DESBORDES Y HUAYCOS PREUCUPAN
A LA POBLACION
Según
RPP 56 mil damnificados son las cifras hasta este momento en las siete regiones
afectadas incluyendo Lima. El Gobierno entregará 1,200 millones de soles para
enfrentar los desastres e iniciar la reconstrucción. Se pregunta RPP cómo se
gastará el dinero y cuál es la capacidad administrativa tanto de las regiones
como en los municipios. Algunas autoridades hacen las suyas en esta difícil
situación. Algo inaceptable.
¿QUÉ HACEMOS?
En estos momentos venimos afrontando una arremetida de la naturaleza de forma
alarmante, no antes vista desde 1970. Sabemos que el “Fenómeno El Niño” tiene
ciclos de entre 3 a 7 años en los que se desarrolla, teniendo más de 3 meses de
permanencia, afectando todo a su paso. Sabemos también que somos un país
sumamente vulnerable a los efectos del cambio climático, desastres naturales y
fenómenos naturales que durante los últimos años, casi poco o nada hemos podido
hacer en materia de prevención.
Nuestras civilizaciones prehispánicas, ya sabían qué
hacer frente a las inundaciones, huaicos, friajes, heladas, sismos y más.
Aplicaron la norma andina “lejos de la quebrada”, pues sabían muy bien que
estar cerca de la ribera de los ríos implicada un riesgo de vida, erigieron los
grandes centros ceremoniales y administrativos aplicando técnicas antisísmicas
y cómo olvidar los “waru-waru” del altiplano que menguaban los friajes. En
cambio, con la llegada de los españoles se aplicó la norma “cerca del río,
lejos de las huacas” y muchas de las ciudades quedaron expuestas a las
inundaciones como la histórica ciudad de Trujillo.
A pesar de no contar con los avances tecnológicos de
hoy en día, estas civilizaciones sí concebían la principal herramienta que les
permitió erigirse como grandes civilizaciones, y esa herramienta era la
PLANIFICACIÓN y también lo que hoy conocemos como ORDENAMIENTO TERRITORIAL.
Ellos sí conocían su territorio y por lo tanto si podían planificar, prevenir y
priorizar de acuerdo a su realidad y sin ninguna lógica usurera.
Quiero recalcar que con los años, dejamos de conocer
nuestro territorio y por ende dejamos de planificar como Estado soberano, para
darle el pase libre a las grandes empresas y la lógica de mercado quienes son
las que deciden qué obras hacer, dónde hacerlas y sobre todo, dónde hay mayor
rentabilidad.
La tragedia que resisten nuestras ciudades es culpa de
muchas cosas, pero principalmente, de la irresponsabilidad para planificar. Los
usureros de los grupos empresariales, tienen a los mejores cómplices de la
improvisación política: los alcaldes que “roban pero hacen obra”. Remodelan
pistas, construyen bypasses, erigen monumentos pensando en el bienestar de sus
socios, menos en la gente.
Es hora de la solidaridad. Pero ya sabemos qué hacer:
Planificar.
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