LO JUSTO
Por Rocío Silva Sanstisteban
- “No podemos estar felices porque no somos inhumanos, también nos da pena. Pero nosotros no le dimos pena. El señor Fujimori fue inhumano conmigo cuando fui a hablarle de la muerte de mi esposo y de mi hijo. No me escuchó y después amnistió a los asesinos, y más tarde los condecoró y les subió de rango… ¿así hablan de inhumanidad? Yo, en nombre de mi hijo asesinado con una bala en la frente a los ocho años, en nombre de mi hijo le doy gracias al presidente Humala por haber rechazado ese indulto fraudulento” de esta manera Rosa Rojas, una de los familiares del caso Barrios Altos, terminó su presentación en la conferencia de prensa que Aprodeh y los afectados organizaron apenas se supo la noticia de la negación del indulto”.
Ha sido larga, extenuante
y solitaria la lucha que los familiares de las víctimas y el movimiento de
derechos humanos siguieron para que el presidente Ollanta Humala no le conceda
el indulto a Alberto Fujimori. Durante muchos plantones y vigilias los
familiares de las víctimas de La Cantuta, El Santa, Barrios Altos, Pedro Yauri
y otros estuvieron con sus velas, sus letreros, su indignación, frente a
Palacio de Justicia o al MINJUS para señalar que, por todas las condiciones de
salud, ese indulto era improcedente. Finalmente el tema fue resuelto desde una
perspectiva técnica: lo que obviamente permitió la abstención de Ollanta Humala
de otorgar el indulto fue la evaluación del Comité de Gracias Presidenciales
que dispuso no ha lugar a un indulto humanitario porque, simplemente, no
cumplía con los requisitos.
Alberto Fujimori y sus
operadores, como su médico Alejandro Aguinaga, hicieron todo lo posible por
presionar a Ollanta Humala de mil maneras, todas ciertamente torpes. Por eso
mismo, luego de conocida la noticia, las reacciones fueron operísticas: César
Nakazaki dijo que mejor hubiera sido que OHT lo apuñale por la espalda; Keiko
Fujimori se propuso “desenmascarar” a Humala llamándolo “malévolo” y tramposo
por haber sugerido la presentación oficial del indulto y remarcó que su padre
“saldrá en libertad de todas maneras”. Kenji repitió el guión que imaginamos
será el grito de guerra del fujimorismo: “Humala mutante”.
El indulto es una gracia,
es potestad de una sola persona y no de un tribunal. Personalmente no estoy de
acuerdo con este resabio de feudalismo en nuestro derecho penitenciario, pero
si uno solicita un indulto, debe respetar las reglas del mismo. Pretender
quejarse ante una decisión inapelable no tiene sentido. Ahora el fujimorismo,
nuevamente, levantará las banderas del indulto por buen tiempo, aliándose con
otros violadores de derechos humanos cuyos casos comienzan a revisarse en
juicios orales este año y, coincidentemente, con quienes claman también por
amnistía e impunidad. Los familiares de las víctimas, como siempre, mantendrán
la esperanza de que en nuestro país la justicia es posible y saldrán a las
calles con sus velas, sus pancartas, su tenacidad. Nosotros, los aliados
también tercamente persistentes, nos preparamos para la arremetida de insultos
e improperios de toda laya.
Publicado en el diario La
República, martes 11/06/2013
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