mostrar el increíble costo de 22 policías muertos, heridos y armas perdidas, en una operación que en cualquier parte llevaría a la cárcel al Ministro del Interior y al jefe de la Policía, y pondría en la picota a todo el gobierno. Peor aún, a pesar de que todos sabemos que ha habido una matazón brutal de comuneros, el primer ministro ladinamente presenta una cifra oficial diminuida adrede para que se vea que más son los policías que los nativos, que más matan las lanzas que los fusiles, y añade por si acaso, que las víctimas podrían ser más, por supuesto, pero que lo oficial son 9.
Los muertos del 5 de junio hacían dramáticas, una a una, estas preguntas y descubrían adonde habían llegado sucesivas intervenciones presidenciales, tanto las contenidas en el “Perro del Hortelano” que desconocían los derechos indígenas, calificándolos de arcaicos; como las que exigían de la policía el uso de sus armas contra las protestas. ¿Cuántas veces dijo que las carreteras se desalojaban con la fuerza de las armas?, ¿no afirmó acaso que había que disparar y después preguntar, y que el presidente sacaría la cara por los policías que causan muertes o lesiones?, ¿no fue el propio presidente el que se burló de la cobardía física del general que se rindió en Moquegua? Pero lo que es verdad es que llegado el momento de la realidad de la sangre, García y su gobierno tampoco pueden asumir su responsabilidad, como ocurrió con los muertos del paro agrario de febrero de 2008, que Alva Castro imputó a que los campesinos se habían matado entre ellos.
Con la masacre de Bagua se repite el caso, pero de manera ampliada. El gobierno hace demostración de fuerza, pero retrocede a la tragedia y se victimiza. Proclama su victoria por la apertura de la carretera y el “restablecimiento del orden” (toque de queda), pero al mismo tiempo se esfuerza en mostrar el increíble costo de 22 policías muertos, heridos y armas perdidas, en una operación que en cualquier parte llevaría a la cárcel al Ministro del Interior y al jefe de la Policía, y pondría en la picota a todo el gobierno. Peor aún, a pesar de que todos sabemos que ha habido una matazón brutal de comuneros, el primer ministro ladinamente presenta una cifra oficial diminuida adrede para que se vea que más son los policías que los nativos, que más matan las lanzas que los fusiles, y añade por si acaso, que las víctimas podrían ser más, por supuesto, pero que lo oficial son 9.
¿Cuántos necesita para renunciar y enterrarse políticamente para siempre señora Cabanillas?
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