Alguien
pegunto: -Maestro ¿cuántos artículos ha escrito?
Lévano
pensó un momento y respondió: -Bueno, por lo menos una camionada…- El articulo
que adjuntamos es uno de esa camionada que posteamos por su alto contenido reflexivo:
COLUMNISTA INVITADO: JORGE BASADRE
El 23 de julio de 1973 publiqué en Caretas la siguiente entrevista
con Jorge Basadre. El texto completo ha sido incluido en mi
libro Diálogos desde la historia. Reproduzco estos pasajes porque señalan
cómo se aleja el presidente Pedro Pablo Kuczynski de nuestros mejores impulsos
históricos y cómo su mensaje del 28 de Julio está influido por su diálogo con
Keiko Fujimori.
—Doctor Basadre, usted escribe en El azar en la historia y
sus límites que entre la revolución de 1820-1825 y la revolución frustrada
de 1814, se queda con la segunda; hubiera preferido, en otros términos, que se
realizara la segunda. ¿Qué cree que hubiera ocurrido si triunfa el proceso de
1814?
—El proceso revolucionario peruano tiene sucesivas etapas. A lo
largo del siglo XVIII se va perfilando un renacimiento indio, un nacionalismo
inca que ha estudiado muy bien el historiador estadounidense John Rowe. En él
hay dos alas: un ala reformista, que quiere que el rey de España se entere de
los abusos existentes, porque supone que los ignora. Hay allí una serie de
figuras pintorescas, novelescas, patéticas; hombres indígenas o mestizos que
incluso van a España a presentar sus quejas ante la Corte. La otra ala de este
movimiento indígena está representada por la gente que va a la revolución. En
esta habría que tomar en cuenta no solo a Túpac Amaru, sino también a un
personaje que vale la pena destacar, y que es Juan Santos. Esto podía ser la
etapa inicial.
Aplastado el movimiento indígena, viene una etapa insurreccional
en que emergen mestizos, criollos e indígenas. A esta etapa pertenecen
movimientos en las zonas que podríamos llamar marginales del virreinato,
Huánuco, Tacna y, fundamentalmente, Cusco. En el Cusco hay, no una tentativa ni
un simple gesto aislado, sino un movimiento muy vasto que se extiende hasta el
Alto Perú y llega hasta Huamanga y Arequipa. El movimiento principal es el de
los hermanos Angulo, que tiene como figura simbólica a Pumacahua y cuenta con
gente tan interesante como Mariano Melgar.
—Usted arroja en su libro una nueva luz sobre Melgar…
—Bueno, recuerdo que en su fábula “Los gatos” Melgar propugna
que se unan los blancos, los negros y los “manchados” para obtener la libertad,
y que “El cantero y el asno” es una defensa del indio. Ese es un movimiento de
clase media, popular, provinciano, netamente peruano, que hubiese venido desde
el Sur hasta Lima y que quizás hubiese podido triunfar si el ejército argentino
que combatía contra los españoles en el Alto Perú pasa a la ofensiva en el
preciso instante en que Pezuela, jefe de las fuerzas españolas, destaca a sus
mejores tropas al mando de su mejor y más cruel general, Juan Ramírez, a
debelar la revolución que se inicia en el Cusco. Pero, como se frustra la
revolución iniciada en el Cusco y extendida prácticamente a todo el Sur y Alto
Perú, la revolución pierde, sus características y se convierte en un proceso
que entra en contacto con San Martín. Ese contacto se da entre la alta clase
limeña decidida a favor de la independencia y el prócer argentino, jefe de la
expedición libertadora. Así es que ya la revolución no viene desde abajo. Es un
movimiento concertado desde arriba.
Al final del diálogo, interrogué al Maestro sobre cómo superar
el Perú del Estado empírico y el abismo social, que él había definido. Su
respuesta fue:
—Tendría que hacerse a través de la justicia social acompañada
por un programa de desarrollo del país; desarrollo en el sentido auténtico:
riqueza nacional y al mismo tiempo mejoramiento económico, cultural,
educacional y cívico del pueblo peruano.
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