JOHN NASH, EL PREMIO NOBEL DE MATEMÁTICAS
EN 1995
Una nota publicada por el Diario
Trome que apena y que posteamos para su
conocimiento y difusión
Fue gracias a la película de Ron Howard, sí,
Richie Cunningham de la serie de TV ‘Happy Days’, titulada ‘Una mente
brillante’ y que fuera protagonizada por una pareja inolvidable: el australiano
Russell Crowe y la bellísima Jennifer Connelly. El ‘Gladiador’ encarnaba al
hombre inteligente que se recibió con honores a los 21 años de doctor en la
prestigiosa universidad de Princeton. La carta donde le otorgaban el doctorado
fue tan escueta como ilustrativa: ‘Este hombre es un genio’. Sin embargo, a los
treinta años comenzó a padecer una terrible enfermedad: ‘esquizofrenia
paranoide’. Todo ese drama fue terrible, porque el genio comenzó a sufrir
alucinaciones, se comunicaba con supuestos extraterrestres, creía ser
perseguido por espías rusos e incluso, veía a una imaginaria niña. Padeció esa
enfermedad por dos décadas y fue su bella y leal esposa Alicia la que tenía que
vivir con ese tormento. Él, después de veinte años, le seguía diciendo: ‘No
puede ser más extraño, esa niña, a pesar de los años, no crece’. Estoy seguro
de que la película se reestrenará y se volverá a editar en formatos modernos,
porque el domingo sucedió una tragedia para el mundo científico. John Nash y su
esposa, que regresaban de Estocolmo (Suecia), donde él había recibido un
galardón más en su carrera, el premio Abe por su contribución a la ciencia, que
no solo era un reconocimiento en palabras, sino que incluía un cheque por 800
mil dólares en efectivo, se estrellaron en el taxi que los retornaba a su
residencia de New Jersey.
Los ancianos salieron despedidos y
murieron instantáneamente. La noticia del trágico deceso del célebre matrimonio
conmocionó al mundo. El propio Russell Crowe, que ganó el Óscar al mejor actor
por encarnar a Nash, no pudo dejar de hacer pública su consternación y escribió
en su Twitter: ‘Mi corazón está con John, Alicia y familia. Una increíble
alianza. Hermosas mentes, hermosos corazones’. Nash pasará a la posteridad por
su famosa teoría del juego o ‘el equilibrio de Nash’. En el filme se grafica
muy didácticamente esa teoría, que revolucionó no solo las matemáticas, sino
que se podía aplicar a otros campos de la vida como la política y las
relaciones humanas. ‘En un bar está el joven Nash con sus amigos de Princeton.
Ellos ven a un grupo de chicas, de las que destaca una bella rubia. El más
‘mandado’ del grupo reta a todos para ver quién al final se logra ‘levantar’ a
la blonda estudiante. El joven hasta se atreve a invocar a Adam Smith, el padre
de la libre competencia, pero Nash lo refuta y le dice: ‘Si todos vamos por la
rubia, nos obstaculizamos y ninguno de nosotros se la lleva. Y si después vamos
por las otras amigas, nos van a ignorar, porque a nadie le gusta ser plato de
segunda mesa. ¿No es mejor que ninguno vaya por la rubia y así no nos
obstaculizamos y no ofendemos a las otras chicas?’ ¡¡Victoria asegurada!! La
teoría de Nash revolucionó los sistemas de competencia, pues buscaba la
ganancia de los participantes por medio de un punto de estabilidad. No se busca
ganar un todo para un determinado lado y eso se podía aplicar también en la
política y ser fuente de acuerdos y conciliaciones, y así evitar conflictos de
consecuencias irremediables. John y Alicia vivieron épocas tumultuosas. El
matemático abandonó por años a su esposa. Se separaron, se volvieron a unir
porque tuvieron un hijo, también esquizofrénico. Algunos criticaron a Howard
por silenciar la parte oscura de la relación de Nash y su esposa, pero creo que
el cineasta tuvo razón. Nash, según declaró en 1995, se curó solo. ‘Salí de mi
pensamiento irracional sin otro medicamento que los cambios hormonales
naturales del envejecimiento’. Ella fue fundamental en esa milagrosa
recuperación y no creyó conveniente incidir sobre supuestas infidelidades de
ambos. Su final no pudo ser más cercano que el filme ganador del Óscar.
Estuvieron juntos, llegaron hasta el final y ni la muerte pudo separarlos.
Descansen en paz.
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