miércoles, 20 de mayo de 2015

MÁS ALLÁ DE TÍA MARÍA

UNA NOTA PERIODÍSTICA PARA LA REFLEXIÓN DE DON RAUL WIENER
20-05-2015
Cuando a los españoles situados en Panamá les explicaron de la existencia de una civilización indígena viajando hacia el sur, le agregaron una razón adicional y decisiva para iniciar la aventura: la abundancia de oro y plata en esas regiones que podía llenar centenares de barcos y convertir en más que ricos a los aventureros peninsulares.
Pizarro y sus compañeros llegaron buscando metales preciosos en unas tierras que estaban cubiertas de agricultura, donde las alturas y los llanos, los ríos y los lagos, habían sido dominadas por la actividad humana, y donde los minerales precisos tan cotizados en Europa no tenían más valor que el ceremonial. Ahí comenzó una historia que no acaba hasta hoy, según la cual, desde fuera, el Perú no es más que un gran depósito de minerales y de otros muchos recursos que lo que hay que hacer es cogerlos y llevarlos al exterior.
Con la república el asunto no cambió, salvo en el hecho que las oligarquías locales buscaron asociarse a los inversores externos en calidad de socios menores y sus políticos se convirtieron en guardianes armados de sus intereses. Hoy, a pesar de los múltiples intentos de modernización que hemos vivido en casi 200 años de supuesta vida independiente, vemos que la ambición de una empresa de pésima trayectoria de apropiarse de las reservas minerales de El Tambo en Arequipa, nos divide violentamente.
El Estado, otra vez, le declara la guerra a su propia gente y genera una reacción que ha ido escalando en dureza, y que se refleja en los debates políticos en los que abundan acusaciones sobre incitación a la violencia y al homicidio, corrupción de una y otra parte, agricultura versus minería, etc. ¿Por qué estamos en estas? Porque el Estado que ha vivido más de una década de un espléndido boom de precios de minerales y las oligarquías que se llenaban los bolsillos, todos ellos creyendo que el fenómeno era permanente, no prepararon nada para el cambio de situación.
Mil veces la historia había confirmado que si se tiene un producto o varios de alta demanda internacional que generan ingresos excepcionales, esto no va a durar para siempre y habrá un momento en que las curvas del crecimiento, las exportaciones y los impuestos se volverán hacia abajo. ¿Y cuál ha sido la respuesta típica a estos desenlaces? Pues la de toda la vida, buscar desesperadamente más proyectos y mayor producción, para compensar los menores precios. Una ilusión que pone en cuestión de hasta donde los sistemas económicos, ambientales y sociales preexistentes pueden aguantar que se siga exprimiendo el subsuelo.

Pueden contarnos historias sobre la minería moderna, pero en Europa no permiten una explotación minera a tajo abierto, ocupando grandes espacios, desplazando la agricultura y cambiando el paisaje histórico. Aquí nada de eso importa. Ni siquiera que los tambeños sean ellos mismos modernos y productivos y hayan invertido para el futuro de sus familias. El Perú, es minero y punto, nos responden altaneros.

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