¿EN QUÉ POSTURA PSICOLÓGICA TE HAS
ESTANCADO?
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A lo largo de la vida todos pasamos por
varias etapas, en las cuales vamos asumiendo, de acuerdo a nuestra edad y
madurez, diferentes tipos de papeles, figuras o modos de ser, como por ejemplo
son el niño, el adolescente, el adulto o el anciano.
Cada una de estas tipologías o
posturas psicológicas muestra sus propios rasgos distintivos, en cuanto a
carácter, actitud o disposición ante uno mismo, los demás, el entorno que nos
rodea y las diversas circunstancias que plantea el día a día en sociedad.
Además, culturalmente, en nuestras sociedades el paso
o sucesión de estas etapas personales –junto con lo que se entiende o espera de
cada una de ellas- está convencionalmente definido, pautado e incluso
reglamentado y regulado legalmente.
Aunque las implicaciones del tema son
de hondo calado y mucho podría hablarse y debatirse al respecto, lo dicho hasta
ahora no tiene nada de nuevo ni de extraordinario, ciertamente. Así como
tampoco es novedad el hecho de que aquellas modalidades psicológicas no se
extinguen realmente con el correr de los años y que, por mucho que el aspecto
físico sugiera otra cosa, en ciertas ocasiones los personajes que parecían
haber quedado muy atrás en el tiempo reaparecen de forma inusitada y con gran
fuerza (a veces también de forma cómica o sorprendente; quizás te suene la
frase “¿no te da vergüenza, a tu edad?”).
Pero lo que tal vez no sabías es que
hay más modalidades o figuras caracterológicas que, siendo igualmente
universales, permanecen latentes o dormidas –y también reprimidas o sofocadas-
en muchos casos. Y las hay que simplemente se ignoran porque, culturalmente, no
están bien vistas, por toda una serie de “razones muy razonables”.
Considerando unas y otras
modalidades, tenemos siete figuras básicas que, comunes a todo ser humano,
serían las siguientes: animal, niño, adolescente, adulto, viejo, genio, Dios.
Estas figuras forman parte de
nosotros y nos acompañan siempre. Ya sea que las manifestemos, las ignoremos o
las reprimamos, son parte biológica y psíquica nuestra, como aspectos
inherentes o consustanciales a la naturaleza humana. Veamos ahora en qué
consiste cada una, cuál es su funcionalidad y cómo se expresan –o podrían
volver a hacerlo- en la vida.
Animal
“Todos tenemos un animal dentro de
nosotros”, y esto hace referencia a nuestros instintos, impulsos o tendencias
más primarias o básicas, regidas por un principio psicológico que se cumple en
cualquier animal (incluyendo el animal humano): huimos del
dolor y buscamos el placer.
Esto se manifiesta en todos los
aspectos de la vida y, en particular, la figura del animal tiene que ver con
aspectos tan fundamentales como el sexo, el bienestar o la supervivencia. Ya se
trate, por ejemplo, de vivir una sexualidad plena, de procurarnos un tiempo,
ocupación o compañía agradable o de usar sabiamente la firmeza o la fuerza en
determinados momentos, todo ello responde a impulsos biológicos naturales, que
encuentran todo su sentido y que pueden ser vividos de forma saludable y
consciente o, en cambio, ser reprimidos forzosamente por la imposición (o auto
imposición) de esquemas culturales o morales arbitrarios, en sociedades que
hace mucho tiempo se desconectaron de los ritmos y procesos armónicos de la
naturaleza. ¿Has enterrado esta parte de ti bajo una maraña de ideas
–pensadas por otros- de lo que es aceptable socialmente o políticamente
correcto?
Niño
Con independencia de la edad que
tengamos, todos tenemos un niño en nuestro interior. El niño quiere
principalmente dos cosas: atención y diversión. De manera que cuando siente que
no es atendido o que no se divierte, el niño expresa su desagrado, bien sea
protestando, frunciendo el ceño, poniendo una carita triste o montando un
berrinche, con llanto y pataleo incluidos.
A la hora de disfrutar de la parte
lúdica de la vida, el niño es sin duda todo un experto vocacional, que goza
espontáneamente de cada ocasión que surge. ¿Dejas jugar a tu niño
interior todo lo que podrías, o tal vez tus artificiales y limitantes esquemas adultos
han taponado tus oídos de manera que ya ni escuchas su voz ni sientes el latir
de su inocente corazón, cuando te pide VIVIR?
Adolescente
El adolescente que todos hemos sido y
que seguimos llevando dentro, ¿qué quiere? Pues lo que más desea y busca es
gustar, ser aceptado, viviendo la vida con la intensidad de un viaje
iniciático. El muchacho/a se mueve por la pasión y por la emoción, y es capaz
de cambiar de la noche a la mañana (hábitos, ideas, apariencia física, todo)
por un ideal, un deseo o un sueño. Obviamente, cuando las cosas no suceden tal
como anhelaba, el adolescente sufre ese “choque con la realidad”, resulta
lastimado y experimenta la desilusión, el desencanto y el “corazón partío”,
razón por la cual casi todo el mundo acaba matando virtualmente a su
adolescente interior.
Pero esta no es en absoluto una
decisión madura ni práctica, porque al bloquear a nuestro adolescente
encadenamos a una figura que tiene poder, que tiene vigor, pasión y entusiasmo
abundantes para emprender cualquier proyecto; y no tiene miedo de ir en pos de
lo que ama. ¿Acaso no sería el momento perfecto de recuperar tu
adolescente interior y dar pasos en dirección de aquello que es realmente tu
pasión o tu vocación en la vida?
Adulto
He aquí una figura igualmente necesaria
y útil, válida y funcional, pero que en nuestra civilización ha sido –valga la
redundancia- adulterada. Lo que podría ser un modo de ser naturalmente
responsable, sensato y ecuánime, es mancillado por la acumulación de reglas,
moral, normas, deberes y principios, con los que la persona se identifica y por
los cuales busca machaconamente estar con la razón, tener razón, y que le den
la razón, precisamente desde que cree que tiene “uso de razón”. De hecho, la
gente levanta barreras y fronteras por la razón, pelea por la razón, asesina
por la razón y muere finalmente enrocada o petrificada en su razón…
Pero la razón no
existe: cada uno tiene la suya, que responde a su propia perspectiva, a su
particular idiosincrasia o programación mental, en base a su experiencia
personal, única e intransferible... Nadie tiene entonces la razón, “la verdad
absoluta”; pero todo el mundo pelea por ella. ¿No es trágico? Y, al paso, ¿no
va siendo hora de superar tus esquemas anquilosados y abrirte a una visión más
madura, dejando así que tu adulto auténtico se exprese naturalmente?
Mayor
El mayor o el anciano (o el viejo,
sin ninguna connotación peyorativa), lo que quiere es ser escuchado. Y aunque
algunos te quieran contar lo misma historieta cien veces, es indudable que
nuestros mayores tienen algo invaluable que atesoran, algo que los jóvenes y
adultos suelen pasar por alto o ignorar: su experiencia de vida, su sabiduría.
Es justamente por esta figura que,
empleándola en su versión más lúcida, podemos darnos permiso para sacar al
resto cuando la ocasión oportuna se presenta. Con nuestra figura de mayor –en
realidad, sabio- estamos conscientes de nosotros mismos y de nuestros puntos
fuertes y dones naturales, así como también de nuestras debilidades y lagunas.
Entonces, ¿te permites a ti mismo ser quien quieres ser y no sientes
culpa de ser lo que eres?
Genio
Cada ser humano –y esto te incluye a
ti que estás leyendo estas líneas- tiene un genio en su interior. Si esta
afirmación te ha producido una reacción del tipo “venga ya…”, eso estaría
mostrando una baja autoestima. De cualquier modo, la manera de comprobar y
emplear la figura del genio interior, es simplemente guardando silencio,
ponerse uno receptivo, para conectar con ese gran almacén universal de ideas,
pensamientos y programas, llamado por Jung inconsciente colectivo.
En efecto, han sido y son hoy muchos
los científicos y autores que afirman que toda la información, y todo lo que ha
sido pensado, imaginado o ideado alguna vez, se haya a nuestra disposición en
la mente total, de la cual nuestra mente es una extensión o terminal, una
estación emisora-receptora, capaz de sintonizarse con cualquier frecuencia que
estemos sintiendo en un momento dado, para así captar el mensaje o mensajes
correspondientes a nuestra propia vibración.
Empero, si no callamos, no
escuchamos, y nuestra mente está tan a menudo inmersa en su cháchara, ocupada
resolviendo o propagando supuestos dilemas, conflictos, problemas y
controversias, que no nos damos la oportunidad de tomarnos unos minutos de
silencio para conectar con nuestro genio interior. ¿Qué tal si lo
intentas ahora, y así tener tal vez un momento eureka? Esto puede
hacer más gratificante tu vida, proveyendo quizás una solución insospechada a
algún asunto en el que te sentías bloqueado.
Dios
¿Sabías que lo que ES no puede nunca
dejar de ser y que, por tanto, ERES ESTO QUE SIEMPRE ES? Pues encantado de
conocerte, tú también eres, en realidad, Dios. El mismoSer que ES anima
todas las formas, todos los cuerpos, todos los nombres, tal como sólo el mar
está presente en las olas, que son inseparables de él. Las apariencias son
transitorias, pero la Realidad siempre permanece tal como es, inmutable, así
como un espejo nunca es tocado o alterado por su reflejo. Igual que la pantalla
de cine permanece impoluta respecto a los muchos y variopintos fotogramas que
se proyectan en ella continuamente, en la danza virtual del cambio.
Y así como billones de células (que
respiran, se mueven, se nutren, digieren, excretan y se reproducen) constituyen
nuestros tejidos, órganos y nuestro completo organismo humano, de la misma
forma cada persona hace parte y es célula de un órgano llamado especie humana,
que a su vez está incluido en un cuerpo o sistema mayor llamado planeta Tierra,
que a su vez pertenece a otro sistema que llamamos solar, el cual junto a otros
trillones conforma nuestra galaxia, que no es sino otra parte inseparable de un
organismo mayor -el cluster galáctico-, y así sucesivamente…
De manera que todo son esferas dentro
de esferas, y no hay un punto donde termine una entidad u organismo para
comenzar otra, porque no hay separación real: TODOS SOMOS UNO, el Ser indiferenciado y
constante cuya apariencia es multifacética y cambiante.
Y esta es tu Figura de figuras, la
que las incluye a todas. Hazte consciente y empléala, por ejemplo, cada vez que
tengas la tentación de abusar de cualquier modo de “otro”, porque no existe
ningún “otro” donde sólo hay Uno. Comprendiendo esto profundamente, desde tu
Figura universal, los viejos esquemas erróneos de separación y carencia irán
perdiendo fuerza, develándose en cambio una paz, armonía y contento
incondicionados que siempre habían estado allí, ocultos solamente por
conocimiento erróneo.
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Debido a la censura que recayó de un
modo u otro en la mayoría de las figuras, por parte de padres, profesores,
amigos, expertos y tertulianos (o de parte de uno mismo, al fin y al cabo), la
mayoría de la gente vive en su adulterada versión de adulto, porque es donde
menos les recriminan, donde menos les señalan con el dedo acusador y menos
excluidos se sienten por el rebaño social. Pero,
¡ay!, no es en ese papel donde más felices somos, donde más plenamente vivimos,
nos movemos y disfrutamos… Es así que nos estancamos en una sola postura
psicológica y no usamos las demás, cada vez que sería bueno y oportuno hacerlo.
De ahí que, acostumbrados a nuestro
papel gris de adulto-adulterado, nos asalta el temor de ser de nuevo rechazados
y tachados de inmaduros; mas ¿qué es inmadurez? ¿No es acaso inmaduro el que,
inhibido por las expectativas ajenas y convenciones arbitrarias, se retrae de
tomar a su niño interior y divertirlo?
El gran psicólogo mexicano, Omar
Villalobos lo expresa muy claramente al decir que “madurez es jugar con todas
tus figuras, divertirte con ellas y sacarlas en el momento adecuado”.
Autor artículo: Mache blog. Texto inspirado y basado en la conferencia “Todos somos uno”, del Dr. Omar Villalobos.
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