CON 73 CONGRESISTAS
FUJIMORISTAS, LA CORRUPCIÓN SEGUIRÁ HACIENDO ESTRAGOS LA MORAL DEL PERÚ.
Por su alto contenido reflexivo, reposteamos la nota publicada por LAMULA. PELA MULA. PE el 2015-11-06
Con reiterada frecuencia escuchamos
decir: ¿Por qué no se exige que los representantes al Congreso sean los
mejores, la gente más preparada y honesta? Deberían ser evaluados antes. Bien,
por razones profesionales - en clases o conferencias - nos la han planteado
muchas veces, la misma pregunta con distintas variantes. Les contestábamos
¿cómo cree que se podría hacer? ¿Habría que nombrar un Jurado que evalúe el
Currículum de cada candidato? ¿Quién nombraría ese Jurado? ¿Cómo estaría
conformado? Silencio era la respuesta.
Lo cierto – para abreviar – que de
acuerdo a la Constitución (art.90) “Para ser elegido congresista se requiere
ser peruano de nacimiento, haber cumplido veinticinco años y gozar de derecho
de sufragio”. Nada más. El art. 30 señala: “Son ciudadanos los peruanos mayores
de dieciocho años. Para el ejercicio de la ciudadanía se requiere la
inscripción electoral”. Y en el siguiente artículo se indica que los ciudadanos
tienen “el derecho de ser elegidos y elegir libremente a sus representantes”. Y
punto. A esto hay que agregar el principio de “Igualdad ante la ley” y a la no
discriminación por cualquier índole. Siendo esto así ¿cómo se puede poner
limitaciones a un ciudadano que postula al parlamento por razones de cultura,
profesión u otra? ¿Con qué fundamento constitucional o legal? No lo hay.
Entonces nos decían: ¿qué hacer? Les
decíamos, miren. Para llegar al Congreso solo se llega por la vía POLÍTICA.
Podemos tener grandes abogados, constitucionalistas, politólogos, economistas,
ingenieros, urbanistas - que tanta falta hacen - dirigentes campesinos u
obreros de mucha experiencia, educadores, empresarios, etc., pero si ellos no
están en un Partido político y este no los coloca en su lista, se quedan fuera
de campo. Así de simple. En conclusión: depende de los Partidos que escojan a
la mejor gente que les sea posible. Entonces tendríamos un Congreso respetable.
Pero en los hechos ¿qué ocurre? Lo que todos lo sabemos: existe una subasta de
curules en las que participan los que pueden pagar o tienen padrinos.
Consecuencia: tenemos lo que tenemos, un Congreso hasta hoy con más del 80% de
desaprobación. Una desgracia. Casi sin figuras descollantes como en otros
países o aquí mismo en otros tiempos. Lamentablemente, estimamos, difícil que
esta situación cambie.
Las cosas se agravan puesto que, al
parecer, el voto preferencial que el JNE había pedido sea derogado para evitar
la competencia entre los miembros de un mismo partido, de modo que ganaba el
que poseía más plata o el apoyo de quien tenía la sartén por el mango,
continuará. Algunos han olvidado que esta medida se implantó, precisamente,
frente al hecho nada democrático, en el que los Jefes de Partido hacían y
deshacían con el orden en la elaboración de las listas. En partidos organizados
como el Apra, se hacían elecciones internas que luego no servían para nada,
porque el Sr. Haya de la Torre primero, y el “Doctor” Alan, después, acomodaban
según sus preferencias personales a quien les daba la reverenda gana. ¿Quién
iba protestar? Los mal llamados “búfalos” los molían a patadas. Siempre me ha
parecido una falta de respeto llamar “búfalos” a esos vulgares matones
extraídos de los barracones del Callao - como se demostró en el proceso contra
el atentado a Luis de la Puente - apropiándose del apelativo de quien fuera un
héroe de la Revolución de 1932 en Trujillo: Manuel Barreto, dirigente obrero
inteligente y valiente quien murió cuando encabezaba la toma del Cuartel O’
Donovan.
Entonces, no sin razón, se pensó que
la democracia debería comenzar por los partidos y que sus representantes,
incluido presidente – como en EE.UU – deberían ser fruto de previas elecciones
internas. Justo para evitar la manipulación despótica e inapelable del Patrón o
Jefe, se propuso que ella fuera supervisada por la ONPE para garantizar el
respeto de la voluntad partidaria. Una forma de hacer democracia en serio. Pero
eso sería para el futuro. Ahora creo que Frente Amplio es el único que,
voluntariamente, ha cumplido con el requisito.
Mientras tanto, lo más probable es
que en el afán de ganar curules a fin de poder mejor negociar, se usen otros
criterios para constituir listas parlamentarias como buscar a algunas personas
conocidas o “populares” por alguna razón - que nada tiene que ver con una buena
función parlamentaria – que posean “jale” y puedan hacerse de una curul que
estará obviamente al servicio de quien lo lleva. La disposición constitucional
que prescribe que los congresistas: “No están sujetos a mandato imperativo”
(art.93), es letra muerta, pues lo vemos todos los días están sometidos a
recibir órdenes cómo deben votar aun de gente extraña a sus bancadas (Heredia
dixit, y se acabó) A los rebeldes se los expulsa del partido o tienen que
renunciar.
Así las cosas – según se escuchan
voces, lo que no es nada nuevo – se buscará gente de la TV basura como “Esto es
Guerra”, pero que tiene admiradores del sector, y si no se llevan a futbolistas
famosos, es porque lo que ganan estos a nivel de extremidades inferiores es una
fortuna en relación a lo que ganan otros con su cabeza llena de brillantes
ideas. Otros partidos, de acuerdo con su antigüedad, llenarán sus listas con
venerables ancianos que aportarán “nuevos aires” a la política. ¡Que viva
nuestra democracia!
En conclusión: congresista puede ser
cualquiera si lo ubican en una lista partidaria con las condiciones anotadas.
No hay como evitarlo. Nuestro cometario puede parecer a muchos descarnado, pero
lo hacemos como profesores que somos. Decir la verdad puede herir a algunos,
pero la misión de quien cultiva la Ciencia es decirla. André Malraux, célebre
literato y político francés, decía: “A los científicos les interesa la Verdad;
a los políticos, ganar”. Si a un político le creen que dos más dos son siete,
buena suerte. Pido disculpas anticipadas si me equivoco en la cita, pues la
memoria es infiel y, por desgracia, la única infiel a la que uno no puede
ahorcarla. . . Hasta la otra semana.
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