LA LUCHA CONTINUAS: JÓVENES SOLO ACEPTAN DEROGAR LEY
Luego de la exitosa III marcha por la derogatoria de la Ley Pulpin,
nuevamente los jóvenes se alistan para la IV jornada de lucha para el 19 de
enero. Se oponen a debate de Ley Pulpín
en Comisión Permanente porque creen que puede ser maniobra política para
modificar o suspender la ley, sin anularla.
La cuestionada Ley es otra de las aberraciones reaccionarias del
gobierno de Ollanta Humala. Lo que no se atrevió a hacer el mafioso Fujimori lo
hace quien dijo cínicamente ser anti imperialista” y democrático.
A continuación adjuntamos nota periodística enviada a
nuestro correo que publicamos por su alto contenido reflexivo.
JUVENTUD PERUANA SE DESPIERTA: TIEMBLA OLLANTA HUMALA
EL CACHACO EN PALACIO DE GOBIERNO
Los
gobernantes, de los ámbitos nacional, regional o local, deberán tomar nota que
con una juventud activa no podrán hacer lo que se les venga en gana. Ni la
demagogia o el silencio, la mudez o la indiferencia, tienen cabida ante una
juventud activa y participativa. La juventud, que quiere construir un futuro,
no permitirá que arrasen con las semillas de su presente.
Ollanta Humala, el militar acusados de crímenes que esta sentado
en el palacio de gobierno, tiene el merito, el único, de haber despertados la
cólera de los jóvenes per uanos. Estos sin dirección política, ni con hambre de
ganar votos (como hacen los falsos “marxistas” y “comunistas”) han remecido el
Perú para hacer sentir su ira contra un gobierno corrompido, felón y
reaccionario.
(Mate pastor). Con mucha
razón, diversos columnistas han tratado sobre el rol que viene desempeñando la
juventud en la reciente jornada de protestas contra la llamada Ley Pulpín. Si
bien es cierto no hay una conducción política clara y, en cierta medida
desorganización, lo más relevante es que la juventud ha despertado y está
haciéndose sentir con su paso por las calles.
Un país con una juventud adormecida no tiene futuro. Una
juventud que se mantiene al margen de los grandes hechos nacionales no se
compromete con el destino del Perú. Era preciso que la juventud abandonara la
"virtualidad" y pasara al ejercicio real de las marchas en las
calles. Es eso, la presencia física en las avenidas, la que le da carácter a la
indignación. Y es tal vez eso lo que no calculó el gobierno. Pensó, basado en
el comportamiento juvenil a lo largo de los últimos cuatro años, que la
protesta no iba a pasar de las redes. No se contaba con que la dinámica juvenil
iba a encontrar un liderazgo en activistas con experiencia que motivaron a la
gente a protestar, de manera cívica y sin caer en las provocaciones de los
infiltrados (que siempre son sembrados) y de los extremistas (que nunca
faltan). La resultante ha sido, indiscutiblemente, positiva.
Ahora falta que los jóvenes se animen a hacer política. La
protesta es importante, pero más importante es tener conciencia del poder. Los
gobiernos saben que las protestas callejeras se agotan en los recursos
logísticos y el cansancio físico y la disponibilidad de tiempo siempre pasan la
factura. De allí la necesidad de hacer política. Los partidos no cuentan con
contingentes importantes de políticos jóvenes. Muchos de los dirigentes
juveniles ya no pertenecen a ese sector etáreo. La juventud puede incorporar
dinamismo a partidos aletargados en la comodidad y en la inercia. Por eso es
importante que los jóvenes militen, en el partido que crean conveniente, o
decidan formar una agrupación si no se sienten identificados con el
establecimiento.
Paola Ugaz ha recordado en las redes la importancia de la
indignación juvenil ante la caída del Tribunal Constitucional en los años
noventa. Carlos Meléndez señala que bien hay otros tópicos que, como seguridad,
merecen la atención juvenil. Reclama también organización y sentido político.
Ambos tienen mucha razón. El problema tal vez está en que la juventud no
encuentra referentes, todavía, entre sus propios miembros y los partidos
políticos son incapaces de atraerlos. En todo caso bien harían en no convertir
la jornada de marchas en un evento episódico sino en el inicio de un proceso de
participación más intenso que le hará mucho bien al país.
Los gobernantes, de los ámbitos nacional, regional o local,
deberán tomar nota que con una juventud activa no podrán hacer lo que se les
venga en gana. Ni la demagogia o el silencio, la mudez o la indiferencia,
tienen cabida ante una juventud activa y participativa. La juventud, que quiere
construir un futuro, no permitirá que arrasen con las semillas de su presente.
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