Si Keiko envió a Mamani para que grabe a su propio padre y a su hermano,
la pregunta es, ¿podemos creer que esta señora ame al Perú? Definitivamente que
no. Ya vieron de lo que es capaz, es la peor amenaza para los cambios que el país necesita con
suma urgencia.
Señalaba Veronika Mendoza: El fujimorismo sigue representando la
peor amenaza para el proceso de cambios que el país requiere, tanto por sus
delitos y crímenes del pasado como por el papel que sigue jugando hoy en día
como partido aliado de la corrupción y de los grandes grupos económicos”
Por ende, en este marco y contexto, lo único que queda es
mantenerse atento de todas y cada una de
las actividades así como, participar activamente en las acciones en contra del fujimorismo en
su pretensión de lograr el control total
del poder. Llego el momento de decir basta ya.
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La república empresarial quiebraPor Diario UNO el
marzo 23, 2018 Guardar
Las confesiones de Jorge Barata como responsable de la
distribución de los sobornos de su empresa ayudan a entender cómo se mueve la
delincuencia en la política peruana. Ahora conocemos que en los comicios del
2011 aparte de financiar a todos los candidatos principales, entendieron como
parte del apoyo a la candidatura fujimorista, entregarle el dinero a la central
de gremios empresariales.
A su vez los empresarios concernidos admiten que los
dineros formaron parte de una bolsa mayor, destinada a defender la inversión
privada en la segunda vuelta. Como el capital no tiene bandera, Odebrecht
aportaba a los dos en pugna. Tanto al “antisistema” encarnado por Ollanta
Humala como a la hija del dictador. Ellos no perdían de ninguna manera pero los
asustados resultaban los grandes patrones.
Suponían que el “modelo” que tantos beneficios les ha
traído podría peligrar ante cierta retórica chavista del excomandante, que en
tales fechas lucía ya bastante desteñida. Los directivos que entonces apostaban
cerradamente por Keiko Fujimori tratan de convencer que no violaron ninguna
norma por recibir aportes del extranjero y entrometerse en la disputa.
En la última elección el peligro disonante quedó en el
camino. La confrontación entre PPK y la Fujimori no podía ser mejor para
Confiep. El escenario de dos promotores del libre mercado era óptimo.
Ambos compartían al mismo grupo de gerentes privados
encaramados en el Estado desde los años noventa. PPK representaba en la
consideración de sus simpatizantes la crema y nata del capitalismo criollo. El
fujimorismo más clientelista no dejaba de arrastrar el fuerte apoyo suscitado
desde los noventa.
El triunfo de Kuczynski proclamaba que un notable
equipo de gerentes llegaba al poder. En realidad estaban en el poder desde las
reformas neoliberales de hace más de un cuarto de siglo.
El problema es que el gobierno de los gerentes
intercambiables a gusto del cliente, fracasa en toda la línea en cualquiera de
sus versiones. La república empresarial corrupta hasta el tuétano, acaba
quebrada.
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Contra la impunidad de Keiko y AG, movimiento social
anticorrupción
Por Diario UNO el octubre 17, 2017 Guardar Keiko Fujimori y Alan García Pérez
Por Diario UNO el octubre 17, 2017 Guardar Keiko Fujimori y Alan García Pérez
Por más que la Fiscalía haya decidido investigar a
Keiko Fujimori y Alan García (AG) bajo la ley de crimen organizado, no se puede
afirmar que esta institución titular de la acción penal sea aliada de la lucha
contra la corrupción. Todo lo contrario, ha tardado meses en abrir
investigación a los dos líderes de las organizaciones políticas más vinculadas
a la corrupción en la historia peruana reciente, tras la explosión del caso
Lava Jato que los vincula directamente.
Tanto el fujimorismo como el alanismo tienen en su ADN
el robo y la práctica mafiosa. Basta revisar lo que han sido sus gobiernos. No
por gusto, Alberto Fujimori figura como el séptimo presidente más corrupto del
mundo (Transparencia Internacional), y el segundo gobierno de AG es percibido
por los peruanos como el más corrupto en lo que va del siglo (Proética). Además
de los nexos del narcotráfico con el Clan Fujimori que van desde las épocas de
Alberto y Vladimiro Montesinos hasta los de Keiko y Joaquín Ramírez.
Es evidente el lentísimo papel que ha tenido la
Fiscalía a la hora de escrudiñar a Keiko Fujimori y a AG, los dos rezagados en
el caso Lava Jato. Y eso tiene que ver con la correlación de fuerzas existente.
Con la abrumadora presencia de Fuerza Popular en el Congreso, a la cual está
adherida la minúscula bancada congresal de AG. Pero también con la disciplina
aprista interna y sus conexiones en el Poder Judicial que aseguran la
chanchullada que se empieza a cocinar siempre en la Fiscalía.
La Comisión Lava Jato en el Legislativo es una
pantomima destinada a lavarle la cara a Keiko y a AG. Está deslegitimada tan
solo por el hecho de que la presida la fujimorista Rosa Bartra.
Ya en los noventa, el fujimorato también dio la mano a
AG para quedar impune de la gran corrupción de su primer gobierno. En el
capítulo “Asaltos a la democracia” de su libro “Historia de la Corrupción en el
Perú”, el extinto Alfonso Quiroz expresa muy bien esta colaboración: “…después
de 1992, el gobierno inconstitucional de Fujimori ayudó indirectamente a la
defensa legal de García, gracias a su interferencia en un juicio torpemente
manejado, que tuvo como resultado la desestimación del caso contra el exiliado
presidente. En suma, García y sus asociados se beneficiaron con el continuo
deterioro del sistema legal peruano, influido y corrompido aún más por las
fuerzas escondidas detrás del régimen de Fujimori” (p. 439).
En la actualidad la situación no es muy distinta salvo
porque el negocio es entre AG y la hija de Fujimori y porque ambos están comprometidos
con la información que viene de Brasil a cuenta gotas gracias a la “lentitud”
de una Fiscalía que lo más probable es que haga las cosas tan mal, que a las
finales las investigaciones queden en nada.
Si bien se sienten pasos para que por fin AG pague por
todo lo que robó al menos en las obras de Odebrecht (caso Atala, coimas en el
Metro 1, etc.) la falta de un movimiento social que exija justicia y fin de la
impunidad es su mayor ventaja.
Frente a la lumpenería, la ciudadanía debe entender
que el principal problema del Perú es la corrupción. Pero ese significante
vacío debe llenarse con la convocatoria de colectivos y grupos políticos que
asuman entre otras tareas, la de vigilar y denunciar lo que hacen y no hacen la
Fiscalía y el Poder Judicial. Construir un movimiento social contra la
corrupción de AG, Keiko y compañía es harto difícil, pero no imposible.
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