El Perú continúa esperando que el Congreso se pronuncie lo más rápido
posible sobre el destino final del
Contralor a quien el fujimorismo odiaba y hoy lo protegen.
¿Qué hay detrás de todo este asqueroso tinglado? ¿No será que
lo necesitan para luego
utilizarlo Y tapar las compras sobrevaloradas
de computadoras realizadas por luz
Salgado?
Lo bueno de todo
esto es que una vez mas se ha demostrado que en el fujimorismo no existe no
existe persona con ética y esto es muy triste por poner una vez más en
evidencia el grado de putrefacción al
que ha llegado el Congreso controlado por el hampa politica aprofujimorista como lo da entender la nota que
adjuntamos para su conocimiento y difusion:
VILLANO PERFECTO
Alarcón
parece indefendible pero, ¿por qué el oficialismo lo empoderó de tal manera que
volvió vinculante su opinión?
El viejo concepto de la
Blietzkrieg o guerra relámpago a fulminado la imagen del contralor Alarcón.
Allí están, con el cañón humeante aún, armas de grueso calibre empleadas en su
contra: las grabaciones pidiendo ayuda indebida, las aparentes gollerías
administrativas a su pareja sentimental.
Y eso no es todo. Gente
más docta ha empezado a describir las irregularidades cometidas por el
contralor antes, durante y después de la adenda de Chinchero. Edgar Alarcón, en
consecuencia, es un villano consumado y encarna al malo de la película. Absurdo
fuera pensar lo contrario.
Si las cosas son así y Alarcón tenía más anticuchos que la
explanada Sur del Nacional, ¿por qué el oficialismo lo empoderó de
tal manera que hasta llegó a afirmar que la opinión del Contralor sería
vinculante y el gobierno la habría de acatar? ¿Cómo es posible que le
hayas dado todo el poder a alguien que ya sabías era tramposo y cuestionable?
¿No sería precisamente por eso, porque lo sabías vulnerable? ¿Alguien creía
tenerlo controlado con la amenaza del audio?
Alarcón es indefendible,
pero esa condición no modifica en lo más mínimo la situación de Chinchero y la
cuestionada adenda. Los ataques al contralor tienen todo el sabor a venganza
hacia alguien que no dio su brazo a torcer. Pero si alguien en el oficialismo
piensa que con ese ataque se puede instalar una falsa dicotomía entre un
término y otro —digamos, si cae
el contralor se restablece la adenda— se equivoca con largueza. El
contralor puede caer más tarde o mañana, pero eso no volverá legítima la
adenda de Chinchero ni podrá ocultar las huellas visibles de una poderosa
constelación de lobistas.
El propio fujimorismo no
queda del todo coherente en su actitud frente a Alarcón. Cuando lo eligieron
contralor se retiraron y de inmediato dieron una conferencia de prensa acusando
al humalismo saliente de imponer un contralor a la medida y anunciaron que
emplearían el control político para sacarlo en la siguiente legislatura.
¿En qué momento, ya en el nuevo Congreso, desistieron de tan noble labor? ¿Por
simple olvido?
Incluso este hoy olvidado
zapateo fujimorista desnudaba desde temprano los pecadillos de Alarcón. Y, sin
embargo, Vizcarra y sus colegas lo empoderaron al máximo. Después se sorprenden
cuando la gente dice que a los pepekausas les falta hacer política.
Ahora le toca al nuevo
ministro de Transportes y Comunicaciones, Bruno Giuffra, tomar la decisión
respecto al futuro de la obra misma... y sería el colmo que el futuro de la
obra dependa del futuro del contralor.
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