En la Historia del Peru se han dado hechos que han alcanzado el nivel del escandolo, pero
los protagonizados por Alan Garcia rebazan lo increíble que no tiene
por qué llamarnos la atención tratándose del Gran Jefe del APRA que
desde su Primer Gobierno viene arrastrando mas de una denuncia por corrupción
conforme lo demuestra los sonados casos del Banco BCCI en 1986, la reventa de
los aviones Mirage en 1985, los negociados con los dólares MUC, las coimas del
tren eléctricos, Odebrecht etc. etc. etc. y que a la fecha no han sido
esclarecido.
Ahora qué dirá Alan García (AG), quien se ha
presentado como la encarnación de la moral y la ética del Perú? Seguro dirá que
él no sabía y que las ratas que recibieron los aportes de Odebrecht vayan a la
cárcel”.
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Dos fiscales rastrean a Alan García y a 30 de sus
operadores por lavado de activos, a partir de las revelaciones del escándalo
Odebrecht. Los indicios contra Alan García y sus colaboradores más cercanos son
contundentes. Todos son apristas, adictos a García y dispuestos en ciertos
casos a cargar con el muerto, es decir, con la culpa de recibir coimas
destinadas a cuentas ocultas y a enriquecer a la empresa, a cambio de encarecer
obras y así robar y estafar al Perú.
Años atrás, un abogado aprista –Javier Valle-Riestra–
trazó un paralelo, entre Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador y jefe del
Apra, y García. Haya nunca tuvo casa propia. La de Vitarte en que vivió largos años,
Villa Mercedes, era de su hermana. En cambio, García aparece como dueño, en
compañía de Pilar Nores, su esposa, de 21 inmuebles.
Pronto se sabrá, espero, que su fortuna no consiste
solo en mansiones. Desde que Agustín Mantilla calló sobre los millones de
dólares por él depositados en un banco estadounidense, era evidente que ese
dinero provenía de coimas pactadas por el doctor bamba.
Alan García afirmó en una etapa que las gracias a
narcos por él concedidas le habían sido aprobadas, una por una, por Dios.
Después se supo que el Papá Lindo no tenía nada que ver con esos favores ni con
la tarifa cobrada por ellos. Facundo Chinguel, a quien el jefe aprista había
descrito como un “hombre probo”, cargó con la culpa y purga cárcel. Es uno de
los kamikazes que se sacrifican no por el partido, sino por las cuentas
off-shore del compañero jefe.
Sin embargo, los dineros ya revelados no son todo, ni
la lista de sus testaferros se reduce a 30. Alguno de los cómplices del
expresidente ya descubiertos y alguno que posiblemente reside en España deben
saber que el Alí Babá criollo planea crear un banco propio, con la plata que ha
engordado su billetera y enflaquecido a los peruanos que sí trabajan.
Alan García, así como tenía un ansia incontenible de
masacrar, está poseído de una codicia dineraria sin freno. Los millones de
dólares son su tarifa y su pasión. Los intereses del pueblo, del país, de
América Latina, cuentan menos que una coima bien aceitada. La cutra es su marca
de fábrica, su exigencia ante el mejor postor. Su paso por el poder es un
reguero de inmoralidad.
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