Quisiéramos
verter opinión sobre temas positivos, sobre actitudes coherentes, o ejemplos de
desprendimiento, pero es imposible, vivimos en un país donde lo absurdo se hace
rutina, asi lo evidencia el comportamiento
de Keiko que mantiene intacto el instinto autoritario de su padre en los noventa,
sustentado en la vocación de gobernar sin tener en cuenta el límite de la ley,
el sentido común y la decencia política, como lo señala la nota que posteamos
para su conocimiento, reflexión y difusión:
EL PODER SIN CONTROL QUE QUIERE KEIKO… MANTIENE INTACTO EL
INSTINTO AUTOCRÁTICO DE SU PADRE
Por : Augusto Álvarez Rodrich .Diario La Republica 12-11-2017
Por : Augusto Álvarez Rodrich .Diario La Republica 12-11-2017
Esta
semana ha sido lamentable para la política peruana porque confirmó que Fuerza
Popular (FP), el partido político más grande del país, el de Keiko Fujimori,
mantiene intacto el instinto autoritario de su padre en los noventa, sustentado
en la vocación de gobernar sin tener en cuenta el límite de la ley, el sentido
común y la decencia política.
No
es novedad para esta columna que lo viene advirtiendo desde la segunda vuelta
2016, cuando la desesperación de FP por la posibilidad de perder lo empujó a
comportamientos antidemocráticos –como adulterar audios y pasarlos en TV– que
se volvieron bumerán que contribuyeron de manera decisiva a la derrota.
Eso
reforzó la sensación de que no era cierto lo que Keiko Fujimori pregonó al
inicio de la campaña, desde que fue a Harvard, de que gobernaría sin repetir
las taras del padre.
El
año y medio que ha pasado solo ha confirmado la sospecha de que Keiko Fujimori
tiene una visión del ejercicio del poder que no se contiene ante la demarcación
de la ley y de la institucionalidad democrática.
Y
la última semana, previa al interrogatorio a Marcelo Odebrecht y la reapertura
de la investigación al financista de FP, Joaquín Ramírez, sacaron a relucir las
peores evidencias de que, puesta a presión, Keiko Fujimori, como solía actuar
su padre, no se detiene ante nada porque cree que el fin justifica los medios.
La
acusación a cuatro miembros del TC, al fiscal de la Nación y al ministro del
Interior, al igual que la citación al presidente de la República a una comisión
como la de Lava Jato que, en realidad, se usa como instrumento de venganza y
chantaje, constatan lo que es capaz de hacer FP, y llevan a imaginarse qué no
haría si fuera gobierno, o si hubiera ganado la presidencia en 2016 junto con
el congreso.
Keiko
Fujimori y sus incondicionales de FP, donde sobra mediocridad y escasea
inteligencia, pretenden demoler cualquier institución que les sea incómoda, desde
la fiscalía hasta la prensa, pasando por Palacio.
Como
lo hacía su padre, siendo obvio hoy que él lo hacía para perpetuarse en el
poder para seguir robando. ¿Qué quiere hoy Keiko Fujimori, más allá de una
pataleta incontrolable? ¿Eludir Lava Jato? ¿En verdad cree que así va a ganar
en 2021?
Y
lo más preocupante es que, frente a ello, el gobierno opone poca resistencia
democrática frente a la demolición institucional en marcha, olvidando que un
sector decisivo del país que votó en 2016 por Pedro Pablo Kuczynski lo hizo para
que no pase lo que está ahora pasando.
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