Nikolas Stolpkin escribía: Hoy la Izquierda, o el campo intelectual de Izquierda, no es un campo confrontacional contra el sistema capitalista, sino que es un campo que aboga por un sistema más “humanizado” o que demanda “reformas”; no busca sustituir un sistema económico por otro; su lucha más se basa en contener cualquier atisbo que se salga del cauce “democrático”, visto desde la lógica burguesa; buscan la “paz” o la conciliación con las clases dominantes, frente a cualquier muestra confrontacional violenta contra el sistema capitalista y la Clase Dominante. ¿Es acaso una muestra de que gozan de ciertas comodidades que les brinda el propio Sistema Capitalista y que por eso no son ninguna amenaza para el mismo?
A continuación un nota de RAUL WIENER publicada el martes martes, octubre 14, 2014
LA DESAPARICIÓN DE LA IZQUIERDA PERUANA
Es verdad que la primera constatación que se puede hacer a
partir de los resultados del 5 de octubre en Lima, es que el proyecto de Susana
Villarán tuvo una profunda derrota. No hay forma de evadir esta conclusión. Y
esto puede tener que ver con múltiples elementos que van desde problemas reales
de gestión (decisiones audaces con ejecución deficiente; gerencias concentradas
en personas de excesiva confianza pero no necesariamente las más capaces;
mensajes contradictorios, como que no iría a la reelección y luego hacerlo;
etc.,); oscilaciones en las políticas de alianza, que no marcaron una línea
clara desde la elección, la revocatoria y la campaña del 2014, y que incluían
las relaciones con la izquierda y los partidos de centro y centroderecha;
errores en el diseño de la campaña en la que el “atrevimiento” perdió contenido
y se convirtió casi en un desafío al sentimiento conservador y conformista que
ya se expresaba en los electores.
A todo esto se le podrá agregar una anticampaña de prensa
sistemática y apabullante que ha sido un ensayo de manipulación sobre lo que se
puede hacer con la prensa concentrada con vistas al 2016. El manejo ha sido tan
cínico que logró “naturalizar” o “sincerar”, vía una encuesta, la conciencia
con que muchos electores estaban escogiendo a un candidato deshonesto del que
esperaban lograr algunos beneficios concretos. A partir de aquí, efectivamente
la contraposición en relación a corrupción-anticorrupción empezó a perder
sentido. Lima está entrando por la ruta en que ya se metió hace tiempo la
provincia constitucional del Callao donde el imperio de las mafias es casi absoluto. Unos tweet de García saludando
la elección de Castañeda, Moreno y Sotomayor, y culpando al gobierno de la victoria
de Santos, da un idea del bloque político que está madurando. Susana Villarán
no pudo ser la alternativa a ello, por más que se lo propuso. Y que fue la
única que se atrevió a hacerlo.
El balance desde la izquierda
Fuera de la alcaldesa, en esta elección hay un montón de muertos
y heridos. Ahí están el PPC y Somos Perú que se creyeron los que se habían
llevado la ganancia de la revocatoria del 2013 y ahora casi han desaparecido
del único espacio de la política nacional donde tenían alguna vigencia, el
fujimorismo que se quedó sin regiones y el APRA que murió en el otrora solido
norte, y otros perdedores menores. Pero quién figura desde el 5 de octubre en
la lista de desaparecidos es la izquierda que no puede explicar ninguna
política coherente en las últimas elecciones. A pesar de la meritoria victoria
de Santos, a la que Patria Roja le está sacando el máximo de brillo, como si
hubiera sido lo único que hubiera sucedido, la verdad es que en el resto del
país lo que se percibe es un enorme silencio. El mismo caso cajamarquino es
como para meditar, porque la pregunta clave es si lo que ahí pasó refleja una
tendencia con algún potencial nacional, o un disloque de algunas regiones en
los que la lucha contra la actividad extractiva se mantiene terca, pero básicamente
aislada. Santos ha crecido como líder regional, pero difícil creer que lo haya
hecho como figura nacional.
Lo principal, sin embargo es que , en Cajamarca no hubo ningún
frente amplio, rechazo a los candidatos naturales, elección interna con un militante
un voto, etc. Fue simplemente el MAS, teniendo detrás a Patria Roja, el que
decidió ir sólo a la batalla y el que no quiso entenderse con Tierra y
Libertad, que luego de una etapa de repliegue definió otorgar su apoyo formal
al candidato preso, cuando las encuestas ya decían que iba para ganador en
primera vuelta. Pero si esa fue una táctica digamos victoriosa en un lugar, fue
fallida o nula en otros lugares en los que la izquierda entró a la disputa con
distintos membretes (Puno, Moquegua, Cusco y otros), y terminó desbordada por
movimientos regionales más o menos radicales u oportunistas, ajenos al proceso
de unificación que tan pomposamente se proclamó hace un año.
El tema de Lima es elocuente. Los partidos que en el 2010
acompañaron a Susana Villarán en lo que parecía una imposible disputa por la
alcaldía de Lima (MAS-Patria Roja y Tierra y Libertad), que sabían que la
candidata se situaba en el ala moderada y conciliadora, y a la que nunca le
reclamaron que se sometiera a algún tipo de elección interna, fueron
precisamente los que en el 2014 la abandonaron, en dos movimientos sucesivos,
acusándola de buscar alianzas más allá de la izquierda y de creerse la candidata
natural. ¿Por qué ese vuelco tan marcado de perspectivas de un período a otro?
Algunos dicen que lo anterior fue la alianza de los que no estaban detrás de la
candidatura de Humala, y eso los unió, pero no es verdad que Patria no quisiera
ir con Gana Perú sino que falló en el intento, y es también cierto que en
términos de elección presidencial Fuerza Social de Susana, Patria y TyL,
reventaron de la peor forma por cálculos de cada uno respecto a lo que había
que hacer en esa oportunidad.
Amplio, ¿cuán amplio?
A comienzos de año el Frente Amplio parecía existir en el
entusiasmo de militantes de base de todo el país que llegaban para darle
partida de nacimiento al nuevo experimento de unidad de la izquierda que se
había puesto en marcha unos meses antes. Como siempre, se asumía que dado que
las recientes actuaciones desunidas (tres candidaturas el 2006 y 1.4% como
resultado; participación de un sector en el proyecto Humala y posterior
ruptura), hacían inevitable pasar a una etapa de unidad para evitar nuevas
derrotas. Este concepto a la defensiva, oscurecía el problema principal del
encuentro de fundación del nuevo frente: no había una política clara para el
período político inmediato que comprendía tanto las elecciones regionales y
municipales, como las presidenciales del 2016.
Las respuestas a los desafíos de una derecha encorajinada, una
prensa concentrada y un poder económico reclamando las contrarreformas que no
consiguió con Fujimori, quedaron reducidas a respuestas orgánicas. La dirección
la ejercen los partidos, los militantes individuales tendrán el derecho a voto,
la inscripción será la de Tierra y Libertad que se cambiará de nombre, los
acuerdos serán por consenso. La pobreza de estas ideas reflejaba una sola cosa:
que los partidos seguirían decidiendo su política por cuenta propia e
intentando llevarla a los consensos, que si no se conseguían no los obligaban,
como en Cajamarca y otras regiones. En ese cuadro además qué podía significar
un militante un voto, si es que tal cosa hubiera sido aceptada. ¿Un plebiscito
sobre personas? Visto más allá, ¿hasta dónde podía llegar un desacuerdo? TyL,
discrepó con la candidatura de Villarán y se fue con el registro que había
puesto a “disposición de todos”, y empezó a circular por distintos lugares como
si fuera un logo propio. Patria se puso al margen en Lima, el resto de
partidos, cada uno hizo lo que creyó correcto al margen de todos los consensos.
Dos preguntas finales: si había una mejor candidatura que la de
Villarán, no solo porque sirviese a fines izquierdistas propios: renovación,
cambio generacional, decisión de las bases, sino porque pudiese disputar con
cierto éxito una elección como la que se venía, ¿por qué Tierra y Libertad, que
insiste en este punto, no peleó por ello o la sacó adelante con su inscripción,
si además Susana se había corrido hacia la derecha y pactado con un partido
corrupto? No lo hicieron porque no tenían confianza en sus propias propuestas y
prefirieron el cómodo papel de esperar que pasara el cortejo de la alcaldesa
derrotada para empezar sus balances sobre lo que debió hacerse y lo que tampoco
hicieron.
Y, concluyendo, otra vez la pregunta, ¿qué es un frente amplio
en las actuales circunstancias? ¿Una junta de izquierdistas marginales que de
amplitud no tiene nada?, ¿un intento de unir a la izquierda para alianzas con
otros sectores ante los riesgos principales de la coyuntura?, ¿algún tipo de
ilusión de volver al año 2000, cuando todos parecían estar contra el
autoritarismo corrupto, que es precisamente la ilusión que se diluyó en los
siguientes 14 años? Mientras la izquierda no deje de hacerse trampas en su
propio lenguaje, no sabrá de lo que está hablando. Y sin claridad es imposible
que salga de su actual marasmo.
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