LA PEOR DERROTA SUFRIDA POR EL IMPERIALISMO YANQU:
Tres tanques PT76 y dos tanquetas norteamericanas repletas de jubilosos combatientes revolucionarios irrumpen en el palacio presidencial de Saigón. Foto: Archivo |
Hace 42 años el
heroico pueblo vietnamita derrotaba la invasión imperialista yanqui. En la foto
tanques de las fuerzas por la liberación del Sur invaden el Palacio La
liberación de Saigon (hoy Ciudad Ho Chi Minh) el 30 de abril de 1975 dio
el (...)
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El 30 de abril de 1975, Saigón era definitivamente liberada por parte de
los combatientes vietnamitas. El anhelado sueño de Ho Chi Minh, de Giap y
tantos otros patriotas revolucionarios y comunistas se convertía en realidad:
Vietnam se reunificaba en una sola y victoriosa Nación.
Nearly 60,000 US soldiers died in the Vietnam War
Dos años antes, en enero de 1973, en París, el Frente de Liberación
Nacional, los Estados Unidos y una delegación sudvietnamita habían firmado los
Acuerdo de paz, que las dos últimas partes incumplieron de forma manifiesta.
Como todo pueblo que reivindique su dignidad y autoestima, ese hoy
recordado año 40 del triunfo contra el imperialismo norteamericano, surge de
una larga historia de combates y sufrimientos. "Nada que tenga que ver con
la emancipación popular se logra sin sacrificios", supo decir el
inolvidable patriota vietnamita Ho Chi Minh, y eso se convirtió en una máxima
defendida con uñas y dientes por sus leales seguidores.
Hablar de Vietnam hoy es recordar una de las grandes proezas de la
historia contemporánea. La de la tenacidad, confianza en las ideas y lucha a
brazo partido durante décadas, para quitarse de encima las distintas facetas de
injerencia imperialista de diverso signo.
Primero fueron los franceses, los que a mediados del Siglo XIX habían
emprendido la conquista del país, y se encontraron con una resistencia heroica
que “una y mil veces nos hizo retroceder en nuestros intentos”, como lo
explicaría posteriormente uno de los jefes militares de París. Sin embargo, el
poderío de fuego y la masividad en la intervención militar facilitó que
progresivamente el país se convirtiera en una colonia. Pero desde el
establecimiento de la dominación de los imperialistas franceses el Movimiento
de Liberación Nacional del pueblo vietnamita se desarrolló continuamente.
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, Francia fue rápidamente
ocupada por los nazis, y Vietnam pasó a transformarse en colonia de los
japoneses. Fue ese el momento en que el Partido Comunista de Vietnam analizó
con prontitud y certeza la nueva situación, concluyendo que se iniciaba un
nuevo ciclo de guerras y revoluciones. Poco después se formaba el Vietminh
(Frente de la Independencia de Vietnam) que inició la guerra de guerrillas, que
se agigantarían a partir de 1945 (cuando el Ejército Rojo soviético y las
fuerzas aliadas derrotarían al ejército japonés) y culminarían con una
insurrección general y la instauración del poder popular en Hanoi y en todo el
país. Ho Chi Mính, el máximo líder de todas las victorias vietnamita presidía
el gobierno y se proclamaba la independencia y se creaba la República
Democrática de Vietnam, primera democracia popular del sudeste asiático.
Sin embargo, el 23 de septiebre de 1945, el Cuerpo Expedicionario
francés abrió el fuego en Saigón, generando a partir de ese día, y durante
nueve años, el desarrollo de una guerra de liberación nacional que finalizó con
la victoria vietnamita en Dien Bien Fu.
El cuarto y último capítulo de esta escalada de ataques imperiales de
distinto signo que sufrió Vietnam comenzó en 1959 y se prolongó hasta 1975,
protagonizando esta vez el intento el poderoso aparato militar de los Estados
Unidos, que trataba así de impedir la reunificación de Vietnam en una sola
nación. Cientos de miles de marines se dispusieron a defender al gobierno
títere de Vietnam del Sur, y como le ocurriera a franceses y japoneses,
chocaron con el muro de resistencia de todo un pueblo enrolado en el Frente de
Liberación de Vietnam. A partir de ese momento y durante quince largos años de
contienda despareja, en la que los invasores utilizaron las más sofisticadas
armas de destrucción masiva contra la población civil vietnamita, se escribió
una de las páginas más estremecedoras y emotivas de la historia revolucionaria
mundial.
El resultado de la agresión fue demoledor: más de un millón y medio de
muertos, entre los cuales 58.100 fueron soldados norteamericanos y el resto
pobladores y milicianos vietnamitas, a lo que hay que sumar la devastación
generalizada de un territorio, sus viviendas e infraestructura, que fueron
miles de veces bombardeados no sólo con potentísimas cargas explosivas sino
también con napalm y "agente naranja" que arrasaron con aldeas y
seres humanos. A todo este accionar bélico norteamericano hay que agregar lo
que para sus tropas de intervención en distintos países es algo común: los
malos tratos generalizados, las torturas y todo tipo de sevicias contra los
pobladores detenidos, tanto que el propio gobierno de EE.UU. tuvo que reconocer
posteriormente que 278 soldados fueron condenados por tribunales militares por
las atrocidades cometidas.
Vietnam venció y no fue por casualidad, sino que su liderazgo
revolucionario, protagonizado por muchos hombres y mujeres, entre los cuales
emergen con luz propia el presidente Ho Chi Minh -quien lamentablemente
falleció en 1969- y el general Vo Nguyen Giap,
impuso una modalidad exitosa a la hora de combatir a los invasores: la
guerra de todo el pueblo a través de la construcción de un Ejército popular.
Como el propio Giap lo definiera: “La resistencia era precisamente la
continuación de la revolución nacional democrática bajo la forma de una lucha
armada”.
Conocedores de las teorías milenarias de cómo combatir a incursores tan
poderosos como los marines norteamericanos, el liderazgo nacional vietnamita
interpretó -como ya había ocurrido con los franceses- que la estrategia enemiga
se orientaba a una acción rápida para una decisión rápida. De allí, que
resultaba de pura lógica para cualquier planteo resistente, que la prolongación
eventual de la guerra privaría a los estadounidenses de sus puntos fuertes
mientras agravaba más sus debilidades. Así se fue delineando un plan operativo
de respuesta, consistente en construir todo un sistema de líneas de ataque y
cerco que permitió a las tropas revolucionarias vietnamitas lanzar -año tras
año- incesantes asaltos en oleadas sucesivas. Ese sistema, con sus innumerables
trincheras, túneles que generaron una auténtica nación subterránea por debajo
del escenario “real” de combate, sus bases de artillería, sus puestos de mando,
se fueron multiplicando y terminaron por hacer más visible un triunfo que
parecía imposible por la potencia y la masividad del agresor. Vale recordar que
los marines de EE.UU contaron además con
el apoyo de efectivos de Australia, Nueva Zelandia y Corea, que también
mordieron el polvo de la derrota frente a los imbatibles vietnamitas.
No cabe ninguna duda que a la hora de evaluar circunstancias especiales
de lo que fue esa guerra de emancipación nacional, resultó estratégica la
contribución de las tropas especiales del Ejército Popular. Dichos cuerpos de
combate fueron creados por el Presidente Ho Chi Minh, y se convirtieron
rápidamente en unidades de elite poseedoras de fuerzas acuáticas, terrestres y
urbanas.
A diferencia de sus enemigos enviados por Washington, su potencia no se
basaba en sofisticadas armas sino en la experiencia acumulada de las históricas
guerras de defensa nacional, una paciencia ejemplar, una rara capacidad de
resistencia corporal y, sobre todo, una férrea voluntad.
A sus combatientes se les conocía como los hombres y mujeres de
"cabeza descubierta y pie descalzo” que con el correr de los años se
convirtieron en una auténtica pesadilla para los marines yanquis.
Fueron innumerables las acciones llevadas a cabo por estas tropas, pero
si hay que dar ejemplos de lo que se puede lograr con disciplina y convicción
de que se está luchando por una causa justa, habría que nombrar la operación de
los 14 puentes, que fue el mayor ejercicio ofensivo durante la guerra, con la
participación de una división, una brigada, cuatro batallones y numerosos
comandos urbanos.
Así se logró la ocupación del puente Ghenh, operativo llevado a cabo
bajo la dirección del coronel Van Ninh. La idea era defender ese objetivo “sea
como sea". Con una valentía sin par 52 milicianos combatieron durante dos
días ante un descomunal ataque de los marines, y sólo dos de ellos quedaron con
vida, pero ninguno retrocedió de su puesto y defendieron el objetivo hasta el
final.
En estos ejercicios de memoria hay que recordar también el nombre del
sargento Pham Duy Do, quien no sólo participó en la defensa del puente de la
estratégica carretera Bien Hoa, sino que fue el guerrillero que hizo flamear la
bandera de la liberación en el palacio presidencial de Saigón el día de la
victoria definitiva.
La ofensiva final
A las 0 hora del 29 de abril de 1975, el alto mando vietnamita decidió
que había llegado la Hora H de la ofensiva final. Saigón fue atacada por todas
las direcciones, excepto desde el mar. Por la zona desmilitarizada penetraron
más unidades, lo mismo que desde Laos y desde el centro norte de Camboya. Por
la mañana, la artillería norvietnamita bombardeó intensamente el puente
Newport, la última conexión de Saigón con el mundo exterior. Tras horas de
intensa lucha, la ciudad quedó completamente aislada.
En un bosque de caucho próximo a Dau Giay, aguardaba una unidad de
ataque en profundidad formada por una brigada de carros de combate, un
regimiento de infantería y algunas unidades más. Llevaban los vehículos
camuflados con ramas, los brazos con cintas rojas para distinguirse y uniformes
impecables para tomar la capital. Mientras en el bando pro norteamericano, el
general Cao Van Vien firmó la orden de resistir con la frase «defender hasta la
muerte, hasta el final, la porción de la tierra que nos queda». Sin embargo,
como ocurriera con numerosos oficiales y marines yanquis, ese “fiel” soldado
del gobierno títere, poco después desertaba de su puesto y huía del país.
A media tarde del 29 de abril los transportes, los blindados vietnamitas
salieron del bosque y llegaron a la capital aplastando toda resistencia que
pudieron encontrar. Al día siguiente penetraron en Saigón mientras invasores
norteamericanos y sus lacayos del Sur, trataban de huir por cualquier medio.
Así fue tomado por lo combatientes comunistas el cuartel general del Estado
Mayor, el Palacio de la Independencia, el cuartel general de la Zona Capital
Especial, el Directorio General de la Policía y el aeródromo de Tan Son Nhut.
Saigón había caído y cientos de banderas rojas flameaban altivas en todo
el ámbito del Palacio gubernamental. Cuando los milicianos prorrumpieron en el
despacho del atribulado “presidente” títere Minh, éste intentó un discurso
formal de "transmisión del mando". La respuesta fue tajante:
"Usted no tiene nada que transferir. Puede rendirse
incondicionalmente".
Afuera, en medio de escenas de júbilo popular y disparos al aire, se
podían observar las últimas y vergonzosas “hazañas” de los marines y personal
diplomático yanquis huyendo a la atropellada. Subiendo a los codazos a
helicópteros, gritando aterrorizados y dibujando con esos gestos, imágenes que
patentizarían la peor derrota sufrida por el imperialismo yanqu junto con la
paliza recibida en Bahía Cochinos y Playa Girón, a manos de los revolucionarios
cubanos.
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