domingo, 4 de junio de 2017

UNIDAD POR LA UNIDAD NO, PERO DIVISIÓN PEOR

Puede parecer una paradoja, pero la unidad (las distintas “unidades”) con que tantea la izquierda, despiertan muy poco interés en la gente

En su art.  Nacionalismo e izquierda escribía Raúl Wiener: En estos días la izquierda ha estado tratando de superar las confusiones que se creó ella misma, al llamar “amplio”, a lo que no era sino una coordinadora de pequeños partidos, creándose un obstáculo para actuar con mayor amplitud real, y al entregar a uno de sus miembros, el único con inscripción legal, el encargo de adoptar el nombre de “el frente”, que al explotar durante las regionales y municipales terminó por enredar las cosas, ya que el Frente Amplio se convirtió en el nuevo nombre de Tierra y Libertad, en su actuación por su cuenta.

. Se forman mesas, se crean coordinadoras, se sacan pronunciamientos, pero la sensación es que se camina hacia lo inexorable, es decir que los grupos que puedan agarrarse de alguna inscripción vigente, van a defender ese lugar aparentemente de protección y el rollo que elaboraron para agruparse. Y que al final , la izquierda será golpeada hasta el fondo por las encuestas antes de terminar noqueada en las elecciones.
Es tan evidente la confusión, que los bloques mayoritarios están ya ensayando sus precandidaturas donde aparecen nombres que serían inimaginables en una disputa de envergadura nacional, pero en vez de producir el efecto de entusiasmo democrático al que seguro apuestan sus animadores, lo que alimentan es una mayor confusión: con varios bloques con varios precandidatos, que todavía piensan en dirimir su propuesta entre ellos, y supuestamente de ahí ir a una votación general.
¿Cuánto efecto se produce en la sociedad menos politizada y mayoritaria, que vive del día a día, una serie de “primarias” izquierdistas para dirimir entre sus precandidatos? Creo que muy poco. A estas alturas debería haber no más de tres propuestas (Verónika, Sergio, Carmela, por empezar a resolver el problema), una línea clara para impedir el acaparamiento de la elección y el poder por la reacción extrema, y un espíritu amplio, para incluir en la unidad fuerzas democráticas y progresistas.
Esto en vez de producir Congresos cerrados de algunos cientos de delegados, de hacer declaraciones por la unidad que los firmantes a veces ni respetan o son contradichos desde sus organizaciones, o de lograr alguna mención de la prensa.
Lo que se exige de la izquierda son actos fuertes, como los que llevaron a las victorias contrasistema en casi todos los procesos de los últimos años, y que se explican siempre por la intensidad de la contradicción entre los principales adversarios.
Si a esto le añadimos mecanismos democráticos y de frente único, se puede con suerte despertar inquietudes nuevas como las que se ven en España y otros países. Pero lo que cuenta es el contenido. En un país que ha pasado por la traición de Humala, del que ahora la derecha pretende sacar provecho afirmando que así, mediocres, fallidos y corruptos, son todos los izquierdistas, cuando precisamente se trata de romper con un modelo de por lo menos 25 años, del que Ollanta Humala no pudo escapar.
Lo que tenemos a vista, en cambio, es una izquierda parada en el sitio,  asegurando estar haciendo trámites internos, sin mucho criterio de cómo se pasa a acuerdos de unidad que nos metan nuevamente en un enredo de reuniones de tanteo y proclamaciones. Podríamos decir que el tiempo ya acabó. Y si no hay respuestas las siguientes semanas, habremos agregado a nuestra historia de divisiones de muchos años, una peor, que no se sabe dónde nos lleva.
Publicadas por Raúl Wiene

jueves, julio 30, 2015

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