¿POR QUE TAN SOLO PENSAR EN MINERÍA PODRÍA SER EL TITULO DEL ARTICULO DE Fernando D Villarán que compartimos publicado en La República
Comparto con ustedes el artículo que
me publico La República el día de ayer.
Durante los últimos 25 años, los
sucesivos gobiernos, presidentes, ministros de Economía, de Energía y Minas, la
mayoría de congresistas, la casi totalidad de periodistas y medios de
comunicación nos han venido repitiendo: El objetivo número uno del país es el
crecimiento económico, el motor del crecimiento es la inversión privada, el
Perú es un país minero, la minería es el principal contribuyente del Estado, un
solo megaproyecto minero equivale a un crecimiento del 1% del PBI. Había una
idea que no se decía pero que se asumía como cierta: la productividad viene de
la tecnología importada (maquinaria y equipo).
Como
consecuencia, las actividades de los presidentes, ministros y funcionarios
públicos han estado marcadas por un objetivo principal: promover las grandes
inversiones en la minería. Para demostrarlo tenemos los famosos “Road Shows”
que se han organizado en todos los países desarrollados mostrando las ventajas
naturales que Dios nos regaló. Los resultados están allí, decenas de proyectos
mineros en operación, generando el espectacular crecimiento del sector minero e
hidrocarburos. De acuerdo con el INEI, este sector ha pasado de contribuir con
4.6% al PBI en 1994 a contribuir con 14.4% en el 2007; ningún sector económico
creció tanto en ese período. Las exportaciones de este sector pasaron de
representar el 53% de las exportaciones totales en 1990 a ser el 68% en el 2013
(cifras de CONCYTEC).
No
contentos con estos resultados siguieron repitiendo estas mismas ideas, que se
convirtieron en obsesión y luego en ideología. Por ello, no se dieron cuenta de
que la situación mundial había cambiado radicalmente, y también la situación
interna. Ya con este gobierno, primero se les cayó un megaproyecto, el de
Conga, en el 2011, y se dijo que la economía se iba a paralizar. Ahora un
segundo proyecto tiene problemas, Tía María, y todos estos personajes han
entrado en pánico, arrastrando con ellos a medio país. Han ido creando una
cárcel ideológica de la que no son capaces de salir, no pueden imaginar
soluciones ni diseñar caminos alternativos.
Es
urgente salir de este callejón. Comencemos cambiando las certezas, las
prioridades y los objetivos. El objetivo número uno del país es el desarrollo,
y este es multidimensional (económico, social, ambiental, político-institucional),
los motores del crecimiento son la innovación y el emprendimiento
(Schumpeter-Acemoglu-Robinson) y la inversión es una variable resultado, el
Perú es un país megadiverso (y la minería es sólo una parte de ello), muchos
pequeños y medianos proyectos equivalen a uno grande (comparemos el boom
gastronómico con el minero, en empleo, en nueva riqueza, y miremos a otros
sectores que crecen y crean empleo, como la construcción, el turismo, la
agroindustria, los servicios basados en TICs, entre otros). El Perú tiene un
potencial gigantesco, es absurdo apostar por un solo sector y un solo grupo de
inversionistas.
¿Y qué
hacemos con Tía María? Primero, comencemos a realizar las comparaciones
relevantes: el empleo directo e indirecto que crea el proyecto minero respecto
al empleo que se pone en riesgo en la agricultura y otras actividades. No tengo
las cifras exactas, pero estamos hablando de cientos en el caso de la minería y
de miles en caso de la agricultura. Claro, la productividad de los empleos
mineros es cincuenta veces la de los agricultores porque usan tecnología
moderna importada. Segundo, ¿y si apostamos por elevar radicalmente la
productividad de la agricultura del valle de Tambo? Con una fracción de lo que
se va a invertir en el proyecto (1,400 millones de dólares) se puede crear una
gran cantidad de riqueza para beneficio de toda la población de la zona. Se
invertiría en capacitación, investigación, transferencia y creación de
tecnología; en tres años se podrían lograr resultados espectaculares en creación
de riqueza, mejoramiento del empleo, diversificación productiva. En esos mismos
tres años se podrían levantar las observaciones al proyecto Tía María y
desarrollar tecnologías que impidan la contaminación del agua y la agricultura;
en una de esas, logramos que sean compatibles ambas actividades.
¿Suena audaz? ¿No vivimos acaso en la sociedad del conocimiento
(Drucker)? ¿No se aprovechan de ella, a manos llenas, los países líderes como
Estados Unidos, China, Alemania, Finlandia, Canadá? A nosotros no nos faltan
cerebros
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