SE ANULÓ LA CONDENA DE OCHO AÑOS POR EL DELITO DE PECULADO
Realmente resulta insólito, increíble, lo que viene
ocurriendo en el Poder Judicial en donde, con raras excepciones, una logia de indeseables, lo han convertido en
apestosa cloaca del aprofujimorismo.
No cabe ninguna duda, en el Poder Judicial todo está
podrido, la Sala Permanente de la Corte Suprema, presidida por Javier Villa
Stein, absolvió al expresidente Alberto Fujimori del delito de peculado en el
caso Diarios Chicha.
Esto significa la anulación de la condena que se le
impuso en 2015 por ocho años de cárcel, como
lo da a conocer la nota de prensa que adjuntamos:
IMPUNIDAD OLÍMPICA DE FUJIMORI
La
Sala Penal Permanente de la Corte Suprema absolvió ayer a Alberto Fujimori del
delito de peculado en el caso de los diarios chicha. La justicia peruana
reafirma así su parcialidad a favor del expresidente. La Corte lo limpia, pero
la conciencia ciudadana sabe que el dictador, en complicidad con Vladimiro
Montesinos, compró la línea de diarios para que favorecieran su reelección.
Sabido
es que esos periódicos no libraron una lucha de ideas y programa. Fueron
vehículo del más ruin periodismo, cuyas armas eran el insulto y la calumnia,
recursos de la derecha empeorados por un lenguaje de bajos fondos.
Durante
los años 1999 y 2000 esas hojas recibieron 122 millones de soles desviados de
los recursos del presupuesto de las Fuerzas Armadas. Este crimen está probado.
Es imposible que el entonces presidente Fujimori no autorizara ese delito y no
conociera los titulares escandalosos que poblaban las portadas de tales
engendros, que utilizaban la coprolalia y maltrataban la gramática.
Ayer,
después de conocer la decisión de la Sala presidida por Javier Villa Stein
–reciente candidato a rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos–,
William Paco Castillo, abogado de Fujimori, dijo, rebosante de júbilo: “El
presidente Fujimori no ordenó el desvío de fondos ni tampoco tenía por qué
hacerlo. Ningún testigo ni ningún documento dice que Fujimori dispuso de esos
fondos a título propio”.
Olvidadizo
el abogado, al igual que los miembros de la benigna Sala de la Suprema. A ellos
habría que recordarles que en julio del 2001, en la Base Naval del Callao,
Montesinos declaró que Fujimori había ordenado un estudio para definir con qué
medios trabajar. “Se consultaba a Fujimori, quien daba sugerencias y ordenaba
el tipo de titulares que debía salir”.
La
opinión de que Fujimori no tenía por qué pagar a la prensa más sucia de la
historia del periodismo peruano es asombrosa. A falta de ideas, el dictador
usaba esos medios como arma para la reelección. Ese afán lo compartió con
Montesinos, que necesitaba seguir cogobernando al Perú.
El
negocio de la droga rendía a Montesinos muchos millones de dólares, que compartía
con jefes militares y que, como la prensa chicha, era orquestado con el
entonces jefe del Estado.
En
los años de la prensa chicha, Montesinos empezaba a debilitar lazos con los
políticos de Washington. Se afirmaba la convicción de que en el fondo era capo
del narcotráfico. Para protegerse ideó la reelección de su jefe y cómplice. La
más alta Corte del Perú no se ha enterado de eso.
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