LA CORRUPCIÓN SE HA INSTITUCIONALIZADO.
CASTIGAR A LOS CORRUPTOS ES UNA RESPUESTA
NECESARIA
Los recientes y más crecientes escándalos en el Congreso del Perú lo han convertido en la institución más corrupta del Perú. La corrupción en el Congreso se ha institucionalizado. Así lo da a entender la nota que adjuntamos y que publicamos por su alto contenido reflexivo:
TIBURONES Y
PIRAÑAS
Escribe:
Sinesio
López
Todos los
actos de corrupción son repudiables, pero este rechazo no puede hacernos
olvidar que en esas aguas turbias navegan pirañas y tiburones. Casi en todas
las encuestas, Fujimori y García (con sus respectivos gobiernos) disputan los
primeros lugares de un nada envidiable ranking de la corrupción. Las
acusaciones contra Toledo lo quieren mostrar como un serio aspirante a tiburón.
Es una lástima que el gobierno humalista, que quiso marcar la diferencia, haya sido atrapado por las mismas redes.
De todas las
acusaciones hechas hasta ahora contra el actual gobierno la más seria parece
ser la de Belaunde Lossio que, por lo que se sabe, no pasa de ser un lobbista
de provincia si lo comparamos con los lobbistas que actúan en el centro de las
decisiones de política económica: el MEF. En esto como en otras cosas los
congresistas y los medios concentrados de derecha actúan con una enorme
hipocresía. Los tiburones del lobby no son investigados ni los operadores de
los poderes fácticos que deciden (en el MEF) las políticas económicas que los
favorecen son vistos siquiera con sospecha. Se escandalizan, en cambio, con los
pirañitas.
Lo más
descarado ahora es que los tiburones quieren investigar a las pirañas. ¿Pueden
los defensores de los presidentes y gobiernos corruptos de vieja data
investigar a los nuevos corruptos?, ¿pueden integrar y hasta presidir
comisiones de investigación en el Congreso?, ¿pueden integrar la Comisión de Ética
del Congreso y presentarse como impolutos Catones de la moral pública? Pueden,
porque ni la ley ni el reglamento del Congreso lo prohíben, pero no debieran si
respetaran los cánones de la moral pública que los llevaría, al menos, a
abstenerse.
¿Qué buscan
estos cuestionados Catones de la moral pública investigando a los supuestos
nuevos corruptos? Es probable que tengan varios objetivos, pero los principales
se orientan a mostrar que todos los gobiernos son corruptos y que no hay
linderos precisos entre el bien y el mal, igualar a los tiburones con las
pirañas, ensuciar y dañar al adversario, limpiar su propia imagen y lograr una
cierta visibilidad pública que los ayude a ser reelegidos en el 2016.
Algunas de
estas comisiones, como la de López Meneses, carecen de seriedad: un fujimorista
preside la Comisión que investiga a otro fujimorista y parece no tener una idea
clara de lo que está investigando ni a quiénes está investigando. Otras
comisiones que llegan a establecer algunos hallazgos importantes pretenden ser
neutralizadas con leguleyadas y con blindajes de la Fiscalía y del Poder
Judicial o de cualquier otro organismo de control.
El prurito
inquisidor de los hinchas de los expresidentes más corruptos tiene
consecuencias devastadoras para la política y para el propio Congreso. La
política, los políticos y el Congreso agravan su ya acentuado desprestigio; la
función de control y de fiscalización del Congreso queda seriamente mellada por
pérdida de credibilidad; la impunidad y la desmoralización pública crecen; el
repudio de la gente a la política, a los partidos y a los políticos abona el
crecimiento de la antipolítica y del antipartidismo.
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