sábado, 29 de noviembre de 2014

OLLANTA: ¿POR QUÉ TANTO ODIO DE DERECHA CONTRA HUMALA Y HEREDIA?

LA DERECHA DEBERÍA ESTARLE ETERNAMENTE AGRADECIDA
¿POR QUÉ TANTO ODIO DE DERECHA CONTRA HUMALA Y HEREDIA?
Por Raúl Wiener
La derecha debería estarle eternamente agradecida. Y no era para menos. El 5 de junio del 2011, el Perú vivió por primera vez una elección en la que una coalición de fuerzas progresistas y de movimientos regionales, locales y de bases, expresando al pueblo-pueblo ganaron a los partidos de derecha reunidos y descaradamente colocados en el terreno de la restauración del régimen de los 90, que nunca se fue del todo, y que Ollanta-Nadine convirtieron en nada en el segundo semestre de ese mismo año.
Nunca la clase dominante en el Perú tuvo tanto miedo y lo resolvió de manera tan rápida e inmediata copando al entrante presidente y a su esposa, a la que muy pronto descubrieron que era la vía directa para hacer con él, alguien distinto al que tanto temían. Humala fue un fantasma izquierdista que en unos cuantos días se convirtió en administrador del modelo económico que había jurado cambiar. ¿Cómo no  pensar que la derecha debería aplaudirlo a rabiar, como aplaudió a Fujimori después del fujishock y a García durante su segundo gobierno cuando se convirtió en el gobierno de los ricos que le endilgaba a Lourdes Flores?
Pero no fue así.  Lo que viene ocurriendo a lo largo del año muestra que el odio que había antes de la elección, nunca se fue, y ahora, a poco más de un año de las siguientes elecciones está aflorando con una fuerza inusitada para pedirle cuentas al Humala de la pasada elección, al que se exige explicar su supuesta relación con el montesinismo, es decir con lo más descompuesto del militarismo (caso López Meneses), el financiamiento ilegal de la campaña (caso Chanduví), y sobre la actuación de los grupos de aportistas que se habrían estado cobrando su aporte a través de la asignación de obras públicas para compañías relacionadas con ellos (caso Martín Belaúnde).
Nunca hubo una presión mediática como la de estos días. En el año 2000, por ejemplo, los Miró Quesada le dieron rienda al recién fundado Canal N para que denunciara y diera seguimiento al tema de la fabrica de firmas y luego a los vladivideos, pero en el gran diario bajó el tono y mantuvo puentes con el gobierno de Fujimori. Más adelante cuando el presunto soborno de Bavaria al gobierno de Toledo, también se retiró rápida de la acusación al presidente y redujo la cuestión a las extrañas movidas del asesor César Almeyda.
Ni qué se diga lo que hizo la nueva administración del grupo El Comercio en septiembre de 2008, cuando censuró la investigación en el caso petroaudios, que terminó saliendo por otras vías, fragmentado y con estilo de escándalo. Se cuenta que a la unidad de investigación, la nueva mayoría del directorio le indicó que este asunto no podía salir porque podría derribar al gobierno de García, y tal parece que efectivamente  desde el diario de la familia fue que el presidente se enteró de lo que se le venía y diseñó lo que sería su respuesta.
Pero a Humala lo han tratado de manera muy distinta. Si lo usual era sacar la noticia y focalizarla en personajes de segundo nivel, cortando las rutas hacia la cabeza del Estado, para evitar la crisis del sistema, y si los medios del grupo se dividían roles para no romper del todo con el gobierno de turno, con el nacionalista ocurre que lo más obsesivo es precisamente buscar la conexión de los hecho con el presidente y su esposa, poniendo a un lado a los actores secundarios, y utilizar toda la flota de diarios, televisoras e influencias radiales y televisivas (ahora son mucho más que antes) en la misma dirección de manera que sean cada vez más apabullantes. Sorprendentemente con Humala no interesan los daños sistémicos que de hecho se han estado produciendo y que hasta podría decirse que han sido buscados.
Razones de una aversión
Es interesante ver que ya en el CADE de 2013,  la aprobación del ministro Castilla entre los asistentes era el doble de la del presidente y más atrás aún quedaba la primera dama, como si la gente de empresa quisiera decir que ellos confiaban en sus tecnócratas y no en el temporal inquilino de Palacio de Gobierno. Este año, Humala puso la mayor distancia posible de la reunión de empresarios, eligiendo visitar al Papa, y los del CADE, en retribución lo trataron como si no existiera, otorgando otra vez alta aprobación a los ministros tecnócratas (Segura, Saavedra), aunque nada importante hayan hecho, y mucho menos a los “políticos” como Urresti, que hizo su show pero no convenció.
Hay una medida de clase en estas preferencias. Algo así como subrayar quiénes son de los suyos. Pero más allá de eso lo que queda claro es que para la mayoría de los empresarios el presidente es perfectamente prescindible, puede estar o no estar. Ya Aldo M lo precisó en una de sus notas cuando dijo que Saavedra y De Habich deberían seguir de ministros en el próximo gobierno, como si el mensaje fuera que Humala está en el espacio, pero a los ministros económicos y sociales se los impusimos y por eso el modelo económico y político sigue allí.
Evidentemente, quienes tienen más claro el asunto son los del grupo más poderoso de la prensa que se ven a sí mismos como los estrategas políticos de lo que está ocurriendo. Son ellos los que han graduado la relación con el presidente desde el Humala peligro, al Humala copado, al Humala sin liderazgo, al Humala al que le dan de palos todos los días. Esta evolución indica una ruta que les está permitiendo alcanzar a la vez diversos objetivos: (a) asegurarse que el presidente dejara de ser “peligroso”; (b) tomar el control de las decisiones políticas; (c) trasladar la responsabilidad de las debilidades crecientes del modelo y de los traspiés del poder a la incompetencia del gobernante; (d) clavarle la marca de corrupto al presidente que quería mostrar superioridad moral frente a sus antecesores.
La liquidación final de Ollanta Humala tiene varios mensajes obvios: no desafíes a la derecha y sus medios porque nunca te lo perdonarán, por más servicios que les prestes luego desde e poder; el pago a los traidores es que los que se valen de ellos los usan y después los botan; la corrupción se le perdona a unos y a otros no (peor con la corrupción mal hecha que se presta a la ridiculización).
Cosas que quedan claras
En el Perú ya no está permitido vestirse de izquierda para ganar elecciones, provocar soponcios a los dueños del poder y obligarlos a complejas políticas para doblegar luego a los ganadores y obligarlos a traicionar su programa. Eso es demasiado costoso para el orden actual. Que sepan los aventureros que el sistema no perdona.
Te puedes financiar como sea (como de hecho ocurre con todos los partidos), hacer las asociaciones más tenebrosas y manejar el Estado para tirarte el dinero del Estado, pero no desafíes nunca a los grandes. Porque esos no perdonan.
24.11.14
Publicado en Hildebrandt en sus Trece

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