VOTO A FAVOR DE LOS ASESINATOS DE NIÑOS, DEL BOMBARDEO A HOSPITALES
Y ESCUELAS
Un detalle. No nos
engañemos, el apoyo a Francia no es para buscar la paz. El presidente francés
advirtió sobre la posibilidad de nuevos ataques y llamó abiertamente a la
"guerra" contra el terrorismo. Un terrorismo financiado por la CIA
para el derrocamiento de Bashar el Assad que puede abrir camino al interés
occidental por apoderarse del petróleo de la región, pero además de las
principales rutas de los hidrocarburos hacia Europa. La Guerra contra el Terrorismo, como puede verse, es entre otras
cosas un pretexto.
Sergio
Lanzafame escribia: Para comenzar, en Siria ya murieron
250.000 personas en una guerra civil que cuenta con una multitud de actores. El
gobierno de Bashar al Assad, miembro de la minoría chiita y apoyados por Irán y
Rusia, está enfrentado a grupos sunies que tienen el respaldo de las potencias
occidentales y los jeques árabes de la región. Claro que la historia se puede
contar de otra forma. Se puede decir que Estados Unidos y Europa no aceptan y
combaten cualquier intento de independencia político económica de los países de
la región que incluye el control del petróleo que abunda en la zona. Saddam
Hussein, Hosni Mubarak o Muamar Gadafi sufrieron ya los rigores de tal intento,
lo padece Irán y ahora en forma más aguda Al Assad, quien fue sindicado como el
villano mundial de turno por unos años.
EE.UU.-RUSIA: LO QUE ESCONDE LA GUERRA EN SIRIA
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EE.UU.-RUSIA: LO QUE ESCONDE LA GUERRA EN SIRIA
Por Patricio López
El eventual
derrocamiento de Bashar el Assad puede abrir camino al interés occidental por
apoderarse del petróleo de la región, pero además de las principales rutas de
los hidrocarburos hacia Europa. Por el lado de Rusia, Tartus es el único acceso
que esa potencia tiene al Mar Mediterráneo.
La irrupción de Rusia en una zona que la coalición Estados Unidos –Europa pretendía como propia, evidencia, de
manera cruda, que la guerra civil siria entre las fuerzas de Bashar El Assad y
las distintas facciones rebeldes es apenas la capa visible de una trama que,
llevada hasta el fondo,involucra a otras regiones donde están concentrados los
poderes del mundo.
Porque, hay que precisar ante ciertos enfoques mediáticos, que Rusia no es el primero
sino el décimo país en bombardear Siria este año. Antes, Estados Unidos, Gran
Bretaña, Canadá, Francia, Australia, Turquía, Israel, Emiratos Árabes Unidos y
Jordania ya lo hicieron, aunque como parte de una alianza con propósitos
totalmente distintos a los rusos.
¿Qué es lo distintivo en este caso? Primero, la posición en combate
respecto al régimen de Bashar el Assad. Mientras la coalición occidental afirma
estar combatiendo al Estado Islámico, el gobierno ruso ha reconocido que su
acción no se restringe a esos grupos, sino que incluye a otras formaciones
islámicas radicales, como el Frente Al Nusra, muy cercana al ISIS, que
participa en la guerra civil siria en el bando opositor. Esta ofensiva militar
amplia ha resultado inaceptable para las potencias occidentales, que en un
comunicado conjunto le han exigido a Putin que los ataques de Rusia solo se
remitan al Estado Islámico.
La inconsecuencia que la Coalición Occidental aprecia en Moscú es vista desde allá de la siguiente manera: si Estados Unidos y Europa dicen querer
combatir el terrorismo ¿por qué lo enfrentan en Irak y lo apoyan al lado, en Siria? ¿será que en realidad no es eso lo que les interesa?
Rusia ha contestado, en esa lógica, que si el objetivo de derrotar al ISIS es común, entonces debe producirse una
coordinación entre todos los países que adhieran a él. Junto con recomendar a Estados Unidos que retire sus fuerzas
de las zonas de los ataques aéreos rusos, les hizo un llamado a integrarse al
Centro de Información en Bagdag, Irak, donde se produce el intercambio de datos
de inteligencia militar entre Irak, Siria, Irán y Rusia.
No es casual la lista de los países que integran esta otra coordinación. Es relativamente
evidente que una de las consecuencias, sino la principal, de la intervención de
Occidente en Oriente Medio fue generar vacíos de poder que facilitaron el
surgimiento de fuerzas mucho más inestables que las que había antes. Es
decir, el Estado Islámico es consecuencia de los derrocamientos en Irak,
Afganistán y Libia. Frente a ello, los únicos dos gobiernos fuertes de la
región que pueden actuar para parar al ISIS son dos antiguos régimenes
satanizados por las potencias occidentales: Irán y Siria.
Tenemos entonces que Europa, la región del mundo que muestra más dificultades políticas e institucionales para
acoger la inmigración, es la co-responsable de las catástrofes que han agudizado los desplazamientos. En Medio Oriente,
la inestabilidad luego de la intervención en Libia y la guerra en Siria, cuyas
consecuencias son dramáticas también en Irak, ha llevado a la huida de seres
humanos por cifras de seis dígitos, mientras en África, las desastrosas
acciones y omisiones post-coloniales han ayudado a agravar los conflictos en
Sudán del Sur, República Centroafricana y otros países.
Interrelacionadamente, los alzamientos populares que se
produjeron contra estos gobiernos fuertes, y que fueron bautizados desde la
mirada de los deseos de las potencias occidentales como “primavera árabe”, han ido evolucionando a una
situación bastante peor que la que
originalmente se pretendió enfrentar: debilidad estatal, caos territorial,
surgimiento de grupos religiosos fundamentalistas, desplazamiento de personas y
crisis migratorias que han llegado hasta Europa, aunque el problema más grave
sigue produciéndose con los que huyen dentro de los propios territorios en
conflicto.
Estamos entonces, en apariencia, hablando del combate al Estado
Islámico, para referirnos en realidad
a muchos puntos conectados en el mapa, partes de una cuestión geopolítica mayor, pero que tienen como
capital a Siria.
Este país está, por lo tanto, el centro de las acciones de múltiples actores,
pero éste no es un fenómeno reciente. En su territorio nació una de las
primeras civilizaciones sobre la tierra y su capital, Damasco, es la más
antigua del mundo, además de ser una de las ciudades santas del Islam. A lo
largo de siglos de fluctuante historia, Siria ha tenido olas de distinta
procedencia cultural: griega, romana, aramea, bizantina e islámica, entre
otras. Y es que, tal como Bizancio-Constantinopla-Estambul, Siria ha sido el
umbral que separa a Oriente y Europa. Por agregar una sola situación que
demuestra su importancia, en su territorio aún persiste una de las lenguas
semitas de mayor importancia en el mundo y que se supone era la que hablaba
Jesús, el Arameo.
Hoy, el eventual derrocamiento de Bashar el Assad puede abrir
camino al interés occidental por apoderarse del petróleo de la región, pero además de las principales rutas de los
hidrocarburos hacia Europa. Por el lado de Rusia, es muy importante mencionar la
base naval de esa nación en el puerto sirio de Tartus, que es el único acceso
que esa potencia tiene al Mar Mediterráneo. En ese lugar, la dotación rusa se
ha cuadruplicado en los últimos meses, hasta llegar a más de 2 mil efectivos.
Además Moscú piensa que una eventual caída del presidente sirio puede contagiar
a otros países limítrofes al norte y desde ahí hasta las repúblicas rusas del
Cáucaso. Por último, los intereses comerciales y económicos entre Rusia y Siria
son de vital importancia para Moscú.
La Guerra contra el Terrorismo, como puede verse, es
entre otras cosas un conveniente envoltorio.
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