Por: Jaime Antezana Rivera. 31-8-2017
El gobierno ha tomado una delicada decisión: cercar con policías y rejas la plaza San Martín, la misma que se había convertido en el lugar de concentración, descanso y alimentación de delegaciones regionales de profesores en huelga nacional indefinida.
Con esa decisión, el gobierno ha optado por radicalizar la represión policial contra la huelga magisterial que, con excepción del miércoles 30 de agosto, que hubo bloqueos de carreteras, se había desarrollado pacíficamente. Ha optado por la represión policial en detrimento del dialogo Minedu/dirigentes.
En efecto, instalar un cerco policial de la plaza San Martín, cuando se había reiniciado el diálogo entre el Minedu y los dirigentes regionales y los docentes iniciaban nuevas medidas de fuerza (huelga de hambre, encadenamientos, etc), es como echarle gasolina al conflicto.
Más aún, cuando la huelga nacional indefinida no pudo ser quebrada por los anuncios draconianos (descuentos, el despido de profesores) de la ministra de educación y una poderosa campaña mediática de presentarlos en contra la evaluación docente y llevando a cientos de profesores como carneros en aviones a sus regiones.
Todo lo contrario: reconociendo la preocupación de los padres de familia de que sus hijos pierdan el año escolar, incluido movilizaciones y pronunciamientos en contra y a favor, la huelga nacional magisterial se ha fortalecido. Ha tomado un nuevo aire. Al igual que el gobierno, también ha entrado a una etapa de radicalización.
Estamos, pues, ante un escenario muy delicado para un gobierno profundamente débil y con fisuras internas que parece creer que por la vía de la represión policial y las amenazas imposibles de implementar del Minedu puede poner fin a una huelga que se ha cohesionado.
Por decisión del gobierno, el escenario se esta constriñendo a la confrontación total; a un escenario de colisión sin diálogo. ¿Que puede pasar en este escenario donde predomina la confrontación sin dialogo? En un escenario de confrontación total, la peor parte, sin duda, la llevara el gobierno de PPK.
Con un país casi paralizado, con PPK en caída libre en las encuestas, con fisuras internas y la incapacidad de resolver la huelga magisterial, la protesta magisterial puede trocarse en una protesta de mayor dimensión y derivar en una crisis política. El telón de fondo: la radicalización de la huelga nacional indefinida de los profesores.
En medio de este cuadro de cosas, la vacancia presidencial se esta convirtiendo en una demanda nacional. En una exigencia que discurre por las calles y redes sociales. A la base están los crasos errores del gobierno: no dialogar, en su momento, directamente con los dirigentes regionales que dirigen la huelga y estigmatizar a la mayoría de los dirigentes como “terroristas”.
Ha llegado el momento que el presidente PPK y el primer ministro Fernando Zavala salgan de su burbuja y tomen en sus manos la solución de la huelga magisterial y no seguir echándole gasolina al conflicto. Abran las puertas del diálogo con los dirigentes del Comité Nacional de Lucha con respeto y den una salida al conflicto.
En efecto, instalar un cerco policial de la plaza San Martín, cuando se había reiniciado el diálogo entre el Minedu y los dirigentes regionales y los docentes iniciaban nuevas medidas de fuerza (huelga de hambre, encadenamientos, etc), es como echarle gasolina al conflicto.
Más aún, cuando la huelga nacional indefinida no pudo ser quebrada por los anuncios draconianos (descuentos, el despido de profesores) de la ministra de educación y una poderosa campaña mediática de presentarlos en contra la evaluación docente y llevando a cientos de profesores como carneros en aviones a sus regiones.
Todo lo contrario: reconociendo la preocupación de los padres de familia de que sus hijos pierdan el año escolar, incluido movilizaciones y pronunciamientos en contra y a favor, la huelga nacional magisterial se ha fortalecido. Ha tomado un nuevo aire. Al igual que el gobierno, también ha entrado a una etapa de radicalización.
Estamos, pues, ante un escenario muy delicado para un gobierno profundamente débil y con fisuras internas que parece creer que por la vía de la represión policial y las amenazas imposibles de implementar del Minedu puede poner fin a una huelga que se ha cohesionado.
Por decisión del gobierno, el escenario se esta constriñendo a la confrontación total; a un escenario de colisión sin diálogo. ¿Que puede pasar en este escenario donde predomina la confrontación sin dialogo? En un escenario de confrontación total, la peor parte, sin duda, la llevara el gobierno de PPK.
Con un país casi paralizado, con PPK en caída libre en las encuestas, con fisuras internas y la incapacidad de resolver la huelga magisterial, la protesta magisterial puede trocarse en una protesta de mayor dimensión y derivar en una crisis política. El telón de fondo: la radicalización de la huelga nacional indefinida de los profesores.
En medio de este cuadro de cosas, la vacancia presidencial se esta convirtiendo en una demanda nacional. En una exigencia que discurre por las calles y redes sociales. A la base están los crasos errores del gobierno: no dialogar, en su momento, directamente con los dirigentes regionales que dirigen la huelga y estigmatizar a la mayoría de los dirigentes como “terroristas”.
Ha llegado el momento que el presidente PPK y el primer ministro Fernando Zavala salgan de su burbuja y tomen en sus manos la solución de la huelga magisterial y no seguir echándole gasolina al conflicto. Abran las puertas del diálogo con los dirigentes del Comité Nacional de Lucha con respeto y den una salida al conflicto.
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