jueves, 17 de septiembre de 2015

MONICA DELTA Y MARIATEGUI ENGENDROS DEL PERIODISMO MAFIOSO

DOMESTICAS GRATUITAS  DEL ANTICHAVISMO
Asco es lo que menos que podemos sentir por Mónica Delta y Sandro Mariátegui, siamesas  de la mafia del periodismo que para nuestra desgracia la extrema derecha  aborto para sentarlos frente a una cámara de televisión y despotricar  cada vez que alguien del seno de nuestro empobrecido  levante su voz de protesta.
No esta demás subrayas que, en el atrofiado cerebro  de estos engendros del periodismo mafioso, sólo existen Chávez, Maduro, Evo y Correa. Pero ausentes en Bagua, Conga, Tía María, Loreto, etc. Y, para colmo de los colmos, últimamente se han convertido en caja de resonancia de los intereses de la ultra derecha  Venezolana, como lo demuestra la nota de Mónica Delta  que adjuntamos pero no compartimos.  
MÓNICA DELTA: NACE UN PRESIDENTE
Sentenciado a 14 años de cárcel. Delito: Oponerse al régimen chavista. Nombre: Leopoldo López. Edad: 44 años: casado con Lilian Tintori con quien tiene dos pequeños, que no pueden estar con su padre, por vivir en una dictadura, la de Nicolás Maduro. Aunque era previsible que López sería condenado por su ‘crimen’ de levantar la voz contra un autócrata, no deja de impactarme la pasividad de los pares latinoamericanos. Las voces de críticas han llegado desde Europa, Naciones Unidas, Amnistía Internacional, el New York Times, Washington Post, Obama, etc. No hemos escuchado un pronunciamiento o una preocupación colegiada de gobiernos latinoamericanos. El principio de intervención que invocan los gobernantes no puede significar automordaza. ¿A qué le tienen temor? Cuando en un pueblo hermano se están violando los derechos fundamentales lo que queda es hablar claro y fuerte. Empezando por casa. Ante la insistencia de Augusto Álvarez Rodrich, en la última entrevista a Humala, este alcanzó a titubear un “amago” de condena y preocupación frente al régimen autoritario venezolano pero, a decir verdad, sonó tibio, casi ofreciendo disculpas. ¿Qué le debe?

Si queremos tener consistencia cuando hablamos de democracia, es necesario ser consecuentes. ¿Por qué no se condena, sin ningún tapujo, lo que está pasando en Venezuela? Estamos hablando de un régimen corroído por la corrupción, en el que pretenden tapar la desesperación, reprimiéndola. A Leopoldo, la fuerza de Lilian y del pueblo venezolano que busca liberarse de esta gavilla delincuencial terminará entregándole la banda presidencial de Venezuela. Está escrito en la historia. Aunque el grupete chavista quiera mantenerse a toda costa, metiendo en prisión a los que los enfrentan. Lo hemos vivido en el Perú. Sabemos cómo terminan. La energía por reencontrarse con la libertad y con los derechos fundamentales será mas fuerte pese a timoratos de espíritu, que les cuesta condenar a estos dictadorzuelos porque, quién sabe, financiaron sus campañas.

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