PERO TENDRÁ QUE RESOLVER
EL PROBLEMA DE UNA IZQUIERDA FRAGMENTADA
PERO TENDRÁ QUE RESOLVER
EL PROBLEMA DE UNA IZQUIERDA FRAGMENTADA
Verónika
Mendoza Frisch es precandidata a las elecciones primarias del Frente Amplio
que, de ganarlos, la convertirían oficialmente en la CANDIDATA A LA PRESIDENCIA
DE LA REPUBLICA en el año 2016. En este
contexto y marco, el primer problema que
tendrá que resolver es buscar la unidad de una izquierda fragmentada. Por otro
lado, pueden pasar muchas cosas en el
camino como el no contar con recursos para financiar su candidatura. Sobre el
tema, por su contenido reflexivo, adjuntamos
la siguiente nota publicada por
Juan de la Puente
EL MATADOR Y LA VERÓNIKA
Diario La republica
Por Juan de la Puente
El lanzamiento de la precandidatura presidencial de Verónika
Mendoza fue jalonado por opiniones suyas imprecisas en torno al carácter del
régimen venezolano, criticadas desde varios ángulos y con diverso tono, las que
ella aclaró y hasta cierto punto corrigió.
En ese contexto, me llamaron la atención las opiniones de Julio
Cotler sobre Mendoza y su aspiración presidencial. Ha dicho que ella no tiene
“capacidad” de atracción, que carece de “suficiente fuerza”, que no es
políticamente “hábil”, y que no es “segura” aunque es “buena y bonita”.
De Cotler esperaba argumentos más sustantivos. Dada su trayectoria
y prestigio es un claro abuso de una posición dominante en el mercado de la
ideas, sin necesariamente exponerlas. Estas apreciaciones lucen como renuncia
al análisis, una especialidad que como sabemos ejerce bien, una apuesta
reiterada por la frase fácil y un gusto por el adjetivo, sobre todo el
calificativo.
Las referencias a Mendoza son vacías o por lo menos indefinidas.
Las ciencias sociales tienen cuidado al importar conceptos o desarrollar
principios que podrían provenir de otras ciencias. Al interior de los tópicos
sociales se mantiene ese cuidado de modo que, por ejemplo, la “fuerza” no es
tratada del mismo modo por el derecho y por
la ciencia política.
No sé qué argumentos se tienen a la mano para afirmar que una
candidata joven, en un proceso de primarias que acaba de empezar, en un
movimiento igualmente joven y que intenta realizar consultas (precisamente
abajo) casi inéditas, carece de “fuerza” o que esta no es “suficiente”. Del
mismo modo, cómo calificar la “atracción” de un político o su “capacidad” si la
campaña electoral está en ciernes y si los sondeos no han medido la incidencia
de las nuevas candidaturas. En ese caso, nos deslizamos a la adivinación o al
pronóstico con el consiguiente riesgo de yerros. El mismo Cotler erró
gruesamente cuando en diciembre del 2010 pronosticó una segunda vuelta entre
Toledo y PPK. A él no le pidieron una autocrítica y ni él la hizo.
Se supone que un análisis riguroso incluye la opinión pero no se
confunde con ella o la sustituye. En el caso de Mendoza es injusto obviar
precisamente su condición de joven y mujer, dos componentes que las políticas
de género insisten en introducir como instrumentos que garanticen un piso
mínimo de equidad para que millones de ciudadanos no sean excluidos de la
participación en los espacios públicos. La aceptación sustitutiva de esos
valores por “buena y bonita” suena al viejo machismo patriarcal. Sinceramente.
En Mendoza hay más valores públicos que deberían apreciarse, como
su compromiso ambiental y regional con el sur del país, su lucha contra la
corrupción, la defensa de las mujeres víctimas de acoso político y su clara
identificación con los derechos de la comunidad homosexual.
Es conveniente aprovechar este episodio para reflexionar sobre
cierta obsolescencia de prácticas electorales basadas en maquinarias y
principios convencionales que ponen ante los electores exagerados atributos de
los candidatos, como fuerza, energía, dureza, tracción, atracción, seguro de
todo, capaz hasta el infinito, hábil e infalible. Ya en 1980 un entrañable
político, Armando Villanueva, que basó su campaña en el lema “fuerza para
gobernar” fue respondido por otro, Fernando Belaunde, con otro lema: “para
gobernar no se necesita fuerza sino inteligencia”.
Los jóvenes deberían ser
alentados a tomar el control de las tradiciones políticas del país, algo que no
se ha visto en 20 años y creo que el papel de los maestros es, precisamente,
ser más maestros que fiscales. En este punto me quedo con Stéphane Hessel que a
los 93 años les escribió a los jóvenes europeos: “Yo les digo a los jóvenes:
buscad un poco, encontraréis. La peor actitud es la indiferencia, decir ‘paso de todo, ya me las
apaño’. Si os comportáis así, perdéis uno de los componentes esenciales que
forman al hombre. Uno de los componentes indispensables: la facultad de indignación y el
compromiso que la sigue”.
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