PARA LA OPOSICION LA AUSENCIA DEL PRESIDENTE LE QUITA PESO
Lo que quiere el Gobierno es establecer una agenda, ante los primeros efectos de la crisis internacional. Pero la pregunta por el premio mayor ¿Qué puede aportar el PPC, Perú Posible, Restauración Nacional, el Apra, el fujimorismo? Definitivamente nada.
Vásquez Kunze agregó que la convocatoria a todas las fuerzas políticas por parte del Ejecutivo “es básicamente para hacerlos corresponsables de todo lo que está sucediendo”. En esa línea, dijo que le parece apropiado que las dos principales fuerzas de oposición, el fujimorismo y el Partido Aprista, tengan sus resistencias a acudir.
Para Rubén Darío Mendoza (LOS ANDES), existen dudas de que este
diálogo sea fructífero; por las siguientes razones:
1) Ollanta Humala tiene
desconfianza, 2) Juan Jiménez, tiene los días contados, 3) El gabinete
ministerial es tecnocrático y no político, 4) No existe partido de gobierno,
debidamente organizado y cohesionado, 5) Los representantes del partido de
gobierno Gana Perú en el Congreso de la República están totalmente
descalificados y sin liderazgo, 6) No participarán los presidentes de los
gobiernos regionales ni los alcaldes de Lima metropolitana y los principales
alcaldes provinciales del país, 7) Falta de legitimidad y de acercamiento a la
ciudadanía, 8) Falta de comunicación oportuna con la población, 9) No existe
una estrategia para reconectar el gobierno con la población.10) Falta de
transparencia y acceso a la información de parte de los tres niveles de
gobierno, puesto que la ciudadanía quiere conocer de cómo se manejan las
instituciones y organismos del Estado: La ciudadanía quiere ver cómo se
sanciona a los corruptos.
En este contexto, lo que se ve son más bien los adjetivos, que no
ayudarán a resolver los problemas, pues existen más de doscientos conflictos en
el país y que se esté actuando como bomberos para apagar cada uno de ellos. Por
ejemplo, se venía la huelga nacional indefinida de los mineros artesanales, sin
embargo, ésta se ha solucionado tímidamente con la ampliación del plazo para la
formalización de dichos mineros hasta en el mes de abril del próximo año.
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La primera ublicado: Martes 27 de
agosto del 2013
UN BUEN COMIENZO
El diálogo convocado por el gobierno
con fines de aliviar el clima de confrontación política y buscar consensos en
torno a tareas y problemas nacionales que pueden abordarse en forma concertada,
por encima de diferencias políticas, han tenido un inicio auspicioso y
optimista que es de esperar se mantenga por el bien de la democracia y del
fortalecimiento de las instituciones que lo sustentan.
La primera reunión, entre una
representación oficial encabezada por el primer ministro y una delegación del
PPC, ha sido sumamente cordial y considerada por ambas partes útil y positiva,
por haber sido una oportunidad de exponer cada cual sus visiones del país y de
los caminos para enfrentar temas que conciernen al país entero.
Los términos en los que se expresaron representantes de ambas partes parecen haber excluido el cálculo y la desconfianza, abriendo la esperanza de que se pueda lograr el difícil objetivo de elevar la calidad del debate político, estableciendo un clima civilizado de respeto al que piensa diferente.
Ojalá ese clima civilizado se imponga y deje atrás las actitudes agresivas en extremo y hasta lumpenescas que caracterizan a determinados personajes del Congreso de la República ligados a la política tradicional y cuyo comportamiento ha contribuido a desprestigiar a ese poder del Estado.
En el contexto de la primera jornada del diálogo, el Poder Ejecutivo ha entregado además al Acuerdo Nacional un plan de seguridad ciudadana concertado con fuerzas políticas de diversas tendencias e instituciones preocupadas por el grave problema, documento que debe servir de base para una respuesta nacional, de consenso, a la criminalidad que tiene en zozobra a la ciudadanía.
Ciertamente el logro de consensos en otros temas será más difícil y el diálogo enfrenta todavía resistencia de líderes políticos que, sin la virtud de la humildad, se niegan a participar por considerar que solo pueden tratar con el Presidente de la República, lo que ha sido replicado con tino y sabiduría por el líder histórico pepecista, al señalar que el mandatario tiene responsabilidades de Estado y su jerarquía debe ser preservada, siendo el premier el interlocutor indicado.
Hay que insistir, cuando el diálogo da sus primeros pasos, en que el éxito de este saludable ejercicio democrático –al que no pueden exigirse resultados en el corto plazo-, requiere de amplitud e inclusión, es decir que no puede dejar fuera a ninguna fuerza política, pues todas tienen el derecho y la obligación de participar y decir su palabra.
Entendiéndolo así, el Ejecutivo ha dejado en claro que todos están convocados y que nadie será excluido, algo que celebramos por ser la amplitud y el pluralismo virtudes que caracterizan a los demócratas.
Los términos en los que se expresaron representantes de ambas partes parecen haber excluido el cálculo y la desconfianza, abriendo la esperanza de que se pueda lograr el difícil objetivo de elevar la calidad del debate político, estableciendo un clima civilizado de respeto al que piensa diferente.
Ojalá ese clima civilizado se imponga y deje atrás las actitudes agresivas en extremo y hasta lumpenescas que caracterizan a determinados personajes del Congreso de la República ligados a la política tradicional y cuyo comportamiento ha contribuido a desprestigiar a ese poder del Estado.
En el contexto de la primera jornada del diálogo, el Poder Ejecutivo ha entregado además al Acuerdo Nacional un plan de seguridad ciudadana concertado con fuerzas políticas de diversas tendencias e instituciones preocupadas por el grave problema, documento que debe servir de base para una respuesta nacional, de consenso, a la criminalidad que tiene en zozobra a la ciudadanía.
Ciertamente el logro de consensos en otros temas será más difícil y el diálogo enfrenta todavía resistencia de líderes políticos que, sin la virtud de la humildad, se niegan a participar por considerar que solo pueden tratar con el Presidente de la República, lo que ha sido replicado con tino y sabiduría por el líder histórico pepecista, al señalar que el mandatario tiene responsabilidades de Estado y su jerarquía debe ser preservada, siendo el premier el interlocutor indicado.
Hay que insistir, cuando el diálogo da sus primeros pasos, en que el éxito de este saludable ejercicio democrático –al que no pueden exigirse resultados en el corto plazo-, requiere de amplitud e inclusión, es decir que no puede dejar fuera a ninguna fuerza política, pues todas tienen el derecho y la obligación de participar y decir su palabra.
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