ARTÍCULO
PUBLICADO POR CÉSAR ÁNGELES LOAYZA
Publiicado el 2 de mayo de
2017
César Ángeles Loayza. Escritor y periodista peruano. Radicó varios años
en Barcelona (España), Francia (París) y Berlín (Alemania). Integró el comité
editorial de la revista de cultura y política Intermezzo Tropical
Una vez más,
la universidad Nacional de San Marcos (Lima) decana de América (fundada en
1551) se ve agredida por el Estado peruano, su recua de ayayeros y prensa a su
servicio. Y esto sucede en medio del reciente drama popular, con miles de
heridos, damnificados y centenares de muertos por los desbordes que sacudieron
la costa norte de ese país (incluida la indolente capital limeña); y cuando las
precipitaciones andinas que sobrepasaron los cauces fluviales, en consonancia
con los efectos de la Corriente del Niño (‘el llamado Niño Costero’), revelaron
grotescamente la falta de previsión y desidia oficiales, inclusive con obras de
ingeniería hidráulica marcadas por la corrupción y nula planificación en
función de las necesidades populares.
La sincronía
entre ambos hechos recientes no es casual, ya que cuando se trata de los
sectores populares todo golpea con más fuerza en privilegio de las castas de
siempre. En efecto, una vez más, esta emblemática universidad nacional del Perú
está en el ojo de la tormenta oficial y mediática. La noche del pasado 29 de
marzo, grupos de estudiantes tomaron el campus sanmarquino para exigir
soluciones a su desatendida lista de reclamos, donde incluyen el aumento en el
cobro del Aporte Voluntario Estudiantil (AVE) –que de voluntario solo tiene el
nombre– y el condicionamiento de la matrícula a otros cobros de mantenimiento.
También denunciaron tráfico de influencias y corrupción administrativa del
actual rector, Orestes Cachay, por haber usado la reciente entrega de becas de
la Universidad de Harvard para beneficiar a varios miembros de la Asamblea
Universitaria y comprar sus votos.
Como suele
suceder cuando se trata de la juventud universitaria, en la educación pública,
nada fue atendido a tiempo por las autoridades correspondientes del Poder
Ejecutivo, ni, por supuesto, por las de la propia universidad. Lo cual llevó,
como suele ser la historia de esta y otras universidades públicas, a que solo
quedase el recurso de impedir las actividades académicas –toma de campus
incluida– para que estudiantes y trabajadores sean escuchados en sus demandas.
Carlos
Basombrio, algunos años se afilió en la "izquierda" caviar del Peru,
y de ahi salto en paracaida en el gobierno del superreaccionario Pedro Pablo
Kuczynski. Basombrio, es el ministro del interior.
El desenlace
fue que, aun cuando el actual ministro del interior, Carlos Basombrío (uno de
esos caviares que cambió las rojas banderas de su juventud universitaria,
incluyendo su libro ‘El movimiento obrero: historia gráfica’ de 1981, por los
ternos elegantes y cómodos sillones del poder), anunció que no se intervendría
la Universidad San Marcos, dos días después, el 31 de marzo, ordenó el ingreso
de 300 efectivos policiales quienes, a punta de tanqueta y bombas lacrimógenas
violentaron la autonomía universitaria, agredieron a quienes estaban realizando
un acto de protesta justo y pacífico, y tomaron prisioneros a algunos
estudiantes de esa casa de estudios.
Cabe remarcar
que esta protesta unió a estudiantes con docentes y trabajadores sanmarquinos.
Así, el representante del Sindicato de Trabajadores, Edgard Virto, manifestó:
“Venimos siendo atropellados por la actual autoridad que ha despedido a más de
60 trabajadores sin ningún motivo, sin ninguna causal, dejándolos en la calle
[...]. La madrugada de hoy han intervenido de la manera más brutal, y es
reprobable que este rector utilice medios para sembrar y dar a entender que los
estudiantes han tenido armas, lo cual no es cierto. El día de ayer hicimos
rondas con personal de la Defensoría del Pueblo, verificando que no hay
situaciones de violencia ni deterioros en la universidad provocados por los
estudiantes. Denunciamos esta actitud que consideramos es peor que la de Pedro
Cotillo [el anterior rector]”.
Una vez más,
el Estado peruano busca amedrentar a la juventud de una universidad popular,
lanzando el mensaje de que este tipo de protestas no se va a tolerar. Y para
que esta abusiva e ilegal acción quede políticamente bien caracterizada, los
periodistas serviles, que inundan esa cloaca que es el periodismo peruano (con
honrosas y escasas excepciones), afloraron para agitar, nuevamente, el rostro
del senderismo y las acciones terroristas en torno a esta pacífica toma de
local, la misma que es un recurso válido cuando los reclamos universitarios no
son escuchados por las autoridades, como le consta a quien haya pasado por
estas aulas.
Así, por
ejemplo, la periodista Magaly Medina (apodada ‘la Urraca’), quien representa el
miasma más rancio del periodismo nativo y especializada en programas basura de
chismes y sensacionalismo, se expresó en estos términos sobre la toma y
desalojo del campus sanmarquino, en su mamarrachero programa televisivo ‘90
Matinal’ del viejo canal sionista Latina Televisión (antes, Frecuencia Latina):
“Estos chiquitos se están quejando de la represión policial brutal. Pero, por favor,
ellos tomaron su universidad. Estaban jalando un cable para electrificar la
puerta de entrada. No estoy escuchando hablar a estudiantes universitarios que
realmente quieren hacer una carrera, estoy escuchando hablar a unos aprendices
de terroristas”.
Luego de
recibir justificados ataques en las redes sociales de los propios sanmarquinos,
así como de muchas personas solidarias con los universitarios, en cínico
ejercicio retórico declaró lo siguiente: “¿Cuándo dije que lo fueran? Dije que
parecían ‘aprendices de terroristas’ que no es lo mismo”. Graznidos de urraca
desplumada que, además de las referidas protestas en redes sociales, merecerá
una demanda judicial de los alumnos contra esta periodista de pacotilla (quien
ya estuvo en prisión por difamar al actual capitán de la selección peruana de
fútbol, Paolo Guerrero, en octubre 2008), en este caso, por discriminarlos
debido a su condición como estudiantes sanmarquinos.
Y ya que
debatimos la manipulación sobre el sentido de las movilizaciones sociales, mencionemos
que el pintor más representativo de la burguesía local, Fernando de Szyszlo
(1925, Lima), amiguísimo del novelista Mario Vargas Llosa y los sectores
empresariales, dio el siguiente testimonio para el suplemento especial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) por los 100 años de esta
institución: “Yo recuerdo cuando mis amigos universitarios sufrían por las
clausuras y las huelgas de san Marcos en una época turbulenta. La PUCP fue
tomando fuerza entre los alumnos hartos de perder sus semestres y retardar su
graduación”.
A este
nonagenario artista plástico, así como a varios comunicadores peruanos, cabría
recordarles que las diversas luchas por la gratuidad de la enseñanza pública no
son monopolio de unos cuantos revoltosos sanmarquinos, sino que integran la
historia popular latinoamericana e internacional; como fue el caso, para poner
un ejemplo cercano y reciente, de las multitudinarias protestas de estudiantes
en Chile, entre los años 2010 y 2014, por una universidad gratuita. En este
país, además, resulta escandaloso que el gobierno supuestamente izquierdista de
Michelle Bachelet no haya introducido la gratuidad de la enseñanza
universitaria en ninguno de sus dos gobiernos. En la ultra industrializada
Alemania, este derecho se ha venido defendiendo mediante huelgas prolongadas y
multitudinarias ocupaciones de campus, salones e instituciones públicas
incluidas; con lo que se logró paralizar, por ejemplo en Berlín, la
introducción de cuotas semestrales. Lo propio ha venido sucediendo en diferentes
universidades europeas, donde se realizaron multitudinarias movilizaciones
contra el denominado “Plan Boloña”, así como por los recortes presupuestarios,
en particular a la investigación.
Como si esto
fuera poco, un nieto políticamente bastardo del Amauta José Carlos Mariátegui,
“Alditus” Mariátegui, espetó en su programa “Ampliación de noticias” de RPP
Noticias que los estudiantes sanmarquinos –y los de cualquier universidad
pública– debieran obtener subvenciones estatales a manera de préstamo, para que
luego, cuando sean profesionales devuelvan el dinero invertido por el Estado en
su formación académica. Con lo cual, “Alditus” mató dos pájaros de un solo
eructo mental: 1) si fuera un préstamo aquel dinero, como entiende cualquier
persona con lógico discernimiento, se cancelaría la gratuidad de la enseñanza
violándose ipso facto la respectiva ley constitucional (algo que, dicho sea de
paso, a las arrogantes clases dominantes y cía. jamás les ha importado un pito
en el Perú), y 2) este representante de la burguesía nativa considera que un
profesional, forjado en la universidad pública, no devuelve nada con su
ulterior trabajo, sino que debe devolver lo invertido en su preparación en
dinero contante y sonante. Nada de lo anterior hizo este sujeto, sin embargo,
cuando recibió una beca de postgrado en periodismo, en España, ni cuando se
benefició de un doctorado inconcluso en la Complutense de Madrid, universidad
pública bajo subsidio español.
Más allá de
sumas y restas, subleva la micro visión que esta clase burguesa y compañía
exhiben respecto de la formación académica: como un terreno de dólares más o
dólares menos, de trueque de metálico por educación, y con una vieja mentalidad
sobre el éxito individualista. Por lo demás, las palabras expresan mejor lo que
disfuerzos y manierismos retóricos disimulan mal: en su artículo “Algunos
apuntes sobre todo este batiburrillo webero sobre San Marcos”, este nieto
bastardo del Amauta llamó ‘estudiantes menesterosos’ a quienes carecen de
economía para solventar una carrera profesional.
En uno de los
pocos espacios medianamente objetivos, como es el blog Grancomboclub del ex
dirigente estudiantil de la Universidad Católica del Perú, Silvio Rendón, este
expresó un claro deslinde crítico comentando, irónicamente, aquel razonamiento
mercenario y prácticas autoritarias sobre la educación pública:
“‘No discuto
la gratuidad temporal de la enseñanza pública’, pero luego tienen que devolver
la plata prestada. Entonces no es gratuidad de ningún tipo, ni siquiera
temporal. Es préstamo, no prestación de un servicio gratuito. ¿Por qué negar
con una mano lo que se afirma con la otra? Ya, pues, derecha, di de frente que
no quieres gratuidad de la enseñanza en el Perú.
Se juega
además con estereotipos: ‘pudiente’ y ‘menesteroso’. Ambos calificativos
atentan contra la dignidad del/a estudiante de la universidad pública. Los
países desarrollados, medianamente desarrollados y en desarrollo tienen
sistemas de universidades públicas. ¿Por qué? ¿Porque les gusta que unos pocos
‘se la lleven gratis de los impuestos de otros’ ‘cuando son pudientes’ o cuando
son ‘menesterosos’? ¡No! Lo hacen porque quieren formar cuadros profesionales
que atiendan las necesidades laborales de las empresas. La empresa privada
formará gente puntualmente o en labores específicas, pero no tienen cómo
comprometer a un trabajador a trabajar siempre para la empresa. Históricamente
el estado ha asumido esta formación.
El apoyo del
estado a la universidad pública no es un subsidio de consumo; es una inversión
nacional en capital humano. La chata lógica individualista que no sabe de
externalidades combinada con una tradición oligárquica excluyente sólo ve
dinero desperdiciado, sólo se imagina que el dinero vuelve al estado si el
apoyo económico a la universidad pública desaparece y se convierte en un
préstamo. Un profesional que trabaja para su país no cuenta como que está
‘devolviendo’ el dinero al estado. Un médico o una enfermera que trabaja en un
hospital público con bajos sueldos, no devuelve nada a cambio de su formación.
Un ingeniero que construye una carretera o un profesor mal pagado educado en La
Cantuta que trabaja en zonas rurales no devuelve nada al estado. No, eso no
vale, ahora encima tendría que pagar ‘US$10 mensuales a 12 años y pico, sin
intereses y a tras 5 años de graduarse’. Eso significaría simplemente la
completa privatización de la universidad pública en el Perú. Inténtalo,
derecha, y no tendrás una toma de local: tendrás una revolución”.
Cabe acotar,
al respecto, algunas precisiones e interrogantes. El financiamiento de la
universidad pública por el Estado no es solo ni tanto una inversión; sino, en
principio, un derecho civil consagrado por la propia Constitución neoliberal
fuji-monteSINista. Recordemos que las universidades públicas son financiadas,
también, por los impuestos que pagan los profesionales egresados de sus aulas.
En este sentido, y si se trata de cómo financiar la gratuidad de la enseñanza
cumpliendo el mandato constitucional, por qué Aldo Mariátegui y otros agentes
del neoliberalismo explotador no exigen mayores cargas tributarias para las
grandes empresas nacionales y multinacionales; o mayores imposiciones
tributarias para las empresas mineras, por ejemplo, que obtienen exorbitantes
ganancias pagando misérrimas regalías. Por qué no exigir que estas empresas
paguen más; o que los parasitarios congresistas ganen menos. A qué se debe que
estos apologistas de la explotación al trabajador peruano (mediante la usurera
y racista política del “cholo barato”) callaron cuando Fujimori malbarató las
empresas públicas. Con todo ese dinero que el Estado piadosamente condona al
gran capital se podría financiar una educación pública de mucha mayor calidad y
rendimiento. Es una vergüenza que la escuela pública peruana sea una de las
peores de América Latina, y que solo el alumnado y muchos docentes de San
Marcos, la UNI y la Agraria den la talla, a pesar del sabotaje que padecen
históricamente del propio Estado y las clases dominantes para quien sirve.
Un último y
grotesco ejemplo de todo lo narrado se produjo en RPP, durante el siguiente
cargamontón de la periodista Patricia del Río y su cómplice –otra vez– Aldo
Mariátegui, contra Jorge Huamán, secretario de relaciones internas de la
Federación Universitaria de San Marcos (FUSM), a propósito de la denuncia
estudiantil de que esta universidad aprobó cobrar un monto mayor por el carné
universitario (S/ 18 soles cuando la Superintendencia Nacional de Educación
Superior Universitaria –SUNEDU- indicó que cuesta S/ 16) y que, además, se
pretende cobrar por el uso de laboratorios, el comedor y gimnasio, cuando
dichos servicios deben estar incluidos en el costo de la matrícula.
Se cita unos
fragmentos resaltados por el portal lamula.pe (dicho sea de paso, a P. Del Río
no parece haberle ido bien en matemáticas durante su escolaridad):
"PERO SI
SON SOLO DIEZ CÉNTIMOS DIARIOS"
Mariátegui:
¿Nos puedes detallar cuáles son esos cobros (indebidos), a cuánto ascienden?
Huamán: Se
llama aporte voluntario estudiantil, pero de aporte voluntario no tiene nada
porque...
Del Río: Esa
es la versión de usted versus la del rector, pero ya nos quedó clara cuál es su
posición. Usted dice...
Huamán: En el
propio reglamento de matrícula se condicionan a través de gastos operativos, en
el cual condicionan directamente el aporte por mantenimiento de laboratorios.
Mariátegui:
¿A cuánto ascienden los pagos de los que estamos hablando?
Huamán: En
algunas facultades como ingeniería electrónica, se hacen cobros de 60 soles. En
ingeniería industrial, bordea delos 150 a los 200.
Del Río: 60
soles por semestre...
Mariátegui: O
sea, 10 soles al mes.
Del Río: O
sea, 10 céntimos diarios. [SIC]
"DEJEN
DE HACER LABERINTO, PÓNGANSE A ESTUDIAR"
Del Río:
Ustedes son conscientes de lo que está pasando en el país, ¿no? ¿Los
estudiantes de San Marcos son conscientes de lo que está pasando en el país?
[En referencia a los huaicos y lluvias]
Huamán: Somos
conscientes totalmente de lo que está pasando en el país...
Del Río: ¿Son
conscientes de que el Estado está haciendo todo lo posible por asistir a gente
que no tiene nada?
Huamán:
Correcto...
Del Río: Y
son conscientes de que San Marcos es una universidad que tiene que ser pública
y gratuita, ¿cómo no?, pero que además alberga estudiantes de colegios privados
que han pagado hasta un par de meses sus colegiaturas sin quejarse mucho. ¿No
podrían un poco poner el hombro por esta vez y no hacer laberinto? ¿Llegar a un
acuerdo con la universidad y diferir el pago si alguien tiene problemas? ¿De
verdad tenemos que estar discutiendo esto en este momento porque ustedes no
quieren pagar 20 o 30 céntimos diarios?
Huamán: Hemos
hecho jornadas y campañas de solidaridad...
Del Río:
Jorge, mucho más solidarios van a ser si no hacen laberinto en estos días, de
verdad. Y pónganse a estudiar y reúnanse para hacer labor social. Nosotros
vamos a estar muy agradecidos y dejen estudiar a los que si quieren estudiar.
Estoy segura que su reclamo sí tiene fundamento, pero (también) estoy segura
que lo pueden resolver de una manera más eficiente que lo que están haciendo.
Confiamos en la responsabilidad y sensibilidad de los estudiantes de San
Marcos.
Huamán: Eso
esperamos que el rector haga con nosotros...”.
Al igual que
la “Urraca” Medina, y como ya es costumbre entre los venales periodistas
peruanos, P. Del Río ha intentado articular, luego, una disculpa pública por
los términos empleados; ante lo cual se le ha respondido duramente aquí1 y
aquí2.
Detrás de
esta retahíla de sandeces, típicas del arrogante periodismo limeño –así como de
no pocos intelectuales, artistas y un sector de esta sociedad–, se trasunta una
perspectiva pesetera y disciplinaria, propia de una carceleta en cualquier
rincón olvidado del país, así como desviar todo en detalles secundarios para
soslayar el conflicto de fondo, político e histórico, en este tipo de denuncias
y reclamos justificados por parte de estudiantes y trabajadores del sistema
educacional público peruano. Lo cual termina siempre con desenlaces represivos
que recuerdan tiempos del fujimorato o la dictadura militar de los 70; vale
decir, agresión armada contra protestas de universitarios como si fuesen
avezados delincuentes.
En las
imágenes televisivas se observa papelería de agitación política (Ver aquí,
minuto 1:40), entre otros materiales requisados de este talante. Detalles que
hacen presumir que las supuestas armas de fuego y bombas molotov, que la
policía dice haber hallado en la toma del campus, fueron sembrados por las
fuerzas represivas que invadieron esta universidad, como afirma la propia
Federación Universitaria de San Marcos (FUSM).
De este modo,
observamos que esta emblemática universidad nacional continúa siendo blanco de
las élites que no le perdonan que haya sido, tradicionalmente, una fuente de
pensamiento y acción críticas. Si recordamos algunos hechos en su historia lo
comprobaremos. Cuando fue rector el aprista Luis Alberto Sánchez, este se opuso
rotundamente a la construcción del campus universitario con el argumento de que
los estudiantes podrían articular cualquier protesta mucho más fácilmente.
Durante la dictadura de los generales EP Velasco Alvarado y Morales Bermúdez,
se hizo ingresar fuerzas militares en reiteradas ocasiones. A fines de los años
80 y comienzos de los 90, en plena democracia representativa, fueron asesinados
2 estudiantes y otro quedó inválido por balas de la policía contra marchas de
estudiantes sanmarquinos en la avenida Venezuela.
En 1992,
Fujimori decretó la intervención militar de San Marcos apostando efectivos
militares y francotiradores al interior del campus. En este caso, las redadas
eran encabezadas por sujetos encapuchados que recorrían los pasillos y
señalaban a estudiantes y profesores que deberían ser detenidos o inclusive
desparecidos: San Marcos estaba sembrado de soplones que cumplían este tipo de
funciones (internacionalmente, el caso más sonado de este tipo de prácticas fue
el asesinato, en 1992, de 9 estudiantes y un catedrático en la Universidad
Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, “La Cantuta”). Durante la
ocupación militar del fujimorato, los soldados obligaban a cantar, a patadas,
el himno nacional a los estudiantes, y quienes no lo hacían eran detenidos con
las consabidas sesiones de tortura. Considerando esta historia, la más reciente
ocupación de San Marcos no es, pues, un hecho aislado sino que corresponde a
una línea de continuidad, a una dinámica estructural con la que se ha
pretendido siempre acallar el pensamiento y la acción estudiantiles.
Lo anterior
se inserta en el marco oficial y oficioso de criminalizar la protesta,
sembrando el fantasma del terror político para desautorizar la rebelión, y
creando cortinas de humo para que los grandes ladrones y mafiosos que integran
el poder en ese país sigan impunes –como varios expresidentes recientes,
empezando por el búfalo gordo Alan García–, mientras el pueblo peruano
–incluidos sus estudiantes más valientes y críticos– sigue invisibilizado,
silenciado y secularmente desatendido en sus necesidades urgentes. Es justo
afirmar, entonces, que el único terrorista es el Estado capitalista.
No uno sino
mil huaycos políticos les esperan, sin embargo, a las rancias clases
dirigenciales peruanas en los próximos años, hasta que la protesta popular alce
vuelo y sepulte en definitiva esta historia de oprobio que significa la
República peruana. Constituida, desde 1821, en beneficio de grupos egoístas y
extranjerizantes que, riéndose de las penurias del pueblo (como la estólida y
desenfocada risa del presidente actual, en estos días de lluvias y huaycos
terribles), va camino a que su cacareado crecimiento económico le reviente en
sus narices en pleno bicentenario de la fundación del inservible e insensible
Estado criollo.
César Ángeles
Loayza. Escritor y periodista peruano. Radicó varios años en Barcelona
(España), Francia (París) y Berlín (Alemania). Integró el comité editorial de
la revista de cultura y política Intermezzo Tropical. Ha publicado cuatro
libros de poesía, así como un libro con dos ensayos sobre los poetas Arthur
Rimbaud, y César Vallejo y el humor. Está incluido en la selección con 12
poetas de los años 80: La Última Cena, así como en la selección de poesía
peruana actual, en la revista Brújula/ Compas del Latin American Writers
Institute, de New York. Cursó la Maestría en Literatura, con mención en
Estudios Culturales, en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicó, en diciembre 2015, su libro
Cortes intensivos. Entrevistas y crónicas (1986-2014), donde reúne su trabajo
en periodismo cultural sobre 26 personajes de la escena contemporánea.
Recientemente participó en el JALLA-La Paz (Jornadas Andinas de Literatura
Latinoamericana) en calidad de ponente con su exposición “Periodismo cultural
bajo tiempos de guerra: Perú 1986-1995 (hasta hoy)”.
Parte de su
trabajo se puede apreciar aquí:
http://www.letras.s5.com/archivocesarangeles.htm
http://www.ciberayllu.org/Autores/
Índice y
video promocional del libro ‘Cortes intensivos’:
https://www.facebook.com/cesar.arskorta/posts/914455505307897?hc_location=ufihttps://www.youtube.com/watch?v=DddKsNUxLN8
Página
oficial del libro:
https://www.facebook.com/Cortes-Intensivos-Entrevistas-Y-Cr%C3%B3nicas-1986-2014-1659147461024569/?fref=ts
SOBRE EL
VIDEO. La Universidad de San Marcos, siempre ha estado en la mira de los
gobiernos más represivos y reaccionarios del Perú. El 5 de abril del 1992, la
mafia que dirigía Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos ejecutó un golpe de Estado
y suprimieron cualquier indicio de democracia. Uno de sus blancos fue la
Universidad de San Marcos. Las fuerzas armadas entraron violentamente en esta
universidad bajo el pretexto de cazar “terroristas”. Ahora es el turno del
demócrata de pacotilla Pedro Pablo Kuczynski, quien hace lo mismo que Fujimori.
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