LA DERECHA DEBERÍA ESTARLE ETERNAMENTE AGRADECIDA
¿POR QUÉ TANTO ODIO DE DERECHA CONTRA HUMALA Y HEREDIA?
¿POR QUÉ TANTO ODIO DE DERECHA CONTRA HUMALA Y HEREDIA?
Por Raúl Wiener
La derecha debería estarle eternamente agradecida. Y no era para
menos. El 5 de junio del 2011, el Perú vivió por primera vez una elección en la
que una coalición de fuerzas progresistas y de movimientos regionales, locales
y de bases, expresando al pueblo-pueblo ganaron a los partidos de derecha
reunidos y descaradamente colocados en el terreno de la restauración del
régimen de los 90, que nunca se fue del todo, y que Ollanta-Nadine convirtieron
en nada en el segundo semestre de ese mismo año.
Nunca la clase dominante en el Perú tuvo tanto miedo y lo
resolvió de manera tan rápida e inmediata copando al entrante presidente y a su
esposa, a la que muy pronto descubrieron que era la vía directa para hacer con
él, alguien distinto al que tanto temían. Humala fue un fantasma izquierdista
que en unos cuantos días se convirtió en administrador del modelo económico que
había jurado cambiar. ¿Cómo no pensar
que la derecha debería aplaudirlo a rabiar, como aplaudió a Fujimori después
del fujishock y a García durante su segundo gobierno cuando se convirtió en el
gobierno de los ricos que le endilgaba a Lourdes Flores?
Pero no fue así. Lo que
viene ocurriendo a lo largo del año muestra que el odio que había antes de la
elección, nunca se fue, y ahora, a poco más de un año de las siguientes
elecciones está aflorando con una fuerza inusitada para pedirle cuentas al
Humala de la pasada elección, al que se exige explicar su supuesta relación con
el montesinismo, es decir con lo más descompuesto del militarismo (caso López
Meneses), el financiamiento ilegal de la campaña (caso Chanduví), y sobre la actuación
de los grupos de aportistas que se habrían estado cobrando su aporte a través
de la asignación de obras públicas para compañías relacionadas con ellos (caso
Martín Belaúnde).
Nunca hubo una presión mediática como la de estos días. En el
año 2000, por ejemplo, los Miró Quesada le dieron rienda al recién fundado
Canal N para que denunciara y diera seguimiento al tema de la fabrica de firmas
y luego a los vladivideos, pero en el gran diario bajó el tono y mantuvo
puentes con el gobierno de Fujimori. Más adelante cuando el presunto soborno de
Bavaria al gobierno de Toledo, también se retiró rápida de la acusación al
presidente y redujo la cuestión a las extrañas movidas del asesor César
Almeyda.
Ni qué se diga lo que hizo la nueva administración del grupo El
Comercio en septiembre de 2008, cuando censuró la investigación en el caso
petroaudios, que terminó saliendo por otras vías, fragmentado y con estilo de
escándalo. Se cuenta que a la unidad de investigación, la nueva mayoría del
directorio le indicó que este asunto no podía salir porque podría derribar al
gobierno de García, y tal parece que efectivamente desde el diario de la familia fue que el
presidente se enteró de lo que se le venía y diseñó lo que sería su respuesta.
Pero a Humala lo han tratado de manera muy distinta. Si lo usual
era sacar la noticia y focalizarla en personajes de segundo nivel, cortando las
rutas hacia la cabeza del Estado, para evitar la crisis del sistema, y si los
medios del grupo se dividían roles para no romper del todo con el gobierno de
turno, con el nacionalista ocurre que lo más obsesivo es precisamente buscar la
conexión de los hecho con el presidente y su esposa, poniendo a un lado a los
actores secundarios, y utilizar toda la flota de diarios, televisoras e influencias
radiales y televisivas (ahora son mucho más que antes) en la misma dirección de
manera que sean cada vez más apabullantes. Sorprendentemente con Humala no
interesan los daños sistémicos que de hecho se han estado produciendo y que
hasta podría decirse que han sido buscados.
Razones de una aversión
Es interesante ver que ya en el CADE de 2013, la aprobación del ministro Castilla entre los
asistentes era el doble de la del presidente y más atrás aún quedaba la primera
dama, como si la gente de empresa quisiera decir que ellos confiaban en sus
tecnócratas y no en el temporal inquilino de Palacio de Gobierno. Este año,
Humala puso la mayor distancia posible de la reunión de empresarios, eligiendo
visitar al Papa, y los del CADE, en retribución lo trataron como si no
existiera, otorgando otra vez alta aprobación a los ministros tecnócratas
(Segura, Saavedra), aunque nada importante hayan hecho, y mucho menos a los
“políticos” como Urresti, que hizo su show pero no convenció.
Hay una medida de clase en estas preferencias. Algo así como
subrayar quiénes son de los suyos. Pero más allá de eso lo que queda claro es
que para la mayoría de los empresarios el presidente es perfectamente
prescindible, puede estar o no estar. Ya Aldo M lo precisó en una de sus notas
cuando dijo que Saavedra y De Habich deberían seguir de ministros en el próximo
gobierno, como si el mensaje fuera que Humala está en el espacio, pero a los
ministros económicos y sociales se los impusimos y por eso el modelo económico
y político sigue allí.
Evidentemente, quienes tienen más claro el asunto son los del
grupo más poderoso de la prensa que se ven a sí mismos como los estrategas
políticos de lo que está ocurriendo. Son ellos los que han graduado la relación
con el presidente desde el Humala peligro, al Humala copado, al Humala sin
liderazgo, al Humala al que le dan de palos todos los días. Esta evolución
indica una ruta que les está permitiendo alcanzar a la vez diversos objetivos:
(a) asegurarse que el presidente dejara de ser “peligroso”; (b) tomar el
control de las decisiones políticas; (c) trasladar la responsabilidad de las
debilidades crecientes del modelo y de los traspiés del poder a la
incompetencia del gobernante; (d) clavarle la marca de corrupto al presidente
que quería mostrar superioridad moral frente a sus antecesores.
La liquidación final de Ollanta Humala tiene varios mensajes
obvios: no desafíes a la derecha y sus medios porque nunca te lo perdonarán,
por más servicios que les prestes luego desde e poder; el pago a los traidores
es que los que se valen de ellos los usan y después los botan; la corrupción se
le perdona a unos y a otros no (peor con la corrupción mal hecha que se presta
a la ridiculización).
Cosas que quedan claras
En el Perú ya no está permitido vestirse de izquierda para ganar
elecciones, provocar soponcios a los dueños del poder y obligarlos a complejas
políticas para doblegar luego a los ganadores y obligarlos a traicionar su
programa. Eso es demasiado costoso para el orden actual. Que sepan los
aventureros que el sistema no perdona.
Te puedes financiar como sea (como de hecho ocurre con todos los
partidos), hacer las asociaciones más tenebrosas y manejar el Estado para
tirarte el dinero del Estado, pero no desafíes nunca a los grandes. Porque esos
no perdonan.
24.11.14
Publicado en Hildebrandt en sus Trece
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