En
el último número de Hildebrandt en sus trece del viernes 13-4-2018 escribía: “No llegó Donald Trump. Qué pena. Sus viudas más notorias,
los presidentes de Argentina y Chile, deben estar muy tristes. En su lugar ha
llegado el fantasmal vicepresidente Mike Pence, que, en materia de ideas,
también se sienta a la diestra de Gengis Kan. Nunca supe para qué sirven estas
cumbres. Lo que sí sé es que de ellas, hasta ahora, no ha salido jamás un
documento importante, un acuerdo histórico, un replanteamiento de la agenda americana”.
Completamente de acuerdo.
En
teoría, las cumbres son encuentros periódicos que reúnen a los Jefes de Estado
y de Gobierno democráticamente electos de las Américas para debatir y tomar
decisiones sobre temas de relevancia para la región.
En la práctica, son encuentros de Jefes de Estado y de
Gobierno ligados a los grupos de poder para debatir y tomar decisiones sobre
temas de relevancia para los intereses que representan camuflándose entre todo
el cuerpo económico social y cultural y así apoderarse de todos los recursos
que generen beneficios económicos que puedan tener al alcance en cada momento.
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EL OCASO DE LA ERA BOLIVARIANA Y LAS
OPORTUNIDADES QUE ABRE LA VIII CUMBRE DE LAS AMÉRICAS DE LIMA
Robert Evan Ellis, experto en
seguridad nacional y en la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica,
expuso cuáles serán los aspectos salientes del encuentro que reunirá a los
líderes del continente a partir del próximo viernes
12 de abril de 2018
Los presidentes reunidos en la VII Cumbre de
las Américas celebrada en 2015, en Panamá
La VIII Cumbre de las Américas de
Lima tiene muchas probabilidades de convertirse en un hito para la historia
reciente de la región. Al producirse en el ocaso de la era bolivariana, y en
plena consolidación de gobiernos de signo opuesto, es posible que marque el
inicio de un nuevo orden en las relaciones continentales.
Esa es una de las conclusiones a las
que arribó Robert Evan Ellis, profesor de Seguridad Nacional y experto en
América Latina del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, en un
artículo publicado en el sitio de Global Americans, reconocido think tank
estadounidense abocado al estudio de la política americana.
En ningún otro momento desde 1994, la región
estuvo dominada por un grupo de líderes tan comprometidos con las reglas de la
democracia liberal
El autor destacó que estas cumbres
han servido siempre como un "barómetro" del estado de la relación
entre América Latina y Estados Unidos. Es por eso que la inesperada decisión
del presidente Donald Trump de no participar, para enfocarse en la crisis
siria, cubrió al evento con un manto de incertidumbre.
Donald Trump será el gran ausente de
la Cumbre (REUTERS/Leah Millis)
"La retirada de Trump crea el
riesgo no menor de que la cumbre de este año pueda convertirse en una discusión
sobre el vínculo de la región con Estados Unidos, pero conducido en términos
menos favorables, a la sombra de la ausencia del presidente estadounidense",
dijo Ellis.
La retirada de Trump crea el riesgo no menor
de que la cumbre se convierta en una discusión sobre el vínculo de la región
con EEUU
Si bien la administración Trump no
modificó en aspectos fundamentales la percepción de Estados Unidos sobre sus vecinos
continentales, "el tono de su discurso y la interpretación mediática de
sus mensajes han llevado a la región a reevaluar su visión de Estados
Unidos" y el tipo de relación que desean mantener, apreció el experto.
Los cambios de último momento en la
delegación que enviará Washington no son menores. Las Cumbres de las Américas
son la ocasión elegida por la diplomacia estadounidense para promover sus
preferencias de política pública en la región. En este caso, uno de los ejes
será que los países latinoamericanos elijan a Estados Unidos como socio
comercial y de negocios, por encima de otros países, como China.
Nicolás Maduro tampoco asistirá,
porque Perú le retiró la invitación (REUTERS/Marco Bello)
Pero no será fácil. "Cualquier
ambición de Estados Unidos de imponer agenda en esta cumbre será, en el mejor
de los casos, una batalla cuesta arriba —escribió Ellis—. Por un lado, el humor
de la región hacia Estados Unidos es cordialmente escéptico. Para ser justos,
esa postura es más una reacción a la comunicación estratégica del presidente
Trump, que a sus políticas. Aunque la retirada unilateral del Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por su nombre en inglés), la
renegociación del NAFTA, la suspensión del estatus protegido de inmigrantes haitianos,
hondureños y salvadoreños, y el anuncio de que desplegará tropas de la Guardia
Nacional en la frontera con México, han hecho poco por mejorar su influencia en
la región".
Por eso era tan importante la
presencia de Trump el viernes 13 en Lima, para revertir algunos de esos
prejuicios. El anuncio de que no irá ha debilitado la posición estadounidense.
No obstante, a pesar de estos
contratiempos, Ellis consideró que la cumbre sigue siendo una oportunidad para
que se discutan en América asuntos más afines a la perspectiva norteamericana.
La principal razón es el cambio en el ciclo político de los principales países
latinoamericanos. "En ningún otro momento desde la primera Cumbre de las
Américas en Miami, en 1994, la región estuvo dominada por un grupo de líderes
políticos como los que están hoy en el poder, tan comprometidos con una visión
del orden basada en las reglas de la democracia liberal", sostuvo el
académico.
Mauricio Macri y Sebastián Piñera, dos
referentes del giro político en América Latina, desde Argentina y Chile
La clave en este punto es el declive
del bolivarianismo que inundó a la región durante los 2000. "En la sombra
del descenso de Venezuela al autoritarismo corrupto, la insolvencia y el caos
económico, gobiernos conservadores han retornado al oficialismo en Brasil,
Chile, Argentina y Perú, cambiando la dinámica política de Sudamérica y de sus
instituciones asociadas".
Líderes conservadores y centristas promercado
probablemente lleven la Cumbre hacia posiciones consistentes con los intereses
de Estados Unidos
La Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA) sobrevive y sigue siendo el centro político
de la resistencia al orden liberal liderado por Estados Unidos. Pero va
perdiendo adherentes y capacidad de influencia.
No sólo por el colapso venezolano.
La transición política en Ecuador, con el ascenso del moderado Lenín Moreno y
su enfrentamiento con Rafael Correa, aleja al país de sus antiguos aliados.
Nicaragua y Bolivia, los dos países que continúan en la misma sintonía que
antes, son demasiado débiles y carecen de los recursos económicos y
diplomáticos para asumir el deteriorado liderazgo venezolano en la cruzada
contra Washington.
Lenín Moreno impuso un estilo diferente al de
su antecesor, Rafael Correa (EFE)
"La colección de líderes
conservadores y centristas promercado que hay hoy en América Latina
probablemente lleve la Cumbre hacia posiciones consistentes con los intereses
de Estados Unidos, y con un statu quo promercado y prooccidental, aún sin la
mano fuerte y visible del liderazgo estadounidense", afirmó Ellis.
Si bien la renuncia en Perú del
presidente Pedro Pablo Kuczynski había despertado alguna incertidumbre, ésta se
despejó con la determinación de su sucesor, Martín Vizcarra, de mantener la
decisión de no invitar a Nicolás Maduro al evento. La situación venezolana será
tratada de manera crítica, aunque con cautela, para no herir la susceptibilidad
de los pocos países que continúan siendo socios de Caracas.
Por otro lado, es cierto que esos
remanentes populistas pronunciarán encendidos discursos antiestadounidenses, y
que incluso gobiernos más cercanos a Washington expresarán su preocupación con
las medidas migratorias y contrarias al libre comercio tomadas por Trump. Pero
es altamente improbable que eso termine en la adopción de políticas
antiestadounidenses en el documento final.
Evo Morales, el presidente bolivariano que
resiste en Bolivia (Freddy Zarco/Courtesy of Bolivian Presidency/Handout via
REUTERS)
En cualquier caso, Ellis consideró
que hay una serie de tópicos que esta Cumbre de las Américas no puede dejar de
abordar: la crisis en Venezuela, la lucha contra la corrupción evidenciada por
el caso Odebrecht, el combate a la inseguridad pública, las relaciones con
actores externos al hemisferio —como China, Japón, India y la Unión Europea—, y
la elección de los mecanismos multilaterales de cooperación que serán
priorizados en esta etapa.
"Que quede claro —dijo Ellis—,
más allá del carácter generalmente conservador de los actuales gobiernos de la
región, es poco probable que se alcance un consenso fuerte en la Cumbre de Lima
en torno a ninguno de estos temas. Pero todos los progresos deben empezar con
ideas y aspiraciones".
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