Para muchos alcaldes entré ellos el alcalde de Carabayllo del PARTIDO POPULAR CRISTIANO (PPC), la reelección es una necesidad urgente, un nuevo alcalde pondría al descubierto los sucios negocios y los cada vez más numerosos indicios de corrupción que abundan en su gestión.
En tanto, don Rafael Alvarez, el alcalde de las obras inútiles y sobrevalorados, nos lanza un nuevo psicosocial, la construcción del Palacio Municipal y del Puente San Martin sobre el rio Chillón, no dice que las mencionadas obras están presupuestadas por el gobierno central.
El pueblo de Carabayllo es pobre pero no idiota, sabe de los efectos que está generando la corrupción, es testigo de cómo los recursos municipales se gastan en obras intrascendentes carente de impacto social. Es de su conocimiento que Carabayllo a nivel de Lima Norte es el distrito que más recursos ha recibido del gobierno de Ollanta.
Sabe también, que a diferencia del encarcelado ex alcalde Ríos que contaba con 5 millones por concepto de FONCOMUN, el actual alcalde de Carabayllo recibe 29 millones de soles, además de una lluvia de millones que fueron entregados al alcalde de Carabayllo para la construcción de muros de contención, de pistas y veredas, de puentes y carreteras como de Canta a Lima, etc..
Un estudio hecho sobre el impacto que tiene la reelección inmediata de alcaldes en la corrupción, encontró que los alcaldes con incentivos para reelegirse malgastan los recursos públicos en financiar su campaña reeleccionista como lo viene haciendo el alcalde de Carabayllo que se zurra en las normas que le prohíben el uso de dinero estatal en campañas reeleccionista.
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NO A LA REELECCIÓN
Por Torres Vasquez
La experiencia histórica
y social nos demuestran que la reelección en el Perú es sinónimo de corrupción,
impunidad, mediocridad en el ejercicio del poder, de déficit fiscal, de
privilegiar el interés individual, partidario y de determinados grupos de poder
particular, relegando el interés general de la comunidad. La reelección es el
cáncer de la política peruana, por lo que hay que decirle NO a toda reelección
en la Administración Pública.
La reelección es la causa del saqueo del Estado por familias
enteras que se han adueñado del poder, de la falta de responsabilidad social de
los políticos, duchos en engañar al pueblo aprovechándose del subdesarrollo
cultural existente, de la existencia de un ordenamiento jurídico agobiante y
desalentador de la iniciativa privada, de la pérdida de la perspectiva nacional
en favor de pequeños grupos particulares de intereses.
Para las grandes mayorías nacionales, la reelección significa
menos libertades individuales, ausencia de desarrollo cultural, social,
económico, pobreza extrema en incremento, degradación de la educación en todos
sus niveles al extremo que ahora somos el país de peor calidad educativa en
toda Latinoamérica, distribución de la riqueza en pequeñas elites, retardo
mental de millones de niños por efecto de la desnutrición, ausencia de los
servicios públicos de salud, justicia, seguridad pública, infraestructura,
ausencia de democracia dentro y fuera de los partidos políticos.
A la reelección se debe el caos, decadencia y descomposición
institucional, como sucede, por ejemplo, con el Congreso de la República
convertido en un mercado del " do ut des ", o con las universidades
nacionales, como la de Puno, Trujillo y la UNI, paralizadas por una huelga que
dura ya más de 40 días por culpa de la reelección de sus autoridades, las cuales
no han hecho nada para elevar el nivel académico, la investigación y la
proyección social. La clase política permanece inmutable ante tal desastre.
La reelección origina que el Congreso de la República apruebe
Presupuestos gubernamentales con alto déficit fiscal en un mundo globalizado en
el cual la economía se inserta a los mercados financieros internacionales,
causando la huída de capitales, inflación, incremento del gasto público a
niveles superiores a los requeridos para que el Estado cumpla con las funciones
que le competen, lo que conlleva a imponer a los agentes económicos gravámenes
que desincentivan el crecimiento económico con perjuicio de la sociedad.
Se debe a la reelección que clase política gobernante, la
burocracia dorada y la seudo democracia existente nos sean demasiado caras,
cuyo costo se financia con los impuestos que todos pagamos. A mayores impuestos
para que la clase política gobernante financie sus gastos, menos incentivos
para invertir, trabajar y ahorrar, por tanto, menor tasa de crecimiento
económico.
La burocracia dorada, sustentada en la reelección, no genera
riqueza, por el contrario, al maximizar la recaudación de rentas para atender
al gasto corriente, inhibe que el sector privado la genere. Los beneficiarios
de la reelección no tienen capacidad ni voluntad de terminar con la burocracia
dorada para orientar el gasto público a la atención de los servicios públicos
que sirvan de detonante de la inversión y el crecimiento. La contribución del
gasto estatal al crecimiento económico es nula.
Los congresistas para "reengancharse con sus
electores", en la búsqueda de la reelección, aprueban niveles de impuestos
y gastos para favorecer a grupos particulares de presión, lo que afecta el
crecimiento económico. Nadie gasta peor que la clase política peruana que
derrocha los recursos en su propio beneficio y de pequeños centros de interés a
los cuales sirve. Como no son dueños de los recursos fiscales los despilfarran
o utilizan deficientemente, en vez de generar riqueza la destruyen, matan a la
iniciativa privada con impuestos expropiatorios, impidiendo la generación de
puestos de trabajo mediante el crecimiento económico.
Los políticos gobernantes, empedernidos defensores de la reelección,
hicieron el ridículo de retirar la firma del japonés de la Constitución de
1993. Se propusieron sustituirla por otra sin contar con poderes
constituyentes. Pero al advertir que no cuentan con el respaldo popular, han
decidido hacer solamente algunas enmiendas, eludiendo el referéndum. Con tal de
mantener la reelección y sus privilegios, ahora defienden y se amparan en
la Constitución de Fujimori que antes
calificaron de espuria. Los que defendieron la Constitución de 1979, haciendo
del transfuguismo una virtud, con el fin de reelegirse, se han pasado a la
Constitución de 1993, ya no se acuerdan que la calificaron de ofensiva de todos
los peruanos. Si de llegar o mantenerse en el poder se trata, da lo mismo estar
con Dios o con el diablo. El asunto es llegar, no importan los medios, lo que
importa es disfrutar del poder y de la plata que confiere la política peruana.
Pensar que los legisladores puedan poner fin a la reelección es
una ilusión, es imposible que ellos puedan ir en contra de sus intereses y de
los grupos de presión a los cuales sirven. Si queremos un país con
posibilidades para todos los peruanos es crucial terminar con la reelección en
toda la Administración del Estado y ello solamente es posible con una Asamblea
Constituyente.
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