CARTA INNECESARIA
A raíz de la inminente presentación de la ministra Ana Jara en
busca del voto de confianza en el Congreso, un grupo de ex presidentes del
Consejo de Ministros ha hecho una invocación a la unidad. La considero
innecesaria, no sólo porque no estamos en una crisis de gobernabilidad sino
porque el mismo gesto de firmar esta carta desgasta a los propios firmantes:
Carta Innecesaria
Me ha llamado la atención una carta “de unidad” promovida por el
expremier Javier Pérez de Cuéllar y firmada por Pedro Pablo Kuzcynski, Luis
Solari y Beatriz Merino todos en su calidad de haber ejercido la presidencia
del Consejo de Ministros, coincidentemente estos tres últimos, durante la presidencia de Alejandro Toledo. No estamos en un ambiente de crisis política
y mucho menos de ingobernabilidad. Sí, más bien, estamos en un ambiente de
creciente desinstitucionalización, de presión creciente de los poderes fácticos
y de dependencia mayor de intereses económicos por parte del gabinete tal y
como ha quedado insinuado con la difusión de correspondencia entre personas que
actúan como lobistas y altos
funcionarios del Estado. Todo esto, en una democracia sólida, debe ser
cuestionado y –cómo no- investigado. De ninguna manera se puede pasar por alto
que aquellos funcionarios públicos que deben velar por el bien común se puedan
poner a las órdenes de intereses particulares.
En ese sentido la presencia para el voto de investidura de la
señora Ana Jara en el Congreso debe ser una buena ocasión para plantear estas
interrogantes. Esa actitud, opositora, más bien fortalece la democracia pues
utiliza sus instrumentos constitucionales, como el voto de confianza, para
determinar el rumbo y comportamiento del gobierno. Una actitud firme en lo
opositor, de ninguna manera constituye una obstrucción ni un impedimento para
la buena marcha del Estado. Lo contrario, la obsecuencia, la subestimación del
problema o pasar por alto este tipo de cuestionamientos indebidos más bien
afecta a la democracia.
De un tiempo a esta parte el predominio en las decisiones del
gobierno de intereses económicos particulares ha visto en la oposición y
crítica política a un enemigo. Lo establecido, el statu quo, no desea ningún
tipo de cuestionamiento. Ello es inadmisible en un Estado que
constitucionalmente ha decidido apostar por la economía social de mercado, que
debería tener en los organismos reguladores y en poderes como el Congreso, a la
conciencia crítica de un mercado que tiene en el bienestar de todos los
ciudadanos a su principal objetivo.
La carta mencionada, que puede nacer de las buenas intenciones,
al final lo que ocasionaría sería un debilitamiento aún mayor de nuestras
instituciones. No está en juego el voto de confianza. Se sabe que el gobierno
cuenta con los votos suficientes para pasar esta prueba. Está en juego qué tipo
de Estado queremos, acaso uno de acuerdo al ordenamiento constitucional, que
regule y busque el bien común o uno al servicio de poderosos intereses
económicos particulares.
Con el respeto de los firmantes, la carta mencionada no tiene
ningún sentido.
Juan Sheput
No hay comentarios:
Publicar un comentario