miércoles, 4 de junio de 2014

PARTIDO PERÚ POSIBLE DE TOLEDO EN CRISIS: MILITANTES SE REVELAN

UN GRUPO DE MILITANTES NO DESEA IR EN ALIANZA CON SUSANA VILLARÁN A LAS ELECCIONES DE LIMA 
David Escobar Galindo escribía: “A veces da la impresión que los partidos políticos tienen propietarios, pero no en la concepción capitalista de la propiedad, sino una especie de señores feudales, donde todos sus militantes son parte del feudo. El que osa desafiar al señor feudal de turno, tiene que irse expulsado, denigrado y hasta desprestigiado. Aunque el tiempo demuestre que tenía razón y como en la fantástica fábula política de Orwell, Animal Farm, terminen haciendo tarde o temprano, lo mismo que el expulsado sugería”.

Al parecer, en EL PARTIDO PERU POSIBLE  las cosas no andan tan bien, un  grupo de militantes rechaza ir el alianza  con  Susana Villarán a las elecciones  de Lima. Hay  más de un militante que se ha pronunciado por impugnar la decisión tomada por la dirigencia Nacional. Las explicaciones van y vienen. Una vez más en  los llamados partidos democráticos  la democracia no existe, las decisiones se imponen al caballazo. Estos lamentables hechos que causan un daño grave a  los partidos, han generado desconcierto al interior del partido Perú Posible, las explicaciones van y vienen. Por constituir una opinión valiosa, reproducimos en su totalidad  LA NOTA DE PRENSA enviada a nuestro 
correo.
JUAN SHEPUT CON MILAGROS LEIVA SOBRE PERÚ POSIBLE
En el programa de la destacada periodista Milagros Leiva, No culpes a la Noche, tuve la oportunidad de hablar sobre la crisis de Perú Posible y mi declinación a la precandidatura a la Alcaldía de Lima por el cambio en las reglas de juego en el proceso electoral interno. Aquí la entrevista:
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miércoles, 7 de mayo de 2014
El caudillo está “desnudo”
En su célebre  cuento “El traje nuevo del emperador”, Hans Christian Andersen nos relata que hubo una época en que paralizados por el temor de no querer contradecir los deseos del Rey, cortesanos y súbditos alababan el “traje”  que creía llevar el  emperador  hasta que un niño,  pobre en recursos pero rico en dignidad,  le gritó que estaba desnudo. El Rey había creído a ciegas en el engaño de unos adulones e intrigantes quienes lo convencieron de que podían confeccionar un traje que sólo verían algunos privilegiados.  La actitud del niño movió conciencias generando  comentarios en voz baja que el Rey, efectivamente iba desnudo, hasta que este último se dio cuenta que había sido engañado  y que era indudable que no llevaba ni una prenda de vestir sobre él. Fuera de sí y avergonzado por el escándalo, ordenó se capture a los pícaros. Ya era tarde, los adulones e intrigantes habían escapado.
Augusto Álvarez Rodrich en un buen artículo publicado ayer en La República y que  inspira esta nota, escribe sobre la borrachera de poder de algunos de nuestros gobernantes. Señala que esta los hace incurrir en posturas lamentables o pintorescas, según sea el caso.  La falta de humildad y el exceso de orgullo (Augusto escribe sobre el exceso de hubris o el orgullo que ciega) sería la causante de estas posturas, vergonzosas de algunos inquilinos del poder.
Me gustaría complementar  lo señalado con lo escrito por el gran intelectual francés Raymond Aron  en un célebre prólogo a la obra de Max Weber “El científico y el político”: el principal pecado de un político es la soberbia y, practicarla sin límites, lo lleva al despeñadero.
Eso suele suceder en países sin instituciones sólidas y estamos atravesando una serie crisis de institucionalidad es cierto. Pero ocurre con mayor frecuencia cuando los que tienen que llamar al orden al gobernante o al soberano se inhiben, sea por temor,  adulación,  conveniencia o simplemente por falta de personalidad, permitiendo que tome decisiones o se conduzca de un modo soberbio, sin límites.
En países como el nuestro no hay  tradición en costumbres como la  romana  Memento Mori que consistía en recordar al  oído de los generales, que regresaban victoriosos,  su mortalidad. Lo hacían para evitar que cayeran  en manos  de la soberbia. Y no hay tradición  porque en los partidos no se ha fomentado la práctica de una discusión abierta y sincera que enfrente al  caudillismo imperante.
¿A quién le corresponde recordarle a los gobernantes “que son mortales” o que “están desnudos”? si están en la jefatura de la Nación pues a los ministros de Estado y si están al frente de sus partidos pues a los dirigentes políticos. ¿Pero qué pasa cuando ministros y dirigentes compiten en ser simples secretarios? Pues sucede lo que estamos viviendo, hay una crisis de institucionalidad, predomina el caudillismo y reina la soberbia. Todo empeora si agregamos a lo mencionado la práctica de la adulación,  tan lamentable en el caso reciente de alguna ministra,  que, a su lado,  convierte a Felpudini en un personaje contestatario.
Es necesario reconstruir el sistema de partidos y diseñar estructuras políticas que fomenten la aparición de cuadros, la promoción de liderazgo y la desaparición del caudillismo. El país no puede continuar así.

Juan Sheput    

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